La ola de calor proveniente de África que ha asolado a una gran parte de la península y ha dejado temperaturas de hasta 47,4 grados en el sur de España, ha provocado una huida generalizada de ciudadanos en busca de lugares más ‘frescos’ donde pasar sus vacaciones.
Asturias, en un verano que los lugareños diríamos que casi brilla por su ausencia, se ha convertido en un importante foco de atracción de visitantes especialmente en la zona rural donde la ocupación durante este mes de agosto es del 100% en muchos destinos. A la lista de los famosos que cada año se dejan caer por aquí, y luego cuentan sus maravillosas experiencias en las redes sociales al resto de los mortales, se añade un gran número de personas anónimas que han encontrado aquí su personal oasis en mitad del desierto.
El perfil del visitante que llega a Asturias dedica cuatro o cinco días a recorrer la región, viene del sur principalmente y huye del calor. Tiene mucho para descubrir. Aquí se encuentra el mayor número de Reservas de la Biosfera de todo el territorio español. Tenemos más de doscientas playas que permiten, además del baño, la práctica de surf, la pesca, la navegación, el submarinismo. Somos un lugar que acoge al turismo familiar, pero también al deportivo, al cultural, al gastronómico… Unos nos descubren por casualidad y otros deliberadamente. Ese dormir con la sábana y algo más, ese salir con la chaqueta siempre a mano se ha convertido en otro de nuestros atractivos. Si a ello le sumamos la baja incidencia de Covid-19 en la región, el elevado ritmo en las vacunaciones y la variedad de oferta de actividades al aire libre, no es de extrañar que también se nos considere como un ‘paraíso de la salud’.
Todas estas buenas noticias para la región tienen lugar en un contexto bastante preocupante que no podemos perder de vista. Mientras la mayor parte de España se refresca con un abanico o en las fuentes para poder soportar la ola de calor, -por cierto, mientras tiene lugar la mayor subida en los precios de la luz, inasumible para muchas familias-, el fuego asola Grecia, Portugal, Italia, Croacia, Francia, Turquía dejando a su paso muertos, pueblos desalojados, hectáreas arrasadas y miles de personas sin hogar. Situaciones parecidas se están dando en otras partes del mundo como California o Siberia. El planeta se calienta cada vez más y con más rapidez y los efectos se sienten en todo el mundo.
Mientras todo esto ocurría salía a la luz la primera parte del principal informe sobre calentamiento global del IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos para el Cambio Climático) en el que nos alertaban de que muchos de los efectos del calentamiento global eran ‘irreversibles’ durante siglos o milenios y que la humanidad era ‘innegablemente’ responsable de ese proceso. “De seguir a este ritmo tendríamos garantizados 2°C de aumento de la temperatura media de la Tierra a mitad de siglo y 3°C a finales y eso es una burrada”, comenta Antonio Turiel, doctor en Física e investigador de CSIC, experto en cambio climático, en una interesante entrevista concedida a RTVE. Explica el científico que, con 2° de aumento, en verano en España serían habituales las temperaturas de 50 grados y un aumento de 3°, podríamos superar los 60°, “que sería incompatible con la vida”. En este escenario dice que la única zona habitable sería la cornisa cantábrica y sus alrededores, así como la zona del Pirineo y Prepirineo. El científico cree que la recomendación del IPCC de tocar techo en las emisiones antes de 2025 supondría un cambio radical respecto a la tendencia actual y cita algunas medidas que deberían de adoptarse con urgencia, aunque se muestra pesimista respecto al cumplimiento de estas por parte de los países.
El informe del IPCC refleja la gravedad de la situación, pero también puede llegar a ser un importante catalizador para la acción en un momento tan decisivo como el que estamos viviendo. Turiel está convencido de que vamos a decrecer sí o sí, la pregunta que deja en el aire es si lo haremos de forma pilotada o caótica.
El Principado también se prepara para la amenaza del cambio climático. El pasado mes de febrero puso en marcha la Comisión de Coordinación de Acción por el Clima, un órgano colegiado y de carácter consultivo adscrito a la Vicepresidencia y Consejería de Medio Ambiente y Cambio Climático. La Comisión tiene como objetivo integrar de manera transversal todas las políticas del Ejecutivo relacionadas con el cambio climático, en línea con las prioridades de la UE para la transición hacia una economía verde. Podrá asesorar a las administraciones, analizar medidas para la transición energética que afecten a nuestra comunidad, captar financiación para tales fines y garantizar la coordinación en materia de cambio climático en quince departamentos del Principado.
En otra línea, sus miembros estudian sobre el terreno el impacto del cambio climático en los ecosistemas naturales y los sectores socioeconómicos, como salud, agricultura o turismo, y analizan los resultados en varios documentos que servirán de base para crear una Estrategia de Acción por el Clima, una herramienta con medidas concretas que se prevé aprobar en 2022.
Serán decisivos y duros los próximos años y todos vamos en el mismo barco. ¿Cuánto más durará este oasis en mitad del desierto?