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domingo 24, noviembre 2024

El otoño calienta Asturias

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La temperatura de la comunidad sube progresivamente, al margen de que el calendario marque el fin de los calores y la llegada paulatina de las mañanas frescas y los atardeceres de mangas largas.
Asturias tiene por delante una etapa complicada en la que deberá jugar muchas bazas a la vez, entre las cuales figura la gestión del que parece ser el final de una etapa histórica larga, dura, compleja y muy rica. Nos referimos a la Asturias de los pozos, la Asturias minera, la Asturias del carbón.
La transición hacia otro modelo de producción estaba anunciada y debe conducirse de la mejor manera posible, y en ello los asturianos han de demostrar la madurez política y social desarrollada en las últimas décadas.
Para bien o para mal, no somos nuevos en estas lides. La experiencia no tan lejana de la última gran reconversión industrial y minera debe servir de lección para los aciertos y para los errores.
Cierto que la situación es nueva y distinta; cierto que a la crisis local se une otra crisis global; cierto que nos asomamos con vértigo a un futuro plagado de interrogantes; cierto que es muy posible que la idea de una Asturias sin minas nos produzca cierta sensación de orfandad, de desorientación vital, porque por fuerza ha de sentirse la huella cultural e incluso emocional de tantas décadas bajando a los pozos; cierto que se presenta el reto de encontrar nuevos caminos. Cierto todo.
Pero también es cierto que, al margen de cuáles sean los posicionamientos políticos al respecto, las reivindicaciones concretas, los movimientos que vengan sobre nosotros, la sociedad asturiana está preparada para responder como requiere el momento: haciendo una piña, siendo toda una, respaldando el bien conjunto, apoyando, sosteniendo, creando un único frente común. Sólo de esta forma podemos tener posibilidad de futuro.
Otra cosa sería desperdiciar el potencial de una gran comunidad, fortalecida y digna, en pequeñas peleas sin gloria, mezquindades de despacho y políticas personalistas y con pocas luces. La sociedad tiene que marcar los pasos. Y los pasos sólo pueden ser en la unidad del pueblo asturiano. Así, sea cual sea el desenlace de esta contienda, seguro que algo ganamos todos.
En paralelo hay mucho que hacer. Tenemos que trabajar en la formación para poder generar trabajadores más cualificados; en la calidad para diferenciarnos; en el espíritu emprendedor para crear riqueza; en la investigación para formar parte de las vanguardias; en imaginación para poder reinventarnos; en la cultura para continuar creciendo y ampliando nuestra visión del mundo en el que vivimos y del cual formamos parte.
Al margen de todo esto, no nos olvidemos de algo fundamental: el privilegio de vivir en esta tierra nos otorga la posibilidad de hacer un pequeño alto en el camino para darnos un respiro. Una escapada a lo natural. Y es que aunque algunas temperaturas suban, el calendario nos dice que nos espera un otoño que, si viene bueno, en Asturias es espectacular. Una estación de colores asombrosos, un tiempo para aprovechar.

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