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domingo 24, noviembre 2024

Nuevo curso para Asturias

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Septiembre es mes de comienzos, de proyectos, de intenciones y de objetivos. Es la vuelta a la cotidianidad y hasta los que no se han marchado tienen la sensación de regreso.
Hay que retomar, reincorporarse, redefinirse. Ver dónde quedaron los asuntos pendientes y dotarlos de energías nuevas, de impulso para que avancen y nos lleven hasta donde queremos llegar, en lo personal y en lo general, en lo privado y en lo público.
Y para alcanzar cualquier meta lo fundamental es unir fuerzas. Por eso resulta imprescindible arrimar el hombro para la unidad de la región, algo que si bien siempre es importante, cuando se atraviesan tiempos tan inestables y tan llenos de nubarrones se convierte en un asunto de importancia capital. La incertidumbre es una carga que se lleva mejor entre muchos, porque las soluciones llegan con más facilidad y el trabajo en bloque multiplica los resultados en proporción geométrica.
En el caso de Asturias, para lograr un grado mayor de unidad que nos permita afrontar mejor el futuro, es vital seguir trabajando en la cohesión del territorio. El acercamiento de zonas tradicionalmente peor comunicadas es uno de los objetivos que se deben reforzar en todas sus dimensiones, porque la distancia geográfica es un handicap que debe superarse, un lastre que hace demasiado tiempo que arrastramos. Y como una cosa es reflejo de la otra, también es necesario trascender la sensación de alejamiento en el ánimo de los habitantes de Asturias para que de ese modo se desinflen diferencias que no deben ser. Que no existan aquellos que se sienten más o menos integrados, más o menos favorecidos por su cercanía al centro, más o menos participantes en la vida de la Comunidad, más o menos dejados de la mano de las instituciones, más o menos parte que actúa y se beneficia de lo común. Son barreras que nos perjudican y nos condicionan, y que no podemos seguir permitiéndonos si pretendemos, de una vez por todas, apuntalar las bases de ese futuro que se presenta difícil pero con posibilidades.
Para concretar ese cambio es imprescindible que se continúe trabajando en la dirección correcta, creando infraestructuras que faciliten la comunicación entre las distintas zonas y que permitan la circulación ágil, en un momento en el que la movilidad para trabajar, para el ocio, para el comercio, resulta fundamental. Los atascos kilométricos, las espectaculares retenciones que se han vivido este verano son una imagen del siglo pasado, alejada de la Asturias que queremos ser. Hoy, es vital mantenernos conectados al mundo, sin parones y con rapidez. Por eso es necesario rematar lo comenzado, mantener las inversiones y dedicarles esfuerzo y recursos humanos. Para una región como ésta, tremendamente condicionada por su orografía, disponer de una red de comunicaciones a la altura de las exigencias del siglo XXI es más que básico: es una cuestión de supervivencia. Por eso aunque nos pese y nos moleste, queremos seguir viendo en las márgenes de las carreteras ese triángulo amarillo que nos advierte: precaución, obreros trabajando.
Qué buena señal para Asturias.

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