La pandemia dio un importante empujón para que naciera una nueva modalidad laboral, el teletrabajo. Eso de trabajar donde uno quiera o cuando pueda, es algo que quien más o quien menos ya hemos experimentado alguna vez. La próxima revolución del empleo serán las semanas laborables de cuatro días. Un asunto que muchos ven o veían como imposible, pero que algunos ya están empezando a implementar.
El Ministerio de Industria ha puesto en marcha un programa piloto para la reducción de la semana laboral a cuatro días sin recortar el salario. El programa busca impulsar la mejora de la productividad en pequeñas y medianas empresas privadas que desarrollen una actividad industrial a través de ayudas de hasta 200.000 euros si reducen durante un mínimo de dos años un 10% de la jornada laboral, pero sin reducir los salarios. El objetivo de este plan es obtener datos durante 24 meses que permitan recoger información de valor para luego determinar si es factible ampliar esta iniciativa al resto de la economía. A esta propuesta se han sumado 41 PYMES de toda España, tres de ellas asturianas.
La semana laboral de cuatro días supone trabajar menos tiempo y producir lo mismo o más incluso, vamos, ¡el sueño de empresarios y trabajadores! Se basa en una regla muy sencilla: 100-80-100. Es decir, se mantiene el 100% del salario; los trabajadores desempeñan sus funciones el 80% de tiempo y la eficacia se mantiene al 100% ¿Es esto posible? ¿Dónde hay que firmar dirían muchos?
Posible sí es. El mayor experimento que se ha realizado hasta el momento con este tema se ha llevado a cabo en Reino Unido. Durante seis meses 61 empresas ofrecieron a sus empleados trabajar cuatro días manteniendo el mismo salario. El resultado ha sido muy positivo: El 95% de las compañías confirmaron que su productividad se había mantenido o incluso incrementado durante este período de prueba y que el bienestar de los trabajadores había mejorado, las bajas por enfermedad se redujeron en un 65% mientras que la fuga de talento cayó un 57% respecto al año anterior. Al final el 83% de empresas decidieron introducir este cambio de forma permanente.
Este caso contrasta con otro llevado a cabo en nuestro país. La empresa Telefónica ofreció a varios de sus empleados la posibilidad de trabajar cuatro días por semana, pero sacrificando el porcentaje correspondiente de su sueldo -un 16%-. Resultado: solo un 1% de trabajadores aceptaron la propuesta.
Actualmente la jornada máxima legal es de 40 horas semanales, tal y como recoge el Estatuto de los Trabajadores, pero las empresas siempre pueden mejorar este horizonte a través de pactos o convenios como hizo en 2020 la empresa Software DelSol (Jaén), primera que lo aplica en España, que ha aumentado un 80.8% su facturación desde que puso en marcha esta medida. Una parte de la plantilla trabaja de lunes a jueves y otra, aunque libra los fines de semana, trabajan en bloques de cuatro días continuados de forma rotativa. Detrás de ello, dice la compañía, hubo muchas reuniones entre la Dirección de la empresa, el Comité de empresa y Recursos Humanos, pero tres años después el balance es positivo.
Hay quien dice que medidas de este tipo no van a funcionar en nuestro país porque nuestro tejido productivo está formado en su mayor parte -y en Asturias especialmente- de micropymes (menos de 10 trabajadores), y esto hace que, en muchos casos, el tamaño, la profesionalización y la digitalización de las empresas no sea suficiente para incrementar la productividad y la eficiencia, cosa que sí pueden hacer las empresas de mayor tamaño. ¿Sería este un hándicap? Pues para muchos, no tiene por qué ser una razón de peso, más si tenemos en cuenta que de toda la UE, los españoles somos los que más cantidad de horas estamos en el trabajo, sin embargo, esas horas no son tan efectivas como las de otros países de Europa. Dicho de otra forma, no se trata de trabajar más o menos, sino de trabajar mejor.
Se abre ante nosotros la posibilidad de reenfocar la actividad laboral fuera del marco mercantilista, tantas horas por tanto dinero, y más en términos de objetivos, proyectos… eso a la larga da más libertad, supone un mayor estímulo y motivación para los trabajadores y se traduce en una mejora para la empresa.
Parece que los que lo han probado les ha salido bien. Si el teletrabajo fue un avance en nuestras vidas, ¿por qué no lo puede ser la semana de cuatro días laborables? ¿Serán las empresas lo suficientemente flexibles para incorporar este tipo de propuestas? Tres empresas asturianas nos contarán sus experiencias.