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domingo 24, noviembre 2024

Ainhoa Sánchez, wingwalker. La que danza en el cielo

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Es la primera y única wingwalker de España, una disciplina dentro de la aviación deportiva que aúna la danza con la acrobacia aérea. Ainhoa Sánchez lleva once años realizando coreografías de altos vuelos, demostrando que los límites están ahí para ser desafiados y los cielos conquistados. ¿Por qué no? “El espectáculo en el aire es lo más llamativo, pero lo más importante es lo que no se ve”. Para conocer precisamente esto, hablamos con esta vasca de nacimiento y asturiana de corazón que es, además, energía inspiradora.

-¿Cómo nace Spain Wingwalking, tu pionera aventura empresarial?
-Pues nunca pensé dedicarme a cosas de este calibre. Estaba diseñando un calendario para la empresa de aeronáutica en la que trabajaba por aquel entonces y pensé “¿por qué no hacerlo sobre la gente que va fuera de los aviones?”. Aquel tema me cautivó y en vez de dejarlo ahí decidí probarlo. Y ahí se me fue un poco de las manos. Sentí muchísima curiosidad y no quise quedarme con las ganas, quería hacer lo mismo que hacía esta gente. Una cosa me fue llevando a otra y acabé en el Reino Unido subida en un avión y como aquello no se me dio mal, me ofrecieron trabajo y fui encadenando cosas hasta hoy.

Ainhoa Sánchez, wingwalker
Foto: Eduardo Diéguez

-Creo que cuando te subes por primera vez al ala de un avión, te dijeron que parecía como si lo hubieras hecho toda tu vida. ¿Estabas predestinada a ello sin saberlo?
-¡Es que fue así! Algo totalmente natural. Demostré mi habilidad sin saber que la tenía dentro y también mi pasión, yo creo que por eso me contrataron. Si me lo dicen antes hubiera pensado ¡qué locura más grande! Siempre me he dejado llevar por las oportunidades que iban surgiendo y lo que sentía hacer en cada momento. Creo que cuando tú quieres algo de verdad y crees en ello te aparece en el camino.

-El wingwalking sólo se practica en seis países del mundo y, en España, sólo hay una persona que se atreve con ello y eres tú.
-Esa información creo que está un poco desactualizada porque va variando a lo largo del tiempo. Canadá, EEUU y Reino Unido son los principales exponentes. A ellos hay que añadir a Suecia, Suiza y ahora, España. En Alemania y Brasil hubo equipos, pero ya no están en activo aunque sus wingwalkers se dedican a otra cosa.

“Más que ser la primera, para mí lo más importante es la experiencia que me ha proporcionado y me ha convertido en la persona que soy. No hay un manual para hacer esto, no existen escuelas, ha sido todo un aprendizaje basado en el ensayo y error”

-¿Qué se siente al abrir camino y ser la primera wingwalker española?
-No te das cuenta de esto hasta que empiezas a ver las entrevistas y tomas conciencia del camino recorrido. Más que ser la primera, para mí lo más importante es la experiencia que me ha proporcionado y me ha convertido en la persona que soy. No hay un manual para hacer esto, no existen escuelas, ha sido todo un aprendizaje basado en el ensayo y error. Si transitas por este incómodo camino lleno de constantes desafíos haciendo lo que realmente te gusta, entonces tienes muchas opciones de que te vaya bien.

-¿Dirías que es tu sueño hecho realidad?
-No podría afirmarlo porque yo nunca deseé hacer esto. No puedo decir aquello de ‘yo de pequeña quería volar’ porque no es mi caso. Fíjate que empecé a volar con 36 años. Nunca tuve claro lo que quería hacer, el sistema educativo no te conduce para brillar en lo que eres bueno, así que me busqué mi propia profesión. En mi caso, todo comenzó por una enorme curiosidad que ‘se me fue de las manos’ (risas). Hay que seguir esas curiosidades que te surgen en la vida. Al final piensas, ¿por qué no cruzar el límite de mi zona de confort? ¿A ver qué pasa si sigo? Y eso es lo que hice.

“Nunca tuve claro lo que quería hacer, el sistema educativo no te conduce para brillar en lo que eres bueno, así que me busqué mi propia profesión. En mi caso, todo comenzó por una enorme curiosidad que ‘se me fue de las manos’”

Ainhoa Sánchez, wingwalker
Foto: Pascal Vicaire

-¿Qué opinaron tus padres cuando llegaste a casa y dijiste que querías bailar sobre las alas de un avión?
-¡Ufff! Supongo que como todos los padres… Al principio no les pareció buena idea. Al final conseguí que vinieran a verme volar y aunque no les gusta muchísimo, me apoyan a su manera. Creo que ya se han acostumbrado, aunque reconozco que es algo impactante. Pienso que hay que aceptar las rarezas o particularidades de cada persona, y hay que dejarse guiar por esa intuición.

-¿Cómo es la preparación física y mental antes de subirse ahí arriba? ¿Qué es lo que no se ve de tu espectáculo?
-Antes de todo eso hay que construir al ser humano que eres porque sin eso no hay nada. Esto no va de volar, al final es lo que menos hacemos, sino de trabajar en tu mejor versión. El 95% de lo que hago no es volar. Han pasado once años desde que debuté en Irlanda, he tenido que dar un montón de pasos hasta conseguir el equipo que tengo ahora cien por cien español.
Cuando emprendes un proyecto de este tipo has de prepararte como un deportista de alto rendimiento: tienes que llevar una disciplina en todos los aspectos si quieres tener la energía suficiente. No es ir tres veces a la semana a un gimnasio, es tener unos buenos hábitos como higiene del sueño, actividad física, entrenamiento mental, todo lo que te ayude a vivir bien. Yo en esto pienso a largo plazo porque es una inversión en salud. Además de los hábitos saludables es importante también el estar abierta a vivir en una incomodidad permanente, en la incertidumbre, aprender a hacer cosas de las que no tienes ni idea como las finanzas, cosas que no te enseñan en ningún sistema educativo.
Practico la danza clásica, me encanta porque me permite tener agilidad física y mental, así como el CrossFit, pilates, senderismo… me gustan los deportes de invierno, los de agua, el deporte en general. Lo he vivido en casa, mi madre -profesora de INEF- se ha dedicado siempre al deporte. Salir al campo, disfrutar del contacto con la naturaleza, honrar a tu cuerpo y a tu salud es muy importante y son los valores que yo defiendo.

“Esto no va de volar, al final es lo que menos hacemos, sino de trabajar en tu mejor versión”

-Háblame un poco de tu equipo. ¿Quiénes forman parte de él?
-En todos estos años ha colaborado muchísima gente hasta construir lo que es este proyecto hoy en día. Personas desde la otra punta del planeta nos han apoyado, dado información. Actualmente, el equipo está compuesto por pilotos, mecánicos, ingenieros y equipo de tierra que es eso que no se ve, el backstage, que al final son muy necesarios para hacer todos los trámites a nivel logística. Hay mucha gente que trabaja en la sombra y todos somos importantes para que esto salga adelante.
El pasado mes debutamos en España e hizo falta mucha gente para trasladar el avión y mover todo lo que hace falta a nivel técnico, de recursos humanos. Al final sólo se nos ve al piloto y a mí, pero todo eso sale adelante porque toda la gente empuja a la vez.

Ainhoa Sánchez, wingwalker
Foto: Wendy Gómez Photographer

“El piloto es mi pareja de baile en el aire (…) Los dos tenemos que ir acompasados. Al final, el wingwalking es arte en movimiento controlado por un piloto en el que confías al cien por cien y con solo mirarle ya sabes lo que piensa”

-Has dicho que tu piloto es el 50% de la actuación. ¿Cómo es esa relación?
-Es mi pareja de baile en el aire. El escenario, en vez de estar al lado de las butacas está un poquito más alto, es el avión. Los dos tenemos que ir acompasados. La confianza es el punto más importante, la comunicación es vital y a ello hay que sumar la honestidad con lo que está pasando, porque nadie lo sabe todo y ser humilde con eso y comunicarse es primordial. Ten en cuenta que nosotros no llevamos micro, nos comunicamos por señales de mano e intuición. Es todo muy visual, al final el wingwalking es arte en movimiento controlado por un piloto en el que confías al cien por cien y con solo mirarle ya sabes lo que piensa. Es un trabajo en equipo.

-En este camino que has recorrido ¿cuál es el reto más complejo al que te has enfrentado?
-El reto es convertirse en la persona adecuada para conseguirlo, que es todo eso que no se ve. Eso ha sido para mí lo más desafiante, porque cuando empecé en todo esto no tenía ni idea de nada. Era otra persona distinta. Las cosas fluyen porque estás en el sitio adecuado, con la gente adecuada, pero hasta que tú no eres la persona adecuada, no llega. Y eso es tan importante como el resto de las cosas.

“Estuve en Reino Unido tres años, pero una cosa es volar para una empresa y otra comprarte un avión de esas características, modificarlo para hacer esas acrobacias, formar a pilotos en esta disciplina y montar ese circo en España”

-¿Y cómo fueron esos primeros pasos?
-No sabía nada… hice un calendario, investigué un poco sobre los pioneros en esta disciplina, empecé a conocer gente, y mi curiosidad me llevó a todo lo demás. Tuve ocasión de conocer a personas que practicaban el wingwalking en aquel momento, que fueron mis mentores, a eso yo le añadí la pasión. Esa fue la clave, no era que me interesaba un poco, es que yo lo quería todo. Estuve en Reino Unido tres años, pero una cosa es volar para una empresa y otra comprarte un avión de esas características, modificarlo para hacer esas acrobacias, formar a pilotos en esta disciplina y montar ese circo en España. Sé que puede sonar idílico todo eso, pero me ha costado llegar hasta aquí once años de mi vida.

-¿Qué historia tiene el avión que compraste? Por lo visto, también te estaba esperando…
-¡Es verdad! Aún hoy se me ponen los pelos de punta cuando lo recuerdo. Estuvimos como dos años buscando un avión de un modelo muy concreto para poder hacer esto. Hace unos años conocí a un señor en Madrid que tenía un avión como el que yo quería en Palma de Mallorca -algo muy raro porque en España no hay estos modelos-, nos intercambiamos los teléfonos y la conversación quedó ahí. Años más tarde me entero que ese señor lo quiere vender: tenía matrícula española, el motor era justo el que necesitaba, vamos, que era todo perfecto. Así que me desplazo hasta allí y después de negociar varios meses lo compré y me lo traje para casa. No tenía ni idea de cómo se arrancaba un avión, pero era lo que quería, el resto era sólo aprender y para eso tenía tiempo.

“Cuando estás en el aire todo lo que tienes fuera es más fuerte que tú. El motor genera mucha masa de aire, tienes las fuerzas G en tu contra que hacen que tu cuerpo pueda llegar a pesar cuatro veces más”

-Pero el avión te guardaba más sorpresas…
-Sí, es un modelo de 1943 y antes de venir a España estuvo en otros países de Europa. De nuevo, movida por mi curiosidad, se me ocurrió hacer una especie de árbol genealógico para contactar con el mayor número de propietarios vivos en el mundo. Conseguí llegar hasta el cuarto. Y, casualmente, en 2022 -como me movía en redes sociales- me contactó el nieto de uno de los expropietarios que era de Bélgica. Me dijo que gracias a su abuelo y a ese avión se había hecho piloto. Tuvimos una conversación muy interesante y le agradecí todo lo que me contó. En el fondo, su abuelo no quería que aquel avión acabara en una chatarrería. Así que en mi primer entrenamiento volando fuera del avión en España me hice una foto y se la envié, y al día siguiente su abuelo falleció. Era como si pudiera descansar en paz después de ver que su avión seguía volando.

-¿Qué pasa por tu cabeza cuando estás ahí arriba? ¿Qué piensas? ¿Qué sientes?
-Mucha concentración. Al final es como si estuvieras en un estado de meditación. A mí eso me ha servido mucho a nivel de ejercicio personal. Nadie me había enseñado cómo hacerlo. Poder desarrollar una atención plena en este mundo donde fluye continuamente tanta información y hay tantas distracciones es una gran ventaja. De hecho, cuando vuelo, estoy fuera del avión, y la concentración ha de ser total. Vivir esa experiencia es un privilegio, un regalo.

Ainhoa Sánchez, wingwalker
Foto: Wendy Gómez Photographer

-El entrenamiento supongo que lo haces en tierra, pero luego moverte ahí en el aire, un medio tan hostil y a tanta velocidad, tiene que ser bastante complicado.
-Por supuesto. Todo lo que tienes fuera es más fuerte que tú. El motor genera mucha masa de aire, tienes las fuerzas G que van contra ti que hacen que tu cuerpo pueda llegar a pesar cuatro veces más. Es un medio muy hostil: te bajas con los pelos enredados, te cuesta mucho respirar, es desafiante, no es nada cómodo, pero al final te acostumbras o te mentalizas.

-¿Cómo se consigue gestionar el miedo allá arriba?
-Tengo un amigo que se llama Julio de la Iglesia que tiene un libro titulado El miedo es de valientes. Me gusta el título porque define muy bien qué es eso. El miedo es de valientes y tienes que gestionarlo en la situación en la que estás. El miedo lo combates con formación y conocimiento, sabes lo que va a pasar y tienes herramientas, recursos y un procedimiento para hacerlo.
Por ejemplo, el hecho de que cuando ves un león salgas corriendo, es un mecanismo natural; sabes que eso probablemente te va a pasar y te preparas para ello. Es importante entender cómo se producen las emociones y trabajar esa inteligencia emocional para poder gestionar lo que estás sintiendo, para ello has de tener conocimiento sobre tu persona, sobre lo que sientes, tener autoescucha interna y conocimiento sobre ti mismo. Aunque a la gente le parezca increíble, yo tengo vértigo, pero cuando vuelo me pasan cosas diferentes, las referencias cambian. En cambio, si tengo que asomarme en un edificio muy alto pues te digo que a lo mejor no lo hago. Pero todo eso se gestiona, como cualquier fobia. En el fondo es cuestión de entrenamiento.

“Es importante entender cómo se producen las emociones y trabajar esa inteligencia emocional para poder gestionar lo que estás sintiendo (…). Aunque a la gente le parezca increíble, yo tengo vértigo, pero cuando vuelo me pasan cosas diferentes, las referencias cambian”

-¿Qué es lo que más te satisface de tu trabajo?
-El hecho de poder hacer esto, volar así es un regalo. También me ofrece un montón de oportunidades a nivel de crecimiento interno, capacidad para resolver cosas que nunca me imaginé. Me permite seguir preparándome y aprendiendo porque es algo que no tiene fin. Es como si hubiera encontrado una llave maestra que me abre todo… Yo en el futuro puedo hacer ya lo que quiera. Si soy capaz de hacer esto, ¿por qué no voy a serlo para hacer cualquier otra cosa?

-¿Te dedicas a esto a tiempo completo?
-Ahora sí. El primero que tiene que apostar por uno mismo es uno mismo. Primero has de confiar en ti para que luego los demás lo hagan. Estoy ahora en la fase de conseguir patrocinadores, esto es una ventana publicitaria brutal. Nuestra actividad es muy atractiva visualmente hablando y llega fácilmente a los medios de comunicación.

“Es como si hubiera encontrado una llave maestra que me abre todo… Pienso que, si soy capaz de hacer esto, ¿por qué no voy a serlo para hacer cualquier otra cosa?”

-¿En qué eventos participas?
-Estamos preparando el debut en Madrid en la Fundación Infante de Orleans para después del verano. Será la primera vez que un equipo de wingwaking vuele en la capital de España en el aeropuerto histórico de Cuatro Vientos. Prácticamente todo lo que tenemos programado son debuts, participaremos en distintos eventos tanto privados como festivales aéreos en España y Portugal. Estoy entregada en esto a tiempo completo dirigiendo mi equipo y construyendo este proyecto.

-¿Tienes diferentes espectáculos?
-Sí, tenemos lo que denominamos show estático que es la posibilidad de ver el avión en tierra junto con otros; la gente entra, ve la exposición, se pueden hacer fotos, hablar con nosotros. Tenemos lo que es el vuelo a baja altura, -unos sesenta metros- en los que unimos la danza clásica y la acrobacia, y por último tenemos la parte acrobática que es el tipo de exhibición donde el avión hace las piruetas con humo, giros invertidos, loopings.

Debut de Ainhoa Sánchez el mes pasado en Motril.

“Parece que solo importa la velocidad a la que vas, y claro que es impactante, pero es que para llegar ahí han pasado muchas cosas que no se ven y son las más importantes”

Ainhoa Sánchez, wingwalker
Foto: Wendy Gómez Photographer

-También diseñas tu vestuario…
-Me encanta todo lo relacionado con el mundo de la creatividad y sí, también diseño mis propios trajes.

-Si echas la vista atrás, ¿a qué darías las gracias?
-A la vida. Doy las gracias a mis padres por habérmela dado para poder vivir esto. El acto más grande de amor es que te den la vida para que puedas vivir cosas así.

-En este tiempo, ¿qué poderes has descubierto de Ainhoa?
-El poder de la confianza y de la constancia. Eso vale más que la inteligencia. La constancia es un superpoder. Tengo una frase aquí en mi despacho que dice: “El superpoder de hacer algo pequeño cada día”. Es como decir que leo solo 15 minutos al día… ya, pero luego verás que al cabo de un año a lo mejor te has leído veinte libros. El no tirar la toalla es un superpoder. Ser amable contigo mismo es otro.

-¿Qué les dirías a aquellos que piensan que lo que haces es una locura?
-Les contestaría lo que decía Dalí: “La única diferencia entre un loco y yo es que yo no estoy loco”.

-Tu show es de gran belleza, pero más aún tu interior, lo que no se ve y en el fondo lo mueve todo. Gracias, Ainhoa, por compartirlo.
-Es que nadie habla de eso. Parece que sólo importa la velocidad a la que vas, y claro que es impactante, vas a 240 km/h con la pierna en alto aguantando fuerzas G, pero es que para llegar ahí han pasado muchas cosas que no se ven y son las más importantes.
Mira, en abril del año pasado me dieron en Oviedo, en el hotel Reconquista, el Premio Internacional de Aviación “Air Hostess 2023” en la categoría Mención Especial. Es el primer reconocimiento que dan a este proyecto y además me lo dan en Asturias, no te puedes hacer idea de la ilusión que me hizo. Tengo sangre asturiana porque la familia de mi padre es de Navia, me crie allí y aunque ahora viva en Madrid puedo decir que casi conozco más Asturias que esto.

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