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jueves 21, noviembre 2024

Ovetense por vocación. Carmen Ruiz-Tilve, cronista de Oviedo

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Se declara apasionada de la ciudad de la que es Cronista Oficial, pero inmediatamente avisa: ‘Ojo, que no es una pasión ciega’. Es Licenciada en Filología y Doctora por la Universidad de Oviedo y, con la experiencia vital que inevitablemente se adquiere tras 35 años lidiando en las aulas, Carmen Ruiz-Tilve se encarga de tomarle el pulso a la ciudad, y lo hace además combinando el corazón y la cabeza.

Tanto su currículum académico como sus logros literarios se encuentran con facilidad consultando en internet, sin embargo cuando este entrevistador le comenta fragmentos de su trayectoria Carmen se sorprende, se permite incluso cierto candor de tintes decimonónicos, muy acordes a la ciudad de la que hace crónicas, y exclama con cierta ingenuidad: «Sabes mucho de mí, ¡qué susto!».

Carmen Ruiz-Tilve posa en su casa rodeada de fotografías y recuerdos. Desde ahí despliega una actividad creativa asombrosa: colaboradora de distintos medios, articulista, novelista, escritora. También, como Cronista Oficial de la ciudad de Oviedo -es una de las pocas mujeres en España que desempeña esa labor- hace de puente entre el antes y el ahora de la ciudad y de los tiempos. Unos tiempos que le han dado algún disgusto reciente: internet, entidad abstracta, le ha robado su última obra antes de que ella la echase a andar como estaba previsto, es decir en un libro de papel, negro sobre blanco, como debía ser. Así recibe, todavía entre la sorpresa y el chasco, pero decidida ya a continuar en lo suyo: escribir, escribir, escribir.

-El pasado diciembre el Ayuntamiento de Oviedo puso su nombre a una calle del barrio de La Florida. ¿Qué le pareció el reconocimiento?
-Una gran sorpresa porque yo nunca he pedido nada, y menos honores, así que simplemente lo acepté. Cuando fui a la calle me encontré con que era un sitio completamente rural, había vacas, había árboles… ¡Y también tengo un colegio estupendo en La Corredoria! Este me tiene entristecida porque la administración ha paralizado una contrata y los niños tienen que estar en barracones. Pero bueno, qué más puedo pedir que un colegio y una calle. Me parece una cosa maravillosa.

«Quizá no valoremos bastante la universidad. Quizá tampoco lo merezca tanto como en otro tiempo. En cualquier caso, será porque es mi oficio, pero a mí me parece algo importantísimo»

-Hay pocas calles con nombres femeninos en Oviedo.
-Ciertamente. Lo dije en la parrafada que eché en ese acto: las mujeres no llegamos al 5% del callejero. Hay muchas que pasaron por la historia de la ciudad, bajo muchos puntos de vista, y no aparecen en las calles. Yo no tengo nada en contra de los caballeros, pero de alguno habría que preguntarse por qué está ahí.

-2014 ha sido un buen año para usted. También le concedieron uno de los premios Timón de la asociación L’Arribada.
-Sí, son cosas digamos ‘inocentes’, no premios oficiales que requieran un comportamiento determinado. Mi ventaja es que soy libre como un pájaro. Ni ataco ni tampoco adulo a nadie. Sigo trabajando mucho, a mi aire, y todo lo que venga me parece bien.

-Es usted una escritora sumamente prolífica, tiene numerosos libros publicados…
-Sí, cincuenta y dos, luego te comento una cosa del último…

-Además colabora habitualmente en prensa, forma parte del jurado de la Fundación Princesa de Asturias…
-Eso me gusta especialmente, ser jurado del Pueblo Ejemplar.

«Las mujeres no llegamos al 5% del callejero. Hay muchas que pasaron por la historia de la ciudad y no aparecen en las calles. Yo no tengo nada en contra de los caballeros, pero de alguno habría que preguntarse por qué está ahí»

-¿De dónde saca el tiempo?
-El tiempo… El tiempo pasa, pero como yo tengo el lujo de poder hacer lo que quiero y en esta casa se puede escribir muy bien… pues aquí estoy.

-Lleva además siendo Cronista Oficial de Oviedo más de 12 años. ¿No siguen siendo la excepción, las mujeres cronistas?
-El septiembre pasado hubo un congreso nacional de cronistas aquí en Oviedo y estuve en las ponencias. Hubo muy buen nivel, mejor de lo que yo esperaba. Creo que los cronistas somos unos perfectos desconocidos, y sí es cierto que hay muchas mujeres con capacidad para asumir ese papel, pero ocurre lo de siempre: es un oficio de hombres.

-Oviedo siempre se ha caracterizado por tener un amplio programa cultural durante todo el año. ¿Echa algo en falta?
-Pues, para empezar, salas de exposiciones, públicas y privadas. La oferta artística está venidísima a menos. Las salas privadas están haciendo auténticos milagros. Acaba de cerrar la Galería Caicoya, en la calle Asturias, y estoy harta de cierres. La oficialidad, ya que está ahí, debería aportar buenas salas, buenas exposiciones y un patronazgo eficaz. Y eso no lo veo.

 «Fíjate qué terrible es esto que te voy a decir: empiezo a ver más gente que lee debido a la crisis. Paso por el Campo San Francisco y veo a gente sentada en un banco, leyendo, lo cual es a la vez una maravilla y una desgracia»

-¿Cómo nos ha cambiado el uso de internet?
-Internet es un auxiliar estupendo, pero nada más que eso. La gente entra en internet y pierde la costumbre de leer, por eso ahora se venden poquísimos libros. También el lenguaje se está resintiendo. Tristemente, lo veo irreversible.
De todas formas fíjate qué terrible es esto que te voy a decir: empiezo a ver más gente que lee debido a la crisis. Paso por el Campo San Francisco y veo a gente sentada en un banco, leyendo, lo cual es a la vez una maravilla y una desgracia, porque no tienen trabajo y saben que hay estupendas bibliotecas con las que llenar el tiempo.

-Ha sido profesora durante 35 años, ¿qué le aportó la Universidad?
-Le debo mucho a la Universidad y la Universidad me debe algo a mí. No es ese ente maravilloso que nos describen, sino que está compuesta por personas y las personas somos como somos. Siguen funcionando mucho las camarillas, las presiones, las componendas por encima del verdadero conocimiento. La Universidad puede ser una gran madrastra.

-¿Cree que habría que plantear un cambio de modelo?
-Pues quizá sí. Yo hice dos oposiciones, una de biblioteca y otra de docente. Para conseguir aquello había que estudiar y había que luchar. Este sistema de las cátedras no me gusta nada, eso de ir acumulando papeles, congresos, méritos que igual no lo son tanto… Queda en un puesto menor la pura docencia y hay demasiado distanciamiento. No, definitivamente no me gusta el sistema. Vale más un tribunal.

«La oferta artística de Oviedo está venidísima a menos. Las salas privadas están haciendo auténticos milagros. La oficialidad, ya que está ahí, debería aportar buenas salas, buenas exposiciones y un patronazgo eficaz. Y eso no lo veo»

-¿Qué aporta entonces la Universidad a la sociedad actual?
-Vamos a ver, a mí me parece una institución importantísima. El hecho de que en 1608 el fundador (Fernando de Valdés Salas) lograse que esta región norteña olvidada y llena de analfabetos, de pronto tuviese una universidad es fabuloso, y ese lujo lo hemos mantenido hasta hoy. Con zancadillas, pero lo mantenemos. Ten en cuenta que ahora hay muchísimas universidades en España, pero cuando había doce, una era la de Oviedo.
Quizá no la valoremos bastante. Quizá tampoco lo merezca tanto como en otro tiempo. En cualquier caso, será porque es mi oficio, pero a mí me parece algo importantísimo.

-¿En qué nuevos proyectos está trabajando ahora?
-Te decía antes que te iba a contar la aventura de mi último libro, que sería el número cincuenta y dos, y es ésta: iba a salir en enero, pero decidí no publicarlo porque me lo plagiaron en internet. Me veo en el trance de ver un libro mío, todo un texto, dos años de trabajo, en Facebook. Nunca me había pasado. A lo mejor un día lo recupero, no sé cómo, porque hay que meterse en pleitos… Después de esto podría decir que no hago más, pero tengo un talante muy positivo para continuar. Al fin y al cabo nunca escribí para hacerme rica, ¡bien me hubiera gustado! Ahora tengo empezado algo que pienso llamar Segunda mano, sobre la crisis que estamos viviendo. Aquí mismo, si nos asomamos al balcón, vemos que cierran las tiendas y que en las ventanas de las casas pone Se vende o Se alquila. Creo que me va a salir una «nivola» como decía Unamuno, y no una novela, pero quiero escribir eso. ¿Y si me lo vuelven a plagiar? Pues no sé. Antes iba a misa la letra impresa; ahora va a misa lo que está metido en la pantalla. El mercado está subvertido.

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