Por sorpresivo que parezca, el interior de nuestro planeta Tierra se encuentra dividido en 4 capas: CORTEZA, MANTO, NÚCLEO EXTERNO Y NÚCLEO INTERNO.
LA CORTEZA: La corteza es la capa más externa de la Tierra, está compuesta por roca sólidas, rígidas y frías con un espesor variable que va desde los 5 hasta los 80 km (granito y basalto). Hay dos tipos de corteza, oceánica y continental. La corteza oceánica forma los fondos de los océanos y es la parte más fina y densa de esta capa (máximo 5 km de espesor). Por su parte, la corteza continental, puede alcanzar hasta los 80 km de profundidad y está formada por rocas menos densas, principalmente granito.
La corteza, en conjunto con la parte superior del manto, constituye lo que hoy conocemos como la litosfera, una capa rígida dividida en fragmentos que recubre a otra capa más plástica que se llama astenosfera.
El MANTO: El manto rodea al núcleo externo y puede alcanzar hasta los 2900 km de espesor, es por lo tanto la capa más espesa del interior de la Tierra y ocupa aproximadamente el 85% del volumen terrestre. El manto se encuentra en un estado semisólido y está compuesto por rocas de densidad muy alta a elevadas temperaturas (ricas en hierro, magnesio y silíceo).
EL NÚCLEO: Localizado en el centro de la Tierra, el núcleo se subdivide en dos capas: núcleo externo y núcleo interno.
El núcleo interno tiene unos 1216 km de espesor y alcanza temperaturas superiores a los 5000ºC, se encuentra en estado sólido y está compuesto principalmente por hierro y níquel. Por su parte, el núcleo externo rodea al núcleo interno, tiene un espesor de 2270 km y alcanza temperaturas de más de 3500ºC, a diferencia del núcleo interno este se encuentra en un estado líquido. Debido a la diferencia de presión entre estas dos capas el núcleo interno está rotando dentro del núcleo externo. Este movimiento de rotación de esta gran “bola” gigante de hierro y níquel es la responsable del campo magnético terrestre.