Rambo ha estado en Tenerife, yo también. Él en Santa Cruz, yo en el Puerto; él rodando con Paz Vega, yo paseando con la señora que me aguanta; él entrevistado en la tele, yo colaborando en el programa de Radio Pimienta para Radio Lena. Él firmó autógrafos; yo tampoco.
Contaban que anduvo el Sr. Stallone por uno de esos restaurantes que acogen a famosas y famosillos; nosotros tuvimos la suerte de comer en El Calderito de la Abuela, cito en concreto un cherne encebollado como plato estrella, regado con un Terral tinto de su propia cosecha. Está entre La Orotava y Santa Úrsula, igual que la Cueva de Bendomo, que no es un sitio para comer, sino para estudiar a la población indígena anterior a la Conquista. Por fin las autoridades se han puesto de acuerdo para financiar la investigación. Encargada, por cierto, no a la Universidad, sino a una empresa privada; que hasta la Arqueología puede ser negocio.
De ambos asuntos me entero a través del Diario de Avisos, que se subtitula «Decano de la prensa de Canarias. Fundado en Santa Cruz de La Palma en 1890». Al Calderito le ha entregado uno de sus premios anuales de Gastronomía. «¿Cómo eres capaz de leer ese diario?», me pregunta uno que no lee ninguno; en su opinión no atesora suficiente calidad. Como se ve en la imagen, hay profesionales en todas partes; en este caso han descubierto el típico timo de copia/pega, el informe sobre valoración de puestos de trabajo, por el que pagó sus dineros el Ayuntamiento de San Cristóbal de La Laguna, es el mismo por el que le cobraron anteriormente al de Montalbán de Córdoba.
Esta es una de las tareas de la prensa, investigar y contar. Mi enhorabuena. Lo que no empece para señalar con el dedo cuando se equivoca; el mismo diario, dos días después, es capaz de sacar una portada como para enmarcar: Adorna su cabecera con el lazo lila del feminismo, -por aquello del día contra la violencia machista-, a la par que debajo exhibe a las seis finalistas de uno de esos concursos que constituyen su antítesis, la elección de Reina del Carnaval. Todas ellas maquilladas, peinadas, manicuradas, uniformadas y fotografiadas por las mismas manos.
Como solemos, habíamos viajado a Tenerife por San Andrés, que nos parte los sentimientos entre Les cebolles rellenes del Entrego y la apertura del vino de la DOP Tacoronte-Acentejo. Este año hemos podido estar en ambas. La de San Martín del Rey Aurelio ya la conocéis, solamente señalar que en esta edición han recordado los años del Madison, discoteca heredera de la sala de fiestas Linares, que a su vez sucedió al cine Colón; diferentes generaciones se entretuvieron y se amaron entre sus paredes. Merecido homenaje a Pedro Hernández, que ejerció de pinchadiscos. DJ, le dirían ahora. Un buen chaval de Barros, amable con todo el mundo, que se inició de técnico en Radio Langreo y se niega a jubilarse en Radio Nacional.
En el San Andrés del norte tinerfeño, disfrutamos mucho los niños haciendo ruido con los trenes de cuerda y latas por las calles, en recuerdo de los carros que bajaban el vino para embarcar en el Puerto de La Orotava, hoy Puerto de La Cruz. En Icod se deslizan con tablas a toda velocidad y a pecho descubierto por aquellas empinadas calles. Y en La Concepción, en La Laguna, se degustan los vinos mientras saludamos a las amistades, envueltos en el humo que nos orienta a las castañas.
Las pizarras de los restaurantes son fuente de información y carnaza para esta página. Observen la carta de postres del Calderito: el autor gasta caligrafía poco precisa, así es difícil entender si ha escrito «limón» o «unión», pero el asunto es otro: ha sido capaz de escribir correctamente panna cotta, un postre italiano a base de nata, sin embargo no sabe cómo se denomina una planta en castellano. No se conoce un bardo de nombre Rui al que se haya dedicado un pastel, se anuncia una tarta con una base vegetal de la que yo desconfiaría, porque el ruibarbo tradicionalmente se usaba como purgante. (Preferí el helado de limón con hierbabuena)
En fin, dentro de nada Año nuevo; como de costumbre las teles competirán por los mejores escotes, que no siempre van acompañados de las mejores cabezas; una de las habituales en este menester declaró: «Hay costumbres extrañas, por ejemplo, en EE. UU. en vez de comer uvas se besan las personas que se aman». Reconozco que soy raro, no tomo las uvas, -suelo preferirlas embotelladas-, me parece un asunto sin sentido, y sin embargo me gusta abrazar y besar a las personas de mi entorno para desearles un año mejor. Como a todos ustedes, que cada mes me acompañan.
No quiero dejar de regalarles, a modo de cierre, una sonrisa. Oigo la voz de Makoke, una profunda pensadora que aparece regularmente en alguno de los programas intelectuales de la 5, no sé si Sálvame o Gran Hermano: «Todas mis hermanas tienen nombres compuestos, menos yo… que me llamo María José».