A vueltas con abrir o no. Escuchemos a los científicos. Presto atención, en la radio, a un joven granadino que habla en nombre de “Ciencia en el bar”, una agradable iniciativa. Dice que “ya que no sabemos de fútbol, en el bar hablamos de Ciencia, y a veces hasta nos invitan a cervezas; a la tercera empiezan a fluir ideas…”
Cervezas y buenas tapas, supongo, que en Granada son generosas. Han sacado la ocurrencia de los movimientos sísmicos que, a cientos, en agitación diaria, han asustado a la población de la ciudad; han compuesto una canción partiendo de las grabaciones de los sonidos telúricos, cambiados de tono para no parecer tan lúgubres. Asegura: “Hasta en los malos momentos tiene que haber sentido del humor; es común que en los tanatorios aparezca un chiste”.
Me imagino que estos tiempos de decesos imprevistos habrá de todo. No sé si chistes, pero casos curiosos cuando menos, como el de Rogelia Blanco que apareció por su casa diez días después de haber sido dada por muerta en una residencia geriátrica de Xove. Y enterrada. “Ramón, su marido, está conmocionado”. ¡Cómo pa no!
Así que tampoco me sorprende que los familiares de Don A.S.V., de profesión canteiro, sugieran en la esquela que publican en Faro de Vigo, celebrar su funeral con una borrachera, en la seguridad de que él, -sin duda generoso en vida-, “pasará a pagarla”. Es de suponer que en el bar habitual gozará de crédito, por si tiene dificultades para acudir próximamente. Desde esta humilde columna transmitimos nuestro sentido pésame “a sua compañeira, Susi, e a os seus filhos e demás familia”.
Ahora bien, háganme caso, por mucha deportividad con la que uno lleve la visita de la Parca, es más rentable prevenir. Claro que no hay manera de ponernos de acuerdo al respecto. Resulta que mientras 16 comunidades autónomas consideran que el método debe ser evitar aglomeraciones, los mandatarios de la capital de España opinan lo contrario. Han permitido hasta un concierto para cinco mil asistentes, ¿de verdad cree la presidenta Ayuso que Raphael no es un riesgo para la salud? Ahora, eso sí, cuando llega el 8M, Franco (*) prohíbe a las señoras manifestarse.
Necesitamos medicina preventiva. Pública, desde luego. Claro que hay países donde no está organizado el sistema y se recurre a la iniciativa privada; Isabel Menéndez (gracias) me facilita una foto procedente de tierras americanas; en ella se ve un centro de salud un poco diferente de los nuestros. En la pared están rotuladas las especialidades; para entenderlas es necesario recurrir al diccionario, que ya se sabe en qué medida nuestro castellano y el suyo divergen en ocasiones.
Lo primero que salta a la vista, por la tipografía, son las especialidades pediátricas. No es menester explicar lo del espanto, todos tuvimos pequeños o grandes terrores en la infancia: La soledad, la oscuridad, el hombre del saco, la madrina con bigote… Si uno busca soluciones en la Red, podrá encontrar una oración que “cura del mal de ojo y del espanto”. Junto con otras brillantes aportaciones, como las de PC, experta en decenas de artes fantásticas: doble cuántico, reiki angélico, auriculoterapia, péndulo terapéutico… Como la buena mujer sabe que la ven desde todo el orbe, aprovecha para repartir su sapiencia, si usted quiere puede seguir sus enseñanzas de lectura de cartas, incluso por el afamado “método gitano”. En torno al 14 de febrero, fecha de enamorados a beneficio del Corte Inglés, ofrecía su “Método Yuen del amor”, para “fortalecimiento de relaciones, encuentro de pareja, emociones atrapadas y bloqueos energéticos”. (Lamento no haber encontrado el anuncio antes).
Todas estas cosas generan una sonrisa, pero igual deberíamos ser más humildes, entre nosotros abundan las pitonisas de tres al cuarto, famosos y famosas rebuznando sobre el virus, y ofrecimientos de milagros: Recordemos hace un año al cura de Arroyo de la Luz subido en el tejado con la hostia bendiciendo al pueblo (el milagro fue que él no se matara), mientras tanto el Señor Arzobispo de Oviedo clamaba “Santina, sálvanos y salva Asturias”; hace unos días, el Miércoles de Ceniza, en Palencia sacaron la Cruz de Carne, reliquia que sólo se expone una vez al año y de la que se cuenta una solución extraordinaria para una de las frecuentes pestes medievales. Es aquí donde se nota que Covid-19 ni lee la prensa ni va a misa, porque quince días después el informe diario de la Junta de Castilla y León aseguraba que la capital palentina tenía un riesgo de nivel 4, o sea “alto o extremado”
Sucede con esto lo que denunciaba un dibujo del genial Quino. Aparecía un quirófano con un montón de personas trabajando por el enfermo y una decía: “Vienen a operarse aquí y luego van a dar gracias a Dios”.
Volvemos al Centro de Salud de la foto. La mollera se refiere al cierre de los huesos frontales y parietales en los bebés. El cuajito tiene más enjundia; pudiera ser que no funcione correctamente o que esté torcido, con lo que el infante no digiere los alimentos. Para curarlo, las personas especializadas recurren a las “sobadas”, es decir, la manipulación externa de la cavidad abdominal; un médico de los de verdad advierte a las madres que se dejen de bobadas, “el cuajo es propio de los rumiantes, no de los seres humanos”, y una señora, harta de brujerías, explica que cuando fue al pediatra le explicaron que “realmente el niño tenía intolerancia a la lactosa”.
En cualquier caso, hay que reconocer que el nivel científico de las personas que trabajan en esta chabola es altísimo, de lo que se deduce que las apariencias engañan. La instalación es bien modesta, tirando a paupérrima, pero ya han superado el nivel de los expertos de la medicina deportiva europea, que procuran esteroides para el desarrollo muscular de sus atletas. Estos profesionales americanos, merecedores del Nobel seguramente, son capaces ya de inyectar asteroides. Mis felicitaciones.
(*) José Manuel Franco Pardo, delegado del Gobierno en la Comunidad de Madrid, por el Real Decreto 329/2020, publicado en el BOE el 12 de febrero del 2020.