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domingo 24, noviembre 2024

No he sido yo

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Lo quiero dejar muy claro: yo no he sido. En la radio, un pianista profesional se queja de la ejecución, -nunca mejor dicho-, de los villancicos en aras del comercio. Siempre he defendido que las dependientas deberían cobrar plus de penosidad por pasarse un mes escuchando semejantes atentados contra la salud mental de los humanos. Dice el músico que se exageran luces y ruidos, destrozando partituras tradicionales, en busca de estímulos de ventas. Como contrapunto, -viene a cuento la palabra-, interpreta al piano algunas piezas clásicas de estas fechas y nos reconcilia con ellas, incluso esa de los peces que beben sin parar.

Ruido en las tiendas y en algunas calles, luces excesivas en tiempos que las desaconsejan. Inundaciones de colonias en los anuncios de la tele. Consumo sin cuento. Excesos tóxicos de la Navidad. A su calor, aprovechan algunos para colar bromas más o menos divertidas, según el color del cristal con que se las mire.
Polvorón tradicional El Misionero Otros nos hablan de metafísica. La palma en estos días ha sido el encabezamiento de una columna suscrita por un “catedrático jubilado”, que afirma, ni más ni menos: “La Navidad es el origen de la Democracia” ¡Mira que os tengo dicho que no bebáis!

Julio Llamazares, sobrio escritor leonés, nos cuenta cómo una amiga suya viaja a Suiza para evitar los ruidos de las celebraciones españolas. Prudentemente avisa de que quienes nos quejamos de estas jornadas de excesos, corremos el riesgo de aparecer como egoístas que por nuestra comodidad perjudicamos los negocios o la diversión ajena. Seguramente; cuando amenazo con quemar los altavoces de la calle de al lado, el del bar se escandaliza.

Otros, más prudentes, nos aconsejan elegir con cuidado los temas de las cenas familiares; de fútbol, religión o política ni hablar. Más bien creo que nos deberían recomendar la reducción de los hectolitros de alcohol que nos endiñamos con disculpas varias.

Igual de esos entrañables ágapes salió la expresión “armar el belén” como sinónimo de jaleo doméstico. Aunque exponer nacimientos tiene una vertiente artística que nos llama la atención incluso a los que no participamos de las supersticiones comunes; hay un componente de imaginación creativa que nos atrae. En La Felguera de Langreo, el ingeniero José Manuel Rodríguez monta en su casa una obra de arte efímero, que amablemente nos permite visitar.
https://fusionasturias.com/opinion/firmas/el-rincon-de-teobaldo/no-he-sido-yo.htm No he sido yoLustros de tradición, semanas previas de montaje con luces de noche y día, iluminación de la aldea, movimiento de las escenas y sonido coordinados; debería de cobrar entrada. Este año ha incorporado a sus figuras la llegada del AVE La Meca-Pola de Lena, con estaciones de ida y vuelta; en la polesa un gaitero sale a saludar a los recién llegados. Para mayor realismo pienso sugerirle que añada algunos soldados y carros de combate del Tzáhal, junto a unos restos de chabolas bombardeadas.

En ese fijarme en belenes he tomado esta fotografía en la librería episcopal de La Laguna, con la virgen por antonomasia en una postura más lógica: si acaba de dar a luz es natural que aparezca reposando. Pocas veces se puede ver esta imagen; en el retablo de El Carbayu, salvando las distancias de tiempo y estilo, hay una similar.
https://fusionasturias.com/opinion/firmas/el-rincon-de-teobaldo/no-he-sido-yo.htm No he sido yo He hecho todo los posible por abstenerme de las azucaradas películas que estos días ofrecen las cadenas televisivas, un peligro para el páncreas. En su lugar, he aprovechado para acercarme a una serie polaca, “1670”, cuyo guion bien podría estar firmado por los Monty Python. Se ríen los autores de sí mismos, de sus antepasados sármatas, y de sus invasores sucesivos: suecos, lituanos, alemanes, moscovitas, tártaros… En una asamblea convocada por los dos nobles que se reparten la aldea, el ayudante del herrero, -erasmus lituano-, observa que puede ser un peligro declararse ateo. “Y tú, ¿en qué crees?”, le apremian. Duda. “¡En el espantapájaros!”

En la cadena de al lado han puesto “El mago de Oz”, como siempre. En el cruce de las baldosas amarillas Dorothy recibe indicaciones contradictorias del espantapájaros que quiere acompañarla en su viaje para ver si consigue un cerebro. Cuando la chica le recrimina que pese a no tener seso habla demasiado, replica: “No lo sé, pero hay personas sin cerebro que hablan día y noche, ¿no es verdad?”

No lo he dicho yo. Ciertamente, hay personas públicas que caen en la verborrea disparatada cuando se ven ante la alcachofa radiofónica. Dice el entrenador del Real Oviedo, “Tenemos en la cabeza muy buenas cosas y pensamientos”. Pues ya me alegro de que, aparte de buen pelo y una gorra para el frío, haya en esas cabezas ideas.

Hay tratados acerca de esa sobrevaloración de sí mismos que hacen a nuestros administradores opinar sin freno sobre cualquier tema; estudios que se remontan en el tiempo y que son muy útiles para establecer etimologías. La filóloga Olga Bernad me pone sobre la pista del libro de un amigo en el que cuenta, entre otros, las andanzas de un edil que al ser repuesto en el cargo después de desagradables avatares, exclama: “¡Por fin se me ha ajusticiado!”.
Hombre, igual resulta un tanto excesivo ejecutar, agarrotar, fusilar o lapidar, que son verbos de ajusticiamiento, pero unas collejas…

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