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domingo 15, diciembre 2024

Santa Centolla de Burgos

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Pues sí, Centolla, nombre adecuado para nombrar en fechas navideñas, pero no por comentar las masacres de crustáceos que conllevan; este caso refiere una de aquellas matanzas que, cuentan, organizaban los romanos contra quienes llevaban la contraria a sus dioses. Los asuntos celestiales siempre nos han complicado la vida, no se sabe muy por qué.

La ermita de Santa Centolla
La ermita de Santa Centolla

Es el caso que una joven martirizada moraba de cuerpo, -sepulto-, en Siero; no el astur, sino el burgalés, allá por la sierra, casi en las Hoces del Ebro. Un obispo lo llevó a la catedral de Burgos, por tenerlo más a mano. Eran los tiempos de Alfonso X, que escribió en galego como bien se sabe; igual de ahí le vino pasar a ser simplemente Centola, como le dicen ahora. Un hagiógrafo defiende el original, “procede del latín centócula, cien ojos”, asegura.

No sé, la verdad; en cualquier caso, la referencia a un marisco no debe extrañar tanto en estas tierras de Castilla la Vieja, si se tiene en cuenta que camino de Lerma, en plena cuenca del Arlanza, hay dos fábricas de gambas y langostinos funcionando desde hace 20 años, con 250 empleados y formidables ventas. Los católicos ingleses, sin prejuicios lingüísticos que valgan, mantienen la elle en el nombre de la santa. Página electrónica de CatholicSaints.info, que transmite notes about your extended family in the heaven (noticias de tu abundante familia en el cielo).

Saint Centolla of Burgos

Paseando por el mercado de Lerma, miércoles, con ese frío que te dobla y te recomienda entrar a tomar vino blanco caliente en el bar del Círculo de Obreros Católicos, me preguntaba por qué el Duque se empeñó en traer aquí la corte de Felipe III, si era también marqués de la soleada Denia. A lo mejor seguía el ejemplo de Alfonso VIII cuando fundó el Monasterio de Las Huelgas.
Según el documento fundacional, el rey y su esposa, Leonor de Plantagenet, eligieron un terreno fértil, una “olga”, para iniciar el que debería ser el más importante bastión del Císter, con la idea de meter en él a las infantas y otras nobles que no llegaran a casarse. Ciertamente el clima de la capital burgalesa, que según sus habitantes “tiene sólo dos estaciones, el invierno y la del tren”, ayuda en esto del celibato, desanima a quitarse la ropa y cometer pecados de la carne.

Pero la naturaleza es fuerte. En otro artículo contamos la bonita historia de las monjas candongas de Zamora; con la complicidad de la abadesa, abrían las puertas a los monjes amigos y habían con ellos alegres juegos de cama. Pues bien, en Las Huelgas tuvo notorio fin Vargas, el averiguador.
La frase “Averígüelo Vargas”, muy usada en la literatura del Siglo de Oro, procede de reinados anteriores. Cuando Fray Prudencio de Sandoval, obispo de Pamplona escribió Vida y hechos de Carlos I, hizo referencia a Francisco de Vargas y Medina; en una pequeña nota explicaba, “por quien se dijo Averígüelo Vargas porque le remitían los Reyes Católicos todos los negocios para que los averiguase…”1.
Debía ser bueno el hombre recabando información, porque entró en amores con una monja y se hizo con la forma de pasar al convento, como el mejor burlador. No era tarea fácil, estaban las dueñas harto guardadas; si bien es cierto que en aquel momento era Tesorero General del Reino y pertenecía al Consejo Real y al de Indias. O sea, mandaba casi más que el propio emperador.

Libro de Las Huelgas de Burgos

Averiguando averiguando, dio con un joven carpintero que había trabajado dentro del cenobio para hacerle de guía, y de paso construirle una escala. No le debió sentar bien la coyunda, -yo creo que ya no estaba en edad, 71 años eran entonces pesado lastre-, el caso es que se sintió indispuesto, dudó entre salir o regresar al catre y a la postre se cayó desde lo alto con fatal resultado.
Sus servidores llamaron a los hijos y como buenamente pudieron “con cuerdas lo sacaron fuera y le atravesaron en una mula, y así muerto, lo metieron al alba del día en su posada y publicaron que había muerto en su cama de un desmayo”2.
En ciudad pequeña todo se sabe, no pudo la familia mantener el secreto y eso originó problemas sociales a la crecida prole Vargas, cuatro varones, uno de ellos obispo, y tres señoras, una de ellas dama de la reina. Carlos I envió al obispo de Canarias a que averiguara que sucedió en el convento con el averiguador. De su amiga monja no he conseguido saber nada.

Finalmente, he visitado en Burgos la iglesia de San Esteban, hoy dedicada a muestrario de retablos. Una iniciativa cuando menos discutible; es cierto que la ausencia de clientela y mano de obra en las iglesias de la provincia estaba dejando el arte sacro muy a mano de saqueadores, pero no lo es menos que así se menoscaba la riqueza cultural de los pueblos. Dentro de la abundante información que de allí se puede sacar, he seleccionado una imagen que corresponde a este tiempo litúrgico.
Mucha gente celebrará en estas fechas el nacimiento de un muchacho judío de origen misterioso. Contaron en su día que una joven virgen quedó embarazada sin ayuntamiento con varón, asunto a todas luces extraordinario. De eso se hizo una religión; con ella, después de concilios mil, rompieron algunos cismáticos porque el asunto virginal no tenía un pase.
Los evangelistas oficiales divergen al respecto. Lucas y Mateo hablan de la actuación del espíritu de Dios, pero Juan, uno de los favoritos, y Lucas, que era médico, prefieren no meterse en honduras. En “El Evangelio según Jesucristo” ofrece una versión particular José Saramago.
Una de las escenas más reproducida por los artistas que trabajaron para la iglesia católica es la visita de María a su prima Isabel, para darle la buena nueva de su embarazo. En el cuadro que reproduzco, de un retablo del XVIII, yo creo que José, el hombre, tiene cara de andar un poco mosqueado. Ciertamente es un papelón, la verdad; la carpintería es lugar de tertulia, el milagrito le coge de mayor, y en una aldea, las lenguas…

La visitación de María

En fin, señoras, señores, en cuestiones de fe no caben razonamientos ni por ende discusiones. Disfruten ustedes de unos días de Paz y Justicia en buena compañía.


1 Luján Néstor. “Cuento de cuentos”. Barcelona, 1994.
2 Rodríguez Bernardo Juan. “El Real Monasterios de las Huelgas de Burgos”. Valladolid, 1909.

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