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martes 17, junio 2025

Unos días de cierre

Teobaldo Antuña
Teobaldo Antuña
Lector impenitente, escribidor ocasional, Teobaldo Antuña mira con lupa la sociedad para ponerse del lado de quienes la construyen, ni obispos ni banqueros ni generales, sino las personas que viven de su trabajo.

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Hemos estado fuera de onda por causas ajenas a la empresa. Unas semanas de desconexión no vienen mal a nadie; uno puede mirarse por dentro, y el amable, distinguido y escaso público descansa de nuestras ocurrencias. Gracias a aquellas personas que nos han echado de menos; de momento no me han despedido de Fusión, -no des ideas-.

Y ahora, cuando el que suscribe se sienta delante del ordenador y repasa lo acaecido en estas fechas, se pregunta si somos capaces de recordarlo con claridad. Tal es la montonera de noticias que nos llueven cada día que ya no se sabe cuándo es domingo.

De inicio viene a la mente la cantidad de muertos por accidente laboral que se han producido en lo que va de año. Una desgracia perder la vida por llevar el pan a la familia; así que se toma al pie de la letra el lema de la portada: “Piensa en la seguridad lo primero”, aunque la imagen ilustra lo despreocupados que somos en este sentido.

Hubo, ¿recuerdas?, un apagón generalizado. (Eléctrico, que el de inteligencias se ha vuelto crónico). Casi dos meses después aún no tenemos una versión oficial del motivo. Por tanto, corremos el riesgo de que pueda repetirse. Sucede que ese día todo el mundo se acordó que desde Europa nos habían recetado un kit de supervivencia; algunos hasta lo tenían, pero hay algo que no había recomendado la UE: preservativos, y ya es un hecho estadísticamente probado que un fallo generalizado de la luz trae consecuencias a los nueve meses. Una argucia europea, para dar respiro a la España vaciada, probablemente.

Luego resulta que el papa se pone enfermo y nos deja. Para mayor taquillaje de la película “El cónclave”, se elige otro pronto. La nave de Pedro necesita timonel, dijeron; Alberto, que suele actuar de oídas, estuvo a punto de presentarse; como le advirtieron que era imprescindible haber estudiado para cardenal, declaró “no soy papa porque no quise” y se puso a organizar un cónclave propio.

Antes, cuando un papa o un rey se moría y otro era coronado (¡qué manía andar con ese peso en la cabeza, chica!) solía concederse una Amnistía general. Ahora, el ejercicio del perdón está mal visto, te meten una inconstitucionalidad que te crujen.

Más tarde se nos pone en huelga la enseñanza. Resulta sorprendente que la parte de la población que pudiera garantizar una sociedad más humana, la que tiene en sus manos el correcto desarrollo de las generaciones, pueda ser históricamente maltratada. De momento arreglo. Que dure.

Cual mancha de petrolero hundido, el malestar de este servicio público se extiende a otros sectores; el de cuidados de mayores, por ejemplo. Es una tarea que tiene una fuerte carga emocional y física, merece nuestro respeto.

Me van a permitir las compañeras cuidadoras una broma que mitigue en parte las tensiones en las movilizaciones. Les presento un proyecto que les quitará un peso considerable. Se trata de la WheelchairJet, la silla de ruedas dotada con equipo de propulsión a chorro; en la foto tenemos el prototipo. Eso sí, probablemente habrá que hacer cursillos de educación vial para los usuarios.

WheelchairJet

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