El otro día estuve visitando un pueblo que se hizo famoso por su decoración navideña y tuve tiempo para reflexionar sobre ciertos aspectos sociales y de la región.
Vivimos en un paraíso natural, donde tenemos todos los recursos a nuestro alcance y, sin embargo, dicen que los jóvenes somos una generación de cristal. Nos inculcan que el éxito es llegar a lo más alto en lo laboral, pero ¿qué hay de vivir acorde a tus valores, aprendiendo de las generaciones anteriores y querer dejar un mejor futuro?
Por supuesto que me considero muy afortunada al estudiar algo que me gusta, vivir donde vivo y tener todos los recursos que poseo, pero dentro de mí hay algo más. La vida natural, los valores de la familia, soñar con una casa en un pueblito de Asturias y finquita para tener gallinas y acoger animales… todo eso se está perdiendo.
Siento que la sociedad impone que si estudias una cosa relacionada con el mundo industrial y quieres trabajar de ello (prosperar laboralmente) debes de tener un trabajo de oficina, vivir constantemente pegada al móvil y apenas tener tiempo para otras cosas. ¿Por qué las dos cosas que planteo son incompatibles?
Nos inculcan que el éxito es llegar a lo más alto en lo laboral, pero ¿qué hay de vivir acorde a tus valores, aprendiendo de las generaciones anteriores y querer dejar un mejor futuro?
Y mientras tanto, cientos de pueblos quedan abandonados, aglutinándonos más y más en las ciudades, donde la calidad de vida se está viendo que es peor. Resulta paradójico que hoy en día con tanta interconexión, digitalización y demás herramientas, no podamos desempeñar los trabajos más tecnológicos desde un pueblo, o fomentar el desarrollo de este sector en el mundo rural, volviéndonos dependientes cada vez más de las ciudades.
Donde esto se fomenta, se suele poner complicado, mucha burocracia y enormes requisitos o dificultades.
Está claro que la sociedad ha cambiado, pero ¿por qué no juntar lo mejor de ambos mundos?
Vivir en una nueva abundancia (el famoso slowliving) y conectar más con lo que nos hace humanos, complementado con los avances y desarrollos del 2025, es mi objetivo para el próximo año.
Porque no se trata solo de vivir como antes, sino juntar lo mejor de la tradición con la innovación.
¡Felices fiestas y mis mejores deseos para 2025!