Es de noche. Llegas a casa y enciendes las luces de las distintas estancias, parece que es de día. Mientras te sientas a ver la televisión o consultas el móvil, también te estás exponiendo a la luz azul que emiten las pantallas.
Nuestros ancestros no tenían acceso a la iluminación artificial, la oscuridad aparecía en los hogares después de la puesta de sol. Desde entonces hasta hoy, afortunadamente, han cambiado mucho las cosas.
El problema radica cuando esta iluminación nocturna influye en nuestras hormonas reduciendo la producción de los niveles de melatonina. La luz azul (los leds que todos tenemos en nuestras casas), activa y despierta nuestro cerebro, haciendo el mismo efecto que la luz solar, -como si fuera de día-, alterando los ritmos propios del ser humano, en definitiva, nuestro reloj biológico.
Cuando es de noche, no es nada beneficioso quedarse, por ejemplo, mirando el móvil antes de dormir, o la televisión con las series que tanto nos gustan… puesto que retrasa el envío de la melatonina (la hormona del sueño) alterando el ritmo natural del cuerpo y perjudicando el sueño.
¿Y cómo podemos mantener nuestra vida diaria sin perjudicar a la salud?
Soy consciente de que no vivimos en una cueva iluminada por la luz del fuego, así que hay que buscar soluciones adaptadas a la vida moderna.
La luz roja emite unas ondas más largas, favoreciendo el transcurso de los ritmos circadianos sin alteraciones. Esto ayudaría a la producción de melatonina en nuestro organismo, lo que nos va a ayudar a descansar mejor, conciliar el sueño antes y sentirnos menos fatigados durante el resto del día.
Lo ideal sería poder evitar cualquier luz artificial en la noche, algo que, siendo realistas, va a ser un poco complicado. Hay que buscar otras alternativas.
Poner filtros de color en los ordenadores y móviles a partir de la hora en que anochece, podría ser un gran paso para no alterar tanto los ritmos circadianos (los que sigue el cuerpo para saber qué es lo que le toca hacer: dormir, despertarse, comer…)
Otro pasito más sería cambiar la iluminación azul o blanca por la roja. Este tipo de luz emite unas ondas más largas, favoreciendo el transcurso de los ritmos circadianos sin alteraciones. Esto ayudaría a la producción de melatonina en nuestro organismo, lo que nos va a ayudar a descansar mejor, conciliar el sueño antes y sentirnos menos fatigados durante el resto del día. Además, favorece a la termorregulación y digestión, así como el rendimiento deportivo y el fortalecimiento del sistema inmunitario.
Si no es posible cambiar la iluminación al menos de una estancia, existen en el mercado gafas de lentes rojas que filtran la luz azul. Honestamente, creo que merecen la pena si no quieres hacer cambios drásticos en tu hogar, o utilizar dispositivos que no posean ese filtro.
En conclusión, tendremos que aprender a convivir en esta era digital sin que nos cueste la salud. Tenemos a nuestro alcance herramientas para hacerlo.