Todos los días realizamos miles de sencillas tareas como ir al trabajo, desayunar, limpiar, ir a la compra u otras tareas cotidianas, pero ¿cuántas de estas las realizamos en silencio?
Tras pasar un periodo de exámenes antes de llegar el verano, me di cuenta de la importancia del silencio, del foco y de la concentración en las tareas (clave que daría para un artículo entero así que de momento no profundizaré en ello). Al tener que estar en silencio durante largos periodos de tiempo, se me pasaban miles de pensamientos por la cabeza que tenía que gestionar, anotar o sencillamente dejar ir. Y era en el paseo que daba al medio día a modo de descanso donde encontraba la mayor gratitud, en estar caminando en solitud.
Y bien, ¿qué diferencia hay entre soledad y solitud, y qué tienen que ver las redes sociales en todo esto?
Lo primero de todo, la soledad es la vivencia de sentirse solo ante ausencia o no, de compañía mientras que la solitud es estar solo de manera voluntaria disfrutando de ello.
Con las redes sociales hoy en día es difícil sentirse desconectado, aunque puedas sentirte muy solo (o no). Sin embargo, cada vez encuentro menos personas que disfruten de estar a solas con sus pensamientos, quizás porque cada vez más sustituimos el proceso de enfrentarnos a aquello que se nos pasa por la cabeza con entretenimiento y dopamina barata en redes sociales.
La soledad es la vivencia de sentirse solo ante ausencia o no, de compañía mientras que la solitud es estar solo de manera voluntaria disfrutando de ello.
No te voy a engañar, a mí me asustaba estar haciendo algo en silencio, sin un podcast de por medio o algo de fondo, creyendo que era más productiva por estar haciendo dos cosas a la vez. Y si bien esto de vez en cuando con tareas muy sencillas puede resultar gratificante, cuando se convierte en un hábito por no saber cómo actuar ante los pensamientos, puede convertirse en un problema.
Pasar de un extremo a otro no se hace de la noche a la mañana sino de manera progresiva. Actualmente nunca me siento sola, sino que disfruto mucho de la solitud (estoy en compañía conmigo misma) y cuando estoy en compañía disfruto del momento presente.
Ve poco a poco, disfrutando de las tareas sencillas, fijándote en los pequeños detalles y podrás convertir la soledad en solitud.
Las redes sociales y la tecnología son maravillosas cuando se usan de manera limitada y con ciertos fines, pero no olvidemos la esencia, somos seres humanos y la vida no es la que está en la pantalla, sino frente a ti, en tu día a día.
(A continuación, os dejo un pequeño detalle. Espero que os guste).
Incapaz me vi ante tal tesitura,
pues la dopamina me atrapaba,
sentirme sola me abrumaba,
desconocía de lo simple la hermosura.
Pensé que no podía estar a la altura,
de una vida que tan bien sonaba,
aunque más perdía si no lo intentaba,
enfrentándome a mi sombra oscura.
Me vencí a mí misma tras mil batallas,
para llegar a amar la solitud,
para ver la luz tras grandes murallas.
Disfruto de lo simple con gratitud,
sin hacer de la coherencia medallas,
y de convertir el silencio en virtud.
Siiii, qué buena reflexión, comparto tu sensación de vértigo ante el silencio, y la fecundidad de aprovechar lo que nos pasa gracias a él.
El «mundo moderno» nos ha privado del silencio y de la oscuridad, tan importantes para la consciencia y la tranquilidad.
¡Recuperémoslas!