La mente tiene nombre femenino, y como todo lo femenino ha sido condenada en este planeta y relegada a ocupar un lugar secundario entre las cosas importantes.
La mujer es el polo negativo y, desde siempre, ha sido relegada a ser símbolo sexual y a ser madre, como su aspiración suprema en la sociedad y, en muchos casos, como su máxima obligación, dar hijos para el hombre. Pero el sexo también ha sido siempre condenado y la mujer culpada de ser la precursora de todos nuestros males. La responsable del “pecado original”.
Nunca, en la historia de la humanidad, una mentira tuvo tanto “éxito”.
La energía sexual es electricidad, y la electricidad es energía mental.
Así, el sexo, la mujer y la mente forman un triángulo interrelacionado detrás del cual se esconde uno de los misterios más profundos de la historia de la humanidad, de su pasado y de su futuro.
Al relegar a la mujer a un lugar secundario en la sociedad, al no dejarla participar en labores responsables, creativas, áreas de poder, etc., en realidad lo que se está haciendo es anular una parte de la mente, puesto que las dos polaridades, positivo-hombre y negativo-mujer, son el equilibrio perfecto en la creación, y de su perfecta combinación depende el paso evolutivo que la raza humana tiene que dar en este tiempo.
La energía sexual es electricidad, y la electricidad es energía mental.
La mujer despierta en el hombre la energía sexual, así como el hombre en la mujer. Si las dos partes fueran conscientes de que esa es una reacción puramente física detrás de la cual existe todo un mundo por descubrir, si la visión del uno hacia el otro no se quedase simplemente en satisfacer físicamente esa atracción, si la consecuencia de la unión trascendiera los niveles físicos y se llevara también al nivel mental, ambas partes experimentarían un fuerte impulso, la apertura de nuevas «sensaciones» mentales, una mayor capacidad creativa y, como consecuencia, una liberación en sus vidas.
La mujer está prisionera del hombre y del pasado, pero la gran paradoja está en que el hombre y el futuro necesitan a la mujer libre para poder continuar.
El hombre tiene que «devolver» la libertad a la mujer, porque ello significa que a la vez se está liberando la mente y que el sexo se está colocando en su verdadero lugar, dejando de ser la perdición de muchos y el campo de justificación de las miserias de otros.
Cuando el hombre condena a la mujer y al sexo, desde su ignorancia no sabe que se está condenando a sí mismo al ostracismo, a la retención, a la no evolución.
La mujer está prisionera del hombre y del pasado, pero la gran paradoja está en que el hombre y el futuro necesitan a la mujer libre para poder continuar.
Pero el tiempo de la liberación de la mujer y, como consecuencia, de la mente, ha llegado.
La mente del Creador ha pulsado el botón del nuevo tiempo. La mujer se levantará poco a poco de su confinamiento y alzará sus manos para unirse, para fundirse en la eternidad.
Nada puede evitarlo, nadie puede impedirlo.
Tal vez por eso las sociedades machistas del planeta refuerzan sus leyes degradantes contra la mujer, sus derechos y sus libertades. Tal vez presienten el fin de su hegemonía, tal vez tienen miedo al poder oculto en la mujer y, sobre todo, al hecho de que la mente se libera con ella.
Porque la mente, al ser patrimonio del hombre solamente, es un pobre reflejo de lo que en verdad es.
¿Puede existir luz con un solo polo activo?
La mente, la auténtica mente, cuando sea la perfecta combinación de sus dos polos, hará del hombre-mujer un dios, un dios libre y creador, una nueva criatura, soñada en el tiempo por el Creador y destinada a ser el principio de una nueva raza cósmica.
La mujer de este planeta debe conocer y comprender que su futuro ya no está en manos del hombre, que este ya no tiene poder para retenerla, para humillarla, para relegarla a sirvienta de sus deseos más bajos y de sus caprichos.
La mujer de este planeta debe conocer y comprender que su futuro ya no está en manos del hombre, que este ya no tiene poder para retenerla, para humillarla, para relegarla a sirvienta de sus deseos más bajos y de sus caprichos.
La mujer de este planeta debe saber que una Fuerza Superior se ha puesto en marcha, que su tiempo ha comenzado y, sobre todo, que el futuro espera por ella y la necesita.
El hombre que sepa comprender y se una, será impulsado y su mente será elevada.
El hombre que se oponga y quiera mantener a la mujer bajo su pie, será anulado, confundido, y perderá el tren del futuro.
Porque la mujer no es patrimonio del hombre, sino que, al igual que él, es hija del Creador y, por tanto, es en El en quien tiene que apoyarse y confiar.
La mujer ha sido obligada a ser madre en la historia de la humanidad.
Ahora tiene que aprender a ser hija para recuperar su lugar en el futuro.