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sábado 5, octubre 2024

Calatrava, un palacio encorsetado

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Aún con la obra sin acabar, hace aproximadamente un año que Oviedo se vistió de gala para el acto inaugural del edificio denominado “Espacio Buenavista” y popularmente conocido como edificio Calatrava. Sorprendió que no hubiera ninguna representación de las instituciones del gobierno asturiano. Eso sí, el alcalde de Oviedo estaba en su salsa y nadó como pez en el agua. Y no es para menos, una obra tan moderna como ésta da prestigio y clase a la ciudad vetusta.
Desde mi humilde apreciación y como ciudadano, no dejo de formularme la pregunta: ¿qué hace un edificio así en un sitio como éste? Su nombre, “Espacio Buenavista”, parece una ironía del destino. Me pregunto ¿por qué no se realizó esta obra arquitectónica en otro lugar con mucho más espacio abierto en los alrededores? Miren desde donde lo miren y en “buena vista”, el edificio ha quedado encajonado. La sensación es la de haber sido metido con calzador en esa gran parcela, que bien pudiera ser para otro tipo de edificación. La construcción en sí parece una obra de ingeniería naval, similar a la que se aplica a los trasatlánticos. Las vistas desde arriba dan esa sensación de estar navegando entre las olas de hormigón de los edificios de la mar de Oviedo. Hay quien también la cataloga como una nave espacial salida de una película de ciencia ficción. En fin, una edificación singular, y una obra de tal envergadura requiere que en su concepción haya un diálogo con lo que tiene alrededor, que sea pensada y hecha para y por Oviedo. Pero si se pretendía que este edificio fuera el Guggenheim de Asturias, no se ha conseguido. El hierro predomina como base constructiva y el resultado es imponente, pero parece que lo espectacular y lo ostentoso deja de lado cuestiones importantes de confortabilidad y seguridad.
El hierro predomina como base constructiva y el resultado es imponente, pero parece que lo espectacular y lo ostentoso deja de lado cuestiones importantes de confortabilidad y seguridad. Como buen edificio cargado de modernidad, la temperatura interior de las dependencias se regula a través de aire acondicionado, en particular las zonas más altas, en donde ahora están algunas de las Consejerías del Principado. El número de ventanas practicables es casi nulo, es decir, nadie puede abrir la ventana desde su despacho para ventilar. Buscando un toque neoyorkino y artificial, de aparente gran ciudad, Oviedo quiere presumir de modernidad, no importa el coste.
Curiosamente, a este tipo de edificios se les suele catalogar como inteligentes y sostenibles, cosa que en la práctica deja mucho que desear. Me pregunto, por ejemplo, si realmente la capital del Principado está en condiciones económicas de asumir un edificio que entraña de por sí un alto coste de mantenimiento. ¿Cuánto nos va a costar mover esa cúpula de costillas del futuro Palacio de Congresos y toda la potente maquinaria que hará falta para ello? ¿Tendremos que esperar cincuenta años, cuando la empresa privada lo ceda al municipio, para darnos cuenta de que esto es insostenible?
Por lo general, cuando entro en algún edificio de este tipo, bien de nuestro país o del extranjero, a mi mente acuden una infinidad de preguntas y una muy importante es en relación a la seguridad. Me refiero a una hipotética evacuación rápida por causa de un incendio u otro motivo. No es que quiera ser gafe, pero a veces es complicado compatibilizar la seguridad con la estética. Y eso de sentirme como un pájaro enjaulado y a tanta altura no lo llevo bien, máxime cuando la realidad en este tipo de casos supera la ficción. Es de suponer que un edificio tan importante y singular como éste tiene su sistema de seguridad, así como un plan de emergencia en caso extremo de una necesaria evacuación. No olvidemos que son unas cuatro plantas a la altura de una planta doce y que las escaleras de emergencia están dispuestas en esas enormes ménsulas huecas donde se apoya la edificación. Ya el último temporal fuerte que tuvimos causó algunos desperfectos en este edificio. Y creo que es natural la desconfianza cuando uno lee en la prensa cómo edificios importantes y de gran prestigio carecen de cosas muy elementales, empezando por la correspondiente licencia municipal. En fin, que con ese afán de aparentar y de prestigio, lo obvio deja de serlo.
No sé cómo va a resultar la explotación de tal insigne edificio. El tiempo lo dirá.

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