El anuncio de Cascos de convocar elecciones anticipadas nos ha cogido a casi todos con el paso cambiado, ya que, aunque era una posibilidad real, no parecía creíble que el presidente autonómico estuviera dispuesto a renunciar a su cargo tan fácilmente.
Pero bueno, se ve que la política aún puede sorprendernos, lo cual no es necesariamente malo.
El caso es que no nos deja un panorama fácil. Porque, si bien Cascos se arriesga a perder el puesto, les ha hecho un regalo envenenado al resto de los partidos, que han demostrado en estos últimos meses que la capacidad de reacción no es lo suyo. Cascos denuncia un “complot” de PP y PSOE para impedirle gobernar con normalidad, y vaya usted a saber, pero lo que se ve desde fuera es que se han cruzado de brazos, como en el dicho popular, esperando a ver pasar el cadáver de su enemigo. Es decir, no han hecho nada. Se han limitado a patalear, poco y con sordina, ante los desmanes de un gobierno al que han dejado gobernar como si tuvieran mayoría absoluta.
El gobierno de Foro ha dejado una herencia inaudita de despropósitos y no-hechos, un año perdido en indecisiones, en un momento en el que lo que no podemos perder es el tiempo.
Mientras, el anuncio de elecciones pilla a patronal y sindicatos en plena reunión, de la que salen con cara de pasmo. Y los ciudadanos, que por una vez nos hemos movilizado para luchar por lo que era nuestro, no hemos podido evitar la pérdida de hitos culturales como el Niemeyer o el desprestigio y la ruina de facto de la RTPA, un modesto y digno medio de comunicación público, muy alejado además de los presupuestos que se manejan en otras comunidades.
El gobierno de Foro ha dejado una herencia inaudita de despropósitos y no-hechos, un año perdido en indecisiones, en un momento en el que lo que no podemos perder es el tiempo. La región tiene problemas acuciantes, y hay que tomar decisiones ya. Estas elecciones nos abocan a unos cuantos meses más de inmovilismo, que vamos a pagar caros. Así que Cascos dirá lo suyo, y el resto de partidos montarán a toda prisa una mini-campaña electoral en la que pretenderán demostrar a la desesperada que ellos son los buenos y la culpa es del otro.
Y en nuestras manos está intentar reconducir este desastre político, pero ¿a quién votar, cuando nadie ha dado la talla?