El sector selvícola en Asturias da trabajo directamente a 600 personas, aunque sería más apropiado hablar en tiempo pretérito, pues la realidad actual de este subsector forestal es que se halla en fase terminal. Más del 90% de las empresas están paradas o desarrollan pequeñas labores de mantenimiento que apenas sustentan algún que otro empleo cuando antes las plantillas superaban con facilidad los quince trabajadores.
Ya anteriormente teníamos sobradas razones para denunciar el cumplimiento bajo mínimos del Plan Forestal, un plan que en los últimos años ha aportado cifras maquilladas, al admitir como obras adjudicadas al sector forestal trabajos que sólo tenían de forestal la cercanía con el medio rural. Y lo que ya era poco, ahora es inexistente. El desgobierno al que hemos asistido en la región pone a las empresas del sector en una situación desesperada. Es imposible que el Plan que preveía para el 2012, inversiones por un valor aproximado de treinta millones de euros se cumpla, cuando hasta la fecha apenas se han llevado a cabo obras menores.
Mientras, el monte asturiano continúa en un lamentable estado de abandono. Esta dejadez ha aumentado enormemente con respecto al año pasado. Si en 2011 nos echábamos las manos a la cabeza ante la gravedad de los incendios, como el que arrasó la zona de Allande, preparémonos para el verano que se avecina. La primavera lluviosa está dando paso a una exuberante vegetación, eterna enemiga de los cortafuegos, los mismos que evitan el paso de las llamas. Si los encargados de limpiar el bosque, de llevar a cabo los desbroces y las podas necesarias están en el paro ¿quién va a proteger nuestros árboles de las llamas? ¿Quién se va a hacer responsable cuando a causa de los incendios perdamos una importante masa forestal? ¿Cómo entonces se podrán cuantificar los daños materiales y medioambientales que se producirán?
Si los encargados de limpiar el bosque están en el paro ¿quién va a proteger nuestros árboles de las llamas?
Es absurdo que en estos momentos de dificultad económica no se contemple a un sector que para su buen desarrollo requiere de mucha mano de obra y que es capaz de crear enorme riqueza con poco gasto. Más si se tiene en cuenta que la parte que ha de aportar la administración regional es pequeña, un 25%, en comparación con la que aporta el Ministerio y la CEE. Por desgracia la dependencia del sector respecto a las diferentes administraciones es total ante la falta de inversores privados que no encuentran en el sector forestal una adecuada rentabilidad. Así que necesitamos políticos que tomen las riendas y se comprometan con el sector, gestores que ejecuten el Plan Forestal y que velen por la riqueza natural y económica de Asturias. Lamentablemente, la destrucción del tejido empresarial forestal avanza muchísimo más rápido que las decisiones políticas que conduzcan a un gobierno estable. El tiempo y la climatología corren en nuestra contra. Con el calor llegarán inevitablemente los incendios y entonces sí se invertirá en brigadas que intenten sofocarlos. Las pérdidas pueden multiplicarse exponencialmente por la inexistencia de un trabajo previo. La prevención como siempre es la mejor arma para adelantarse y esto también se traduce en rentabilidad económica.
Por desgracia, muchas veces, aprendemos las lecciones tras los errores. Tal vez cuando se produzcan las grandes pérdidas en nuestro patrimonio natural se recordará a los que podían haberlas minimizado. Aquellos que ahora estamos condenados al olvido y engrosando las listas del paro.