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jueves 25, abril 2024

Asturias con los refugiados

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Europa, una vez más, mira hacia otro lado en el tema de los refugiados. El acuerdo firmado con Turquía, según el cual este país se compromete a aceptar la devolución de personas que crucen a las islas griegas, siempre que la UE se haga cargo de los costes de repatriación, pone en evidencia la pasividad de los líderes europeos frente a esta grave crisis humanitaria.
La falta de respuesta política contrasta con la solidaridad mostrada por millones de ciudadanos que muestran su indignación. Asturias es una de las comunidades preparadas para acoger a refugiados.
Unas catorce mil personas, solicitantes de asilo y migrantes, se encuentran atrapadas en Idomeni, en la frontera de Grecia con Macedonia. Alrededor de treinta y cuatro mil permanecen varadas en Grecia y más de mil cien en Serbia. El Mediterráneo se ha convertido en una fosa común en la que el año pasado perdieron la vida 3.735 personas, según ACNUR. «En lo que va de año, casi 450 han muerto en sus aguas», denuncia Celeste Intriago presidenta de la Coordinadora de ONGD del Principado de Asturias (CODOPA). «Nuestras fronteras se blindan con alambradas que impiden el ejercicio del derecho al asilo de miles de personas. Macedonia ha lanzado gases lacrimógenos a las personas refugiadas en la frontera; en Inglaterra han pintado las casas que ocupaban quienes solicitan asilo; unos 10.000 niños y niñas están en paradero desconocido… La CODOPA, junto con la Coordinadora de ONGD de España y otras coordinadoras, denunciamos que Europa está violando sistemáticamente los derechos humanos, por eso exigimos a los estados miembros, especialmente a España, que cumplan sus propias leyes y acuerdos internacionales. Exigimos a los políticos que pongan a las personas en el centro de sus preocupaciones, que se coordinen políticas comunes orientadas a la resolución de este conflicto; que fomenten una cultura de paz, pero que lo hagan de verdad», exige Intriago.

«Además de la atención médica, muchas personas necesitan apoyo psicológico» (Marta Díaz. Médicos Sin Fronteras)

A raíz del polémico acuerdo entre la UE y Turquía, Médicos Sin Fronteras se vio obligada a poner fin a sus actividades en el centro de registro de Moria, en Lesbos. La Delegada de MSF en la zona noroeste de España, María Díaz, recuerda que fue una decisión muy difícil de tomar, porque las necesidades eran y siguen siendo enormes: «Al firmarse este acuerdo el Centro de Recepción y Registro de Moria cambió de objetivo, pasando a convertirse en un Centro de detención y pre-devolución, no ofreciendo las suficientes garantías para el respeto de los derechos humanos. MSF no podía dejar que nuestra ayuda fuera instrumentalizada dentro de un sistema injusto e inhumano. De seguir allí, hubiésemos sido cómplices de un sistema que tiene como única prioridad la expulsión de las personas. No existían las garantías necesarias para hacer llegar una ayuda humanitaria imparcial e independiente. Así que dejamos de trabajar en el Centro de Moria, aunque seguimos llevando a cabo el resto de actividades que tenemos en la isla».

Difícil situación

Las personas que llegan a Europa han arriesgado sus vidas en el mar escapando del horror y de la violencia. Pasan el día a la intemperie, apenas consiguen descansar. Han realizado un duro viaje y el invierno lo ha hecho todo más difícil. Además de atención médica, muchas personas necesitan apoyo psicológico. María Díaz de MSF explica que las principales patologías con las que se encuentran están relacionadas con las condiciones de vida y el duro viaje. «Vemos muchas infecciones respiratorias y casos de hipotermia. Hay enfermos crónicos cuyas patologías precisan atención y medicamentos. Crece la población vulnerable: ancianos, mujeres y niños con importantes necesidades médicas que hay que cubrir». Refugiados cargados de fardos con sus escasas pertenencias caminan lentamente, muchas veces en silencio, con la cabeza baja… El cansancio y la incertidumbre hacen mella. Dormitan en el suelo. ¿A quién en su sano juicio se le ocurre salir de su país cargado con sus hijos al cuello, si no fuera porque no puede seguir viviendo allí? ¿Quién se arriesga a morir ahogado o a ser víctima de las mafias si no fuera por una cuestión de supervivencia? ¿Qué más hace falta para que Europa responda ante esta tragedia? ¿Por qué el Gobierno español guarda silencio?

Asturias responde

En septiembre de 2015 España acordó acoger a unos 17.000 refugiados. En marzo de este año habían llegado a España sólo 18. «Sorprende ver la lentitud del Gobierno español y de la UE para atender crisis humanitarias de esta envergadura, reflexiona Celeste Intriago. ¿Son tan ineptos o falta voluntad política para hacer posible esa Europa solidaria que tan bien nos vendieron? Sea cual sea la respuesta no deja en buen lugar ni a España ni a Europa, máxime cuando muchos ciudadanos, ayuntamientos y comunidades estaban preparados para la llegada de estas personas».
En el caso de Asturias, la respuesta fue rápida. En los primeros días de la crisis se organizó una reunión con ONGs, asociaciones especializadas en atención a refugiados, representantes de distintas consejerías, sindicatos, Federación Asturiana de Concejos para informar sobre los pasos dados por el Gobierno Español y, sobre todo, crear un grupo de trabajo para preparar la llegada y posterior integración de refugiados con plena garantía de sus derechos. Se buscaron recursos y espacios de coordinación. «Un ejemplo de ello fue el Plan Comarcal elaborado por Avilés, Castrillón, Illas y Corvera en coordinación con Cruz Roja, Cáritas y Accem, asociaciones especializadas de acogida de refugiados», apunta la presidenta de CODOPA. «Un plan y un protocolo que no se pudieron concretar ya que el Gobierno Español, que es quien tiene potestad en el tema de los refugiados, se negó a hablar de posibles fechas y del número de personas que podían venir. En un principio no estuvo de acuerdo con los cupos establecidos en la UE; una vez acordado no se responsabilizó para agilizar los trámites de asilo y poner en marcha políticas de inclusión. Aunque se hizo un gran esfuerzo por parte de las autoridades locales, regionales, ONGs y población asturiana, para establecer niveles de coordinación y estudio de recursos disponibles, el Gobierno Español ninguneó el esfuerzo. Algo que puede hacerse extensible a otras comunidades donde ocurrió lo mismo: una comunicad autónoma no puede decidir cuándo y cuántos refugiados va a acoger».

«Mientras el Gobierno central sigue guardando silencio, Asturias se está moviendo por los refugiados desde el inicio de la crisis y lo seguirá haciendo» (Celeste Intriago. CODOPA)

En la Federación Asturiana de Concejos (FACC), a través del Convenio Consolida, «tenemos cierta flexibilidad a la hora de intervenir en casos como la crisis de los refugiados, para llevar a cabo labores de coordinación con otras entidades», apunta Cecilia Pérez coordinadora de la Red de Concejos Solidarios. «Colaboramos con la Agencia Asturiana de Cooperación al Desarrollo y con el Gobierno del Principado en el diseño del plan de acogida de refugiados. El 27 de abril se presentará un borrador al Consejo de Cooperación así como un plan de trabajo. También recogimos iniciativas de los ayuntamientos -colaboraciones físicas, materiales, locales-, y pusimos en marcha una campaña de sensibilización para aclarar qué era un refugiado y desmitificar tópicos: no es una persona que viene aquí quince días, le presto mi casa y ya está; tampoco es alguien que viene a quitarme lo mío. Es una persona con todos los derechos que entra en un país y está amparado por la legalidad vigente. En esta línea pusimos en marcha en coordinación con CODEPA, la campaña ‘Refugio contra la barbarie».
Mientras el Gobierno central sigue guardando silencio, «Asturias se está moviendo por los refugiados desde el inicio de la crisis -destaca Intriago- y lo seguirá haciendo, pero resulta frustrante esta inacción de quien tiene la potestad para tomar decisiones en este asunto».

La solidaridad no puede esperar
La Agencia Asturiana de Cooperación
ha organizado actividades de sensibilización en torno al tema de los refugiados. El Día Internacional de los DDHH se desarrollaron actividades dirigidas a estudiantes y publico en general. Se ha editado una guía didáctica para que el profesorado tenga herramientas para abordar el tema en las aulas. Se están realizando cursos de formación dirigidos a personal técnico de los Ayuntamientos.

Nueve comunidades autónomas: Cataluña, Aragón, Canarias, Cantabria, Castilla La Mancha, Extremadura, Navarra, Comunidad Valenciana y Asturias han firmado una declaración conjunta que han hecho llegar al Gobierno central pidiendo la implicación de los estados en la acogida de refugiados. Reclaman una convocatoria urgente de la Conferencia Sectorial de Inmigración para debatir un nuevo modelo de política de asilo y el desbloqueo de los procedimientos que permitan la llegada segura y distribución adecuada por el territorio europeo de refugiados.

En septiembre de 2015 el Principado destinó 70.000 € para rehabilitar cuatro edificios en Lesbos (Grecia) para albergar a 600 personas y otros 70.000 € en diciembre para atención humanitaria urgente. Desde el inicio de la guerra en Siria el Principado ha aportado 421.125 € para mejorar la situación de los desplazados.

‘Refugio contra la Barbarie’
Campaña de sensibilización organizada por CODOPA en colaboración con el Consejo de la Juventud de Asturias y la Federación de Concejos, con la colaboración de varios diseñadores asturianos. Objetivo: Promover actitudes solidarias con los refugiados por parte de la sociedad asturiana, así como prevenir la aparición de actitudes racistas o xenófobas.

-Testimonio-
«El acuerdo UE-Turquía me ofende como médico y como europea «
Por Federica Zamatto, coordinadora médica de los programas de migración de Médicos Sin Fronteras (*)

«Hace unos días visité el centro de Moria. Lo que vi fue estremecedor. A día de hoy, Moria está peligrosamente atestada y muchas personas están durmiendo a la intemperie. Todo lo que tienen son hojas de plástico o de cartón para protegerse de los elementos.
Vi a niños en régimen de internamiento privados de su infancia. Conocí a un hombre que preguntaba, desesperadamente, dónde podía encontrar un lugar a cubierto donde pudiera dormir su familia. Habían llegado el día anterior y habían pasado la noche sobre el asfalto. Me encontré con varias personas que nos dijeron que no habían recibido ninguna comida. Conocí a una madre que buscaba pañales para su hijo y a quien se los habían negado una y otra vez.
Hablé con un padre que padecía una enfermedad cardíaca y diabetes. Me mostró la cicatriz de una intervención quirúrgica en el pecho y úlceras en la pierna. La familia al completo había pasado la noche a la intemperie. No había nadie que cuidara de ellos, nadie que tratara de explicarles sus derechos ni que intentara buscarles un alojamiento más decente. En el recorrido por Moria vi mujeres jóvenes y ancianos, dos personas en sillas de ruedas y una anciana que caminaba lentamente por la empinada carretera dentro del complejo.
Sin embargo, lo más intolerable fue ver a muchos, muchísimos niños, detenidos en el centro de Moria, en condiciones miserables e indecentes, sin alimentación adecuada, sin educación o incluso sin la oportunidad de jugar. Había menores por todas partes: corriendo, durmiendo, en sus cochecitos de bebé. Nunca podría haber imaginado que niños, mujeres embarazadas y ancianos, la mayoría escapando de la guerra, serían encerrados en suelo europeo tras unas vallas cercadas por alambre de espino. Y no puedo encontrar una explicación aceptable para que Europa permita que esto suceda.
Es esa Europa, cuyo fracaso a la hora de poner en práctica el sistema de reubicación desde los puntos de registro demuestra que no hubo consenso real sobre la estrategia entre los estados miembros, la que trata ahora de ocultar el problema desechando a los refugiados y subcontratando sus responsabilidades a Turquía. Me temo que los ciudadanos europeos no saben qué tipo de indignante acuerdo han firmado sus Gobiernos en su nombre. Si lo conocieran, se sentirían avergonzados, asqueados, enfadados y traicionados. Tal y como me siento yo».
(*) www.msf.es

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