La población escolar inmigrante de la región ha aumentado considerablemente durante los últimos años. Lograr una correcta integración y que los nuevos alumnos desarrollen un adecuado nivel académico son algunos de los objetivos de , responsable del Programa de acogida al alumnado extranjero en Asturias.
Para facilitar la tarea de integración el Principado cuenta con las aulas de acogida que funcionan en más de treinta centros educativos de Asturias. Aprender castellano es la primera de las tareas a las que se enfrentan muchos alumnos.
-En Asturias se habla de una tasa de inmigración del 4%. ¿Cómo se asume dicha tasa en el contexto educativo?
-Normalmente el alumnado refleja la situación de la sociedad, y en los últimos diez años se ha multiplicado por nueve el número de alumnos extranjeros que tenemos en los colegios. A nosotros no nos gusta hablar de problema, sino de necesidades específicas, de modo que esta tasa es asumible porque tenemos recursos: un plan de acogida, profesorado u horarios específicos…Llevamos unos seis años con el programa de acogida y el crecimiento ha sido increíble. Hay niños que vienen con otras lenguas, niños que nunca estuvieron escolarizados, niños con problemas socioeconómicos, etc. Tenemos la ventaja de que de momento no hay grandes concentraciones, no se dan lo que se suelen llamar centros-ghetto. Sí hay centros con altos índices, pero son dos o tres, y vienen condicionados por el domicilio de los padres.
«Vivimos en una sociedad cada vez más diversa. Los niños van a tener que vivir con gente de distintas lenguas, religiones, color de piel, costumbres… y nosotros tratamos de educar en ese sentido»
-¿Es el idioma el obstáculo más difícil?
-No necesariamente, hay otras barreras culturales importantísimas, como la escolarización previa. Por eso tenemos las aulas de acogida, que ahora mismo están en más de cincuenta centros en Asturias, para niños que por problemas con el idioma o de otro tipo, necesiten refuerzos para seguir el currículum ordinario del resto del alumnado. El objetivo último es que se titulen y tengan una formación básica sólida, pero siempre siguiendo una política inclusiva, que estos niños estén separados del resto del alumnado sólo en esas horas de apoyo.
-¿Qué aporta toda esta diversidad cultural al sistema educativo?
-Aporta muchísimo a los centros educativos y a los niños. Es un enriquecimiento muy importante, y también es un reto, yo creo que el mayor que tenemos en España ahora mismo a nivel educativo. Nosotros insistimos en que este programa de acogida e interculturalidad no está dedicado exclusivamente a los alumnos extranjeros, sino a todos. Vivimos en una sociedad cada vez más diversa. Los niños van a tener que vivir con gente de distintas lenguas, religiones, color de piel, costumbres… y nosotros tratamos de educar en ese sentido, facilitar la aceptación de la diversidad y la vida en sociedad. (…)