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viernes 29, marzo 2024

Belén Alonso. Artesana de la talla en piedra

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Trisqueles, cruceros, celosías, grabados de representaciones musicales, y otras figuras como la de un caballo de grandes dimensiones, son figuras que se pueden ver en su taller en La Bustariega (Camoca-Villaviciosa). Arte en piedra de las manos de esta artista maliaya.
-¿Qué fue lo que le sedujo del oficio de cantería?
-La piedra en sí siempre me gustó. No deja de ser un material vivo, cambia de color según la zona en la que esté y tiene cualidades que otros materiales no tienen: textura, olor…
-¿Para hacer esto hay que nacer con algún tipo de aptitud, o se aprende a base de experiencia?
-Te tiene que gustar y luego, a razón de ir trabajando, vas aprendiendo. Una cosa que me llamó mucho la atención al principio, por ejemplo, es que la piedra suena. Nuestro profesor iba dándole golpes a la piedra con una maza a la vez que decía: «ésta vale, ésta no vale». Yo recuerdo que pensaba: «¿y sólo por un golpe sabes eso? Y es cierto que para tallar necesitas una piedra que tenga buenas cualidades porque estás castigándola mucho, tiene que resistir los golpes, los perfiles tienen que estar vivos… Además, cada piedra te pide un trabajo, según su forma y color.
-De los trabajos que has realizado hasta ahora, ¿tienes predilección por alguno en especial?
-Todos me gustan, pero quizá prefiero los que no son por encargo porque escojo el tema y la piedra que me gusta. Cuando haces trabajos por encargo tienes que ceñirte a lo que quiere el cliente, hay unos puntos que respetar, te gusten más o menos.
-Uno de sus puntos fuertes son los trabajos de heráldica.
-El primero que hice fueron los blasones de Sabino Fernández Campos, Conde de Latores, una heráldica grande. Y cuando este hombre falleció, volví a repetir la heráldica para su hija. También le hice un escudo a Eduardo Carbajo Avendaño, Conde de Samaniego.

«En Asturias este gremio está bastante mal. La gente suele pedir tallas para poner en casa o simplemente porque la piedra gusta, pero casi nadie se interesa por la cantería»

-Otra de las facetas que enriquecen su currículum son los trabajos de restauración en edificios emblemáticos. ¿Cuál destacaría?
-La de la fachada del Palacio del Duque del Parque en El Fontán, en Oviedo. Ahí trabajé junto con un restaurador y un petrólogo. En obras de este calibre aprendes mucho, porque siempre estás bajo supervisión.
-¿Su taller es su mayor sala de exposiciones?
-Aquí están las piezas que normalmente no llevo a las ferias. La gente pasa por el taller y puede ver los trabajos grandes, como un caballo a tamaño natural.
-¿Cómo se las ingenia para sacar el negocio adelante?
-En Asturias este gremio está bastante mal. La gente suele pedir tallas para poner en casa o simplemente porque la piedra gusta, pero casi nadie se interesa por la cantería.
Antes trabajaba mucho para organismos, había subvenciones y esto generaba trabajo, como por ejemplo la fachada del Ayuntamiento de Gijón. Pero ahora ese tipo de trabajos prácticamente se han acabado, y hay que ir a muchas ferias, hacer publicidad, todo esto genera muchos gastos. Puedes conseguir ayudas si vas a algún curso representando al Principado, o para ir a ferias fuera de Asturias, pero no es fácil.
-¿Las nuevas tecnologías sirven para ampliar el mercado?
-Yo para eso tengo «los dedos muy gordos». Me muevo lo mínimo, porque tampoco tengo tiempo. Tengo una hija joven que me lleva la web, ¡parece que esta generación nació con el ordenador debajo del brazo! Sé que es una línea que funciona, porque en verano puse una tienda y vino mucha gente de fuera a ver mis trabajos, se llevaron tarjetas, recibí encargos por correo electrónico…
-¿Qué problemas tiene que abordar ahora mismo este gremio?
-La mayoría de la gente no diferencia la piedra natural de la artificial, que es mucho más barata y se usa tanto en construcción como en artesanía. En una feria puedes encontrar piezas hechas en molde, con polvo de piedra y resina. Son piezas que se venden a diez euros, mientras yo las mías las tengo que vender a treinta. Así es imposible competir.

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