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sábado 23, noviembre 2024

El artista oculto. Félix Magdalena. Escultor

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Alguna de sus obras están expuestas al público, como la conocida estatua del escanciador de la Plaza del Requexu, en Mieres. Sin embargo, Félix Magdalena afirma guardar el 90 % de su obra para sí. Dibujos, pinturas, esculturas, tallas… cada una es como un hijo al que cuesta independizar, más en el caso de este artista que dice disfrutar del arte por sí mismo.

-Dibujante, escultor, pintor, ¿con qué faceta se queda?
-Yo empecé con la pintura, pero cuando por circunstancias de la vida conocí un poco los métodos de la escultura, pensé que me iba mucho mejor. Me encuentro más a gusto, me parece un arte más completo, porque además de un trabajo intelectual hay un trabajo material, artesano, con el que disfruto mucho.
-¿Cómo se combinan ambos trabajos, cómo es su proceso creativo?
-Primero está el trabajo teórico, de creación. Yo pienso mucho lo que quiero hacer, hago incluso una especie de proyecto, lo trabajo, creo que a veces echo más tiempo en dibujar que en hacer la obra. Y luego, por otra parte, está el trabajo artesanal de conocimiento de los materiales, utilización de las herramientas, en fin, los conocimientos prácticos que uno tiene para llevar a cabo ese trabajo.
-En realidad su formación es de ingeniería técnica de minas. De ahí, ¿cómo se llega a escultor?
-Bueno, no se llega. En principio no veo ninguna relación. Yo nací en un ambiente minero, soy hijo, nieto, sobrino de mineros, y tuve la suerte de que pude estudiar, primero en la escuela de formación profesional y luego como facultativo de minas. Pero, que yo recuerde, la afición artística ya nació conmigo. Cuando ya estaba trabajando estudié Historia del Arte, y empecé a hacer cosas. Estaba trabajando en Turón e hice una escultura, «El relevo», que es un minero viejo entregándole una lámpara a un chico que empieza. La vio el alcalde de Mieres y dijo, «hombre, pues yo quería una escultura para la Plaza del Requejo…» fue todo encadenado.

«Enfrentarte a un tablón de madera liso, o a un bloque de piedra que no tiene forma ninguna, irlo creando y modelando, es una satisfacción infinita»

-¿En qué ha influido la mina en su obra?
-Utilizo los conocimientos técnicos que me dieron tanto los estudios de formación profesional como los de ingeniería técnica para conocimiento de perspectiva, de materiales, manipulación… En cuanto al punto de vista artístico, simplemente la contemplación de obreros trabajando, los escorzos, los esfuerzos, los pliegues de la ropa… aquí, nunca mejor dicho, hay una mina. Y es que la mina está muy poco explotada en el mundo artístico, hay muy poca obra al respecto que tenga cierto nivel.
-¿Por cuál de sus obras siente especial cariño?
-Mis obras son casi como mis hijos, y a los hijos los quieres, a todos. De hecho, conservo aproximadamente el noventa por ciento de mi producción, y no me quiero desprender de ella. Quizá le daría salida si pudiera ser expuesta en su conjunto y en un sitio pequeño. Dicho esto, diría que me encuentro muy satisfecho con los relieves en talla, y con una serie de esculturas que estoy haciendo ahora sobre los trabajos de Hércules.
-Tiene una evidente influencia helenista ¿de dónde le viene?
-Tengo un recuerdo del pueblo donde nací, Brañanoveles, con aproximadamente seis años. Un día faltó el maestro y nos mandaron a clase con las niñas, y a mí me sentaron junto a una que estaba copiando de una lámina un ojo, una nariz, unos labios, una oreja… evidentemente, yo no tenía el concepto de pureza de línea que tenían los clásicos o los neoclásicos, pero aquello me impresionó mucho.
También recuerdo que la Caja de Ahorros de Asturias publicaba unos álbumes de cromos de pintura, de aviones, de barcos… Por cada peseta ingresada te daban un cromo, y yo recuerdo cada uno de los de escultura, pero muy especialmente una griega: «Guerrero herido. Museo de Munich». Pues hasta que no pude ir a verla en persona no paré. Y luego en mis estudios siempre destaqué en lo relacionado con la historia y el arte griego. Yo sé que esto es anacrónico, y no responde a esta época, pero en arte está todo dicho así que para copiar estilos, prefiero hacer lo que me apetece.

Hércules atrapa la cierva de Cerinia, obra de Félix Magdalena.
Hércules atrapa la cierva de Cerinia. / Foto cedida por F. Magdalena
-¿En qué se traduce ese gusto por lo clásico?
-Disfruto mucho componiendo, y tengo un gusto especial por la anatomía, por el clasicismo en las formas. Por ejemplo, tengo un relieve que se titula «Troyas Polemos», sobre la guerra de Troya, que tiene unos dos metros, y ahí hay un estudio de la composición, de la perspectiva, de los relieves, hay doce niveles de talla desde el principio hasta el fondo. En fin, la resolución de todos esos problemas es lo que a mí me llena. Enfrentarte a un tablón de madera liso, o a un bloque de piedra que no tiene forma ninguna, irlo creando y modelando, es una satisfacción infinita.
-Es usted un artista inquieto.
-Yo siempre estoy con algo. Si no estoy trabajando estoy cavilando. Y de vez en cuando refresco conocimientos de anatomía, por internet busco lo indecible en ruso, en alemán, en francés, en inglés, hasta donde yo alcanzo para buscar documentación para mis trabajos y para fundamentar lo que hago. No soy capaz de estar quieto.
-Además de habilidad, ¿qué no puede faltar en un artista?
-Yo creo que primero es el trabajo con uno mismo: ser independiente, estar ilusionado con lo que uno hace. A mí me gustan mucho dos palabras: inteligencia y elegancia, y creo que esto está asociado a la bondad y a la honradez… y sobre todo al arte por el arte. Es decir, yo disfruto solamente con crearlo, y una vez lo termino ahí queda, lo otro ya no me interesa.

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