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martes 8, octubre 2024

Necesidad vital. Ricardo Moreno. Fotógrafo

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A este fotógrafo asturiano le gusta abrir nuevos espacios, romper esquemas y dejarse llevar hasta donde su intuición le conduzca. No le gusta comprimirse en un estilo y cree en el poder transformador de las imágenes porque lo ha experimentado personalmente.

A finales del pasado año Ricardo Moreno obtenía el Premio Nuevo Talento en los Encuentros Fotográficos de Gijón con su obra «Huellas de un amor infiel», una serie de fotografías artísticas sobre el mundo de la prostitución. Es uno de los muchos galardones que ha recibido este fotógrafo a pesar de su juventud. Pero a la fotografía le debe mucho más, es su «arma vital». Hoy desde su estudio-laboratorio de Oviedo, sigue trabajando y enseñando nuevas formas de ver la realidad a través del objetivo de una cámara.
-¿Cómo fueron tus primeros pasos?
-Desde pequeño estuve en contacto con el mundo de la fotografía, mi padre era un gran aficionado. En el colegio había un laboratorio y entrar allí era algo muy natural. Posteriormente en la Universidad, aunque no era mal estudiante, no lo llevé nada bien y tuve problemas de estrés y depresión. La cámara me sirvió para sujetarme al mundo, salir de casa y hacer cosas. Luego vinieron los típicos encargos: comuniones, retratos, así empecé. Me metí de lleno en este mundo, hice talleres y aprendí de la mano de buenos profesionales. Hasta que en el año 2000 abrí un estudio-academia aquí en Oviedo. Fue todo muy natural, nada planeado.
-En tu trayectoria profesional has recibido varios galardones, pero ¿qué te ha supuesto conseguir el Premio Nuevos Talentos 2011, en los Encuentros Fotográficos de Gijón?
-Para mí ha sido muy importante. El jurado está formado por fotógrafos de mucho nivel dentro y fuera de nuestro país. Los encuentros fotográficos de Gijón van por su octava edición y en estos años han traído a todos los premios nacionales de fotografía, que han venido a dar charlas, talleres, coloquios, exposiciones… hemos visto a lo mejor. Son profesionales que entienden la fotografía como un medio para narrar historias, no sólo estético.
-¿Qué fue lo que les llamó la atención de tu obra?
-Lo bien hecha que estaba, -que lo diga yo parece un poco petulante (risas). Ahora que muchos se han pasado a soportes digitales, que esté hecho en químico en mi laboratorio, llama la atención. También, que estaba muy bien resuelto. El retrato, el posado con ambiente, aunque parece un enfoque clásico estaba realizado a personas que estaban aquí y ahora. Eso le dio un contrapunto interesante del tiempo. Y luego, la temática. El hecho de que fuesen mujeres de clubs de alterne que es un mundo cerrado, no fácil de retratar, llamó la atención.
-¿Qué es lo que hace que una fotografía se convierta en una obra de arte?
-Esa es la pregunta del millón. Según mi opinión es fundamental el tiempo. Es un juez cruel pero justo. Hay cosas que te pueden llamar la atención hoy pero dentro de unos años se han olvidado y otras que por mucho tiempo que pasen están ahí. Hablamos de un arte que aunque entra por los sentidos no sólo transmite goce estético sino sentimientos y eso es algo más subjetivo. Ahora mismo se están etiquetando muchas cosas como arte, el tiempo dirá si eso tiene interés el día de mañana.
-¿Cómo empieza el proceso creativo de uno de tus trabajos?
-Soy muy intuitivo. Hago fotos porque me gusta y como herramienta vital. Fotografío todo lo que me rodea y me llama la atención. No soy persona de series, ni de planificación. Lo que más me gusta es el retrato pero hago de todo. Me muevo por sensaciones. En «Huellas de un amor infiel», me aproximé al mundo de las prostitutas por curiosidad y convencido de que iba a hacer unos retratos con mucha fuerza. Hice una foto a una chica que transmitía un dolor tremendo. Eso, sólo lo vi en ella, en ninguna más, pero tampoco lo busqué, me amoldo a lo que veo. Todas las mujeres aparecen en la intimidad, sin ningún tipo de sensacionalismo.
-¿Qué dicen tus fotografías de ti?
-Dice mi hermana que transmiten mi estado de ánimo. Pienso que aunque la imagen habla de uno, no lo dice todo. Miro mis fotos y las veo pausadas, pero en cambio soy una persona nerviosa. En todas suele aparecer gente porque me gusta conversar, estar con los demás, descubrir a las personas. Creo que una imagen no vale más que mil palabras y habla parcialmente de su autor.
-¿Cuál es el mejor momento que te ha regalado la fotografía?
-A mí me ha dado mucho. Me ayudó a respetarme a mí mismo en momentos muy difíciles de mi vida y a ganarme el respeto de los míos. Salí de una depresión gracias a la fotografía y me dio la oportunidad de sacar mi vida adelante. Ha sido y es el camino que he decidido seguir.
-En tu caso, la fotografía es una cura.
-Sí, el mejor tratamiento. Le debo todo.

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