El movimiento feminista quiere tejer no solo redes sino también espacios de encuentro. Desde esta necesidad surgen los “Talleres pa paisanos”, un espacio para debatir sobre el feminismo desde un enfoque integrador. La psicóloga y activista social Sara Combarros, de la Asamblea Moza d’Asturies (AMA), nos explica cómo ha resultado esta experiencia.
-¿Cómo surge esta iniciativa?
-El Conceyu de la Mocedá d’Uvieu (CMU) tiene un presupuesto en el marco de la financiación del Pacto de Estado en contra de la violencia de género para desarrollar actividades feministas dirigidas a paisanos. Así que nos llamaron a Milenta Muyeres, un colectivo feminista mítico en Oviedo y a nosotras, AMA Asturies para hacer un experimento: crear un espacio de debate con los hombres sobre el papel que ellos pueden jugar dentro del feminismo. En estos años de movilizaciones feministas que fueron bastante transformadoras, ver qué efectos han tenido sobre la masculinidad, conocer el malestar que viven muchos hombres ante estos cambios feministas, cómo se alimentan los proyectos reaccionarios o de extrema derecha, y escucharlo en primera persona. Dialogar tranquilamente sobre esto y hacerlo juntos. Hay una tendencia a pensar que la masculinidad es una cuestión de hombres y son ellos los que tienen que resolverlo y ver cómo han de transformarlo. Nos pareció interesante crear este espacio mixto donde ambos pudiéramos hablar, porque la masculinidad es cosa de todos.
“Creamos un espacio de debate con los hombres sobre el papel que ellos pueden jugar dentro del feminismo. Fue una interesante experiencia”
-¿Qué acogida ha tenido entre la población masculina?
-Muy buena. Organizamos una primera edición y quedaron varios chicos fuera, lo que nos obligó a hacer un segundo taller que justo acaba de terminar hace unos días. Para ellos ha resultado interesante, según nos han comentado. Eran chicos que participaban en distintas organizaciones y colectivos. Elegimos esos perfiles para ver qué papel activo pueden desarrollar hombres que trabajan en esos espacios a la hora de hablar con otros hombres desde el feminismo. Para nosotras también fue un gran aprendizaje, algo muy enriquecedor. Hubo muy buenas conversaciones. La intención no era reeducar sino sembrar una semilla que luego ellos la hagan crecer.
-Y todo ello desde un enfoque integrador.
-Lo primero que tuvimos claro cuando pensamos este taller era no llegar a los hombres desde la culpabilidad, desde la perspectiva del abandono de privilegios, porque hemos visto que eso no funciona. Es cierto que tienen privilegios en esta sociedad patriarcal y machista, pero creo que tenemos que ser más estratégicas y adecuar la comunicación y el lenguaje para hace llegar la idea de que el feminismo es algo bueno también para ellos porque les va a hacer más libres. Por otro lado, tampoco podemos mirar a los hombres como algo homogéneo, ellos también son muy diversos y tienen diferentes problemáticas. Existen las jerarquías, los privilegios de unos sobre otros, es algo más complejo de lo que parece a primera vista. El reto era aproximarnos a ellos tejiendo espacios para derrumbar esa pared creada de antifeminismo como reacción al mensaje; es algo que no se va a destruir por sí mismo, nosotras tenemos que ver qué está pasando y tender puentes.
-¿Crees que se puede seguir avanzando en el feminismo sin incluir al hombre en la ecuación?
-Incluir al hombre me parece fundamental para seguir avanzando. No conseguiremos combatir de forma efectiva la desigualdad o la violencia machista, uno de los problemas más urgentes que tenemos como sociedad, si no profundizamos en la masculinidad, en los malestares, en los miedos, las contradicciones y encrucijadas que ellos tienen.
El patriarcado, las violencias en general de este sistema y del machismo, evidentemente a nosotras nos afectan de forma clara porque somos las grandes perjudicadas, pero creo que también les proporciona unas identidades muy nocivas a los hombres. Si el feminismo dedicó muchísimos esfuerzos a no creernos la feminidad que nos habían impuesto, debemos tener la misma convicción con la masculinidad de los hombres que, además de ser lesiva para nosotras cuando se traduce en violencia, también lo es para ellos en otro sentido.
Volviendo a tu pregunta, me parece clave para seguir avanzado en las transformaciones feministas. Si eso no se cambia seguirá siendo una barrera importante.
“Es cierto que tienen privilegios en esta sociedad patriarcal y machista, pero creo que tenemos que ser más estratégicas y adecuar la comunicación y el lenguaje para hace llegar la idea de que el feminismo es algo bueno también para ellos”
-¿Tienen ellos necesidad de hablar de estos temas?
-Creo que sí y pienso que faltan más espacios de este tipo para hablar de estas cuestiones tranquilamente. En estos años y en el marco del 8M es verdad que construimos algo muy grande y se hicieron cosas impensables hasta ese momento, ya lo viste. Fue un movimiento muy convulso, sucedió todo muy rápido y apenas hubo tiempo para parar y abordar estas cuestiones. Pero sí hay esa necesidad. Estamos viendo cómo proyectos de derecha y extrema derecha aprovechan el malestar de muchos hombres para reforzar una masculinidad tradicional, violenta y excluyente. Ahí creo que el feminismo puede hacerse cargo de ese malestar y crear otra forma de comunicación. Pensar con ellos qué responsabilidad tienen en todo esto, cómo pueden ser parte activa del cambio.
-En las últimas manifestaciones del 8M se ven cada vez a más hombres. ¿Cuál es el siguiente paso?
-Es una pregunta difícil de contestar, teniendo en cuenta que hace un año estalló una pandemia que agravó todavía más las problemáticas que vivíamos especialmente las mujeres y que el feminismo ya venía denunciando. El siguiente paso es todo el tema del plan de choque -por ponerle un nombre-, a esta crisis que estamos viviendo. No nos podemos acostumbrar a ver que siempre son las mujeres las que pagan el pato de la crisis y en este 8M, en las manifestaciones feministas, quisimos visibilizar todo esto. Este año en nuestras reivindicaciones han estado presentes la labor de nuestras compañeras esenciales, las que sufren precariedad y explotación unidas al desprestigio de las profesiones feminizadas que son precisamente las que sostienen la vida. Este es el camino por el que tenemos que seguir avanzando, hay mucho por hacer porque no hay reconocimiento social ni moral de todo ello.
“Los avances que hubo estos años en el feminismo creo que a muchos hombres les transformó. Esta es una prueba de que sí, del machismo se sale”
-Incluso el teletrabajo puede ser un arma de doble filo que acaba esclavizando a las mujeres, como se está denunciando.
-Hace un par de semanas organizamos una mesa en el 8M, se llamaba ‘Esenciales’. En ella participaba una trabajadora de servicio técnico de ayuda a domicilio, son las personas que cuidan a nuestros abuelos y dependientes, y nos explicaba sus condiciones laborales que eran penosas en régimen de semiesclavitud. Y fíjate que son las que cuidan de la vida de nuestros mayores, que tendría que ser una razón de peso para valorarlas. También habló una empleada del hogar, emigrante, que visibilizó cómo las mujeres migrantes llegan aquí para cuidar o para hacerse cargo de cosas que no podemos hacer nosotros por falta de tiempo pero que son necesarias para que la vida continúe. Y, por último, una mujer que teletrabajaba y nos hablaba de la trampa que podía ser esa medida. Todo ello nos llevó a reflexiones feministas muy profundas. Pues esa es la línea de este 8M.
-¿Del machismo se sale?
-Como persona feminista que lleva varios años trabajando en este ámbito, tengo la clara convicción de que sí. Cuando investigas y profundizas en estos temas te das cuenta de que la masculinidad la tenemos asociada a valores intemporales o universales y no, la masculinidad ha ido variando a lo largo de la historia y son productos concretos en momentos concretos con fines determinados. Y eso te lleva a ver que es algo transformable. No es algo tan estable como a veces pensamos que es. Por otro lado, los avances que hubo estos años en el feminismo creo que a muchos hombres les transformó; aunque queda mucho por hacer, es una prueba de que sí, del machismo se sale.