Inauguró el año recibiendo un premio, el del III Concurso de Dramaturgia La Jarra Azul, por su texto ‘Twister’. A pesar de la crisis económica y los consiguientes recortes en lo cultural, defiende a capa y espada el trabajo de los profesionales del teatro asturiano.
El premio implica la publicación de la obra a cargo de la editorial Dédalo, y aunque no supone su inmediata puesta en escena, sí es una «palmadita en la espalda» en reconocimiento al trabajo serio y entregado de este autor gijonés.
-No es el primero y esperemos que no sea el último. ¿Eres de los que abominan de los premios?
-Con los premios no hay que volverse loco, aunque qué duda cabe que son un espaldarazo y una manera de comunicar el propio trabajo. Para mí es muy positivo que hayan premiado mi texto en una tierra tan teatral como Cataluña, y más viniendo de una asociación cultural dedicada de manera tan específica al teatro.
-El título, Twister, ¿a qué obedece?
-Alude a un juego de cuando éramos pequeños que se llamaba Enredos, que ahora han traducido como Twister: era aquello de «mano sobre círculo rojo, pie sobre círculo azul». Los cinco personajes son las cinco prostitutas que asesinó Jack el Destripador. Están en una especie de limbo donde juegan al Twister mientras reflexionan sobre temas. Es una excusa para mostrar un punto de vista femenino sobre la realidad actual, la relación hombre-mujer, la violencia, el maltrato, etc.
-Konjuro Teatro mantiene un alto nivel de actividad. ¿Cuántas obras en cartel?
-Ahora mismo unas diez. El problema, como ocurre en otras compañías, es darle salida a todas ellas. Éste es un oficio como otro, con sus tardanzas en cobrar y sus impagos. La gente come de esto, como en cualquier otro empleo.
«El teatro profesional se enfrenta a un olvido social e institucional, frente a un mal llamado teatro amateur»
-¿Tienes predilección por alguna de ellas?
-Aunque es difícil elegir, hay una que supuAso un antes y un después para nosotros, en un momento en el que el grupo estaba explorando nuevas posibilidades. Hablo de «Harpías», que trata sobre la figura de Hitler y sus últimos días. Esa obra nos abrió camino fuera de las fronteras regionales, es la que más reconocimientos ha recibido.
-¿Cómo están las relaciones con el teatro amateur?
-El teatro profesional se enfrenta a una especie de olvido social e institucional, frente a un mal llamado teatro amateur. Nosotros venimos del amateurismo y sabemos lo que es, pero no es esto: un teatro con estructura de empresa pero sin cumplir sus obligaciones legales. Es un fenómeno que no ocurre en ningún otro sector. No existen carniceros ni electricistas amateurs.
Hay que darse cuenta de que esto es un sector de casi cuarenta empresas que pueden desaparecer si continuamos con esta falta de programación.
-Seriedad y humor ¿en qué proporción?
-La experiencia nos dice que no hay arma más potente que el humor, que hace más daño que una obra dramática a la hora de criticar algo. Una ‘amarga ironía’ debe estar siempre presente. Nosotros jugamos a lo que llamamos ‘la sonrisa congelada’. Cuando conseguimos que el público llegue a ese estado es un momento de catarsis maravillosa.
-Pese a lo económico ¿es un buen momento para la escena asturiana?
-Nunca hubo tanto talento artístico en Asturias en lo que a teatro se refiere y nunca tan poco reconocimiento por parte de la sociedad y de las instituciones. Nos situamos al borde del precipicio en la medida en que muchos empleos pueden desaparecer de la mañana a la noche. Por ponerlo en nuestro lenguaje: es un poco tragicómico.