Es lamentable que las posibilidades de vertebración de villas, rasa costera, zonas periurbanas y valles mineros que ofrece la vieja red de FEVE no hayan sido aprovechadas para permitir oportunidades de actividad y fijación de población.
Pongamos como ejemplo lo que viene sucediendo en los últimos años en Asturias en materia de transporte ferroviario de cercanías, y singularmente respecto a los servicios de FEVE (que han perdido el 55% de viajeros desde 2005). En un momento en el que la ordenación del Área Central y las políticas de reequilibrio territorial vuelven a cobrar cierta importancia en la actuación del Gobierno del Principado de Asturias (aun con las dificultades que para todo proyecto comportan los efectos aún presentes de la crisis), y cuando en todas las estrategias para frenar el cambio climático se coloca el transporte sostenible como prioridad (lo que llevaría a potenciar el ferrocarril de cercanías frente al vehículo privado), nos encontramos con un servicio abandonado a su suerte por el Ministerio de Fomento, al que le importa más bien poco lo que suceda en esta región, los pueblos que se quedan sin transporte y las oportunidades de desarrollo que se pierden. Es impensable que no haya una red de cercanías verdaderamente integrada (y eso que RENFE y la antigua FEVE ahora están bajo una única gestión), que los servicios existentes no conecten puntos neurálgicos de los principales núcleos de población ni los polígonos industriales (al menos los del Área Central). Es alucinante y tremendamente significativo que el Aeropuerto de Asturias no tenga conexión ferroviaria de cercanías, cuarenta y ocho años después de su inauguración. Es penoso ver a diario la autopista Y sobrecargada y desvencijada sin que el transporte ferroviario contribuya de forma mucho más destacada a aliviar esta vía. Es lamentable que las posibilidades de vertebración de villas, rasa costera, zonas periurbanas y valles mineros que ofrece la vieja red de FEVE no hayan sido aprovechadas para permitir oportunidades de actividad y fijación de población.
Si las cercanías ferroviarias estuviesen bajo el amparo competencial autonómico, en su integridad, con la dotación presupuestaria transferida (en cuantía adecuada) y confiriendo capacidad de actuación tanto sobre prestación del servicio como en la gestión de infraestructuras, aunque la complejidad de la gestión continuase siendo importante, y desde luego, nadie obraría milagros, posiblemente la atención política sobre la materia le otorgaría la debida prioridad. La sociedad, además, no asumiría mansamente –como está sucediendo, en buena medida- el deterioro irreversible del servicio, pudiendo realizar un seguimiento directo de las decisiones, hoy prácticamente alejadas del escrutinio público. Y se analizaría con la profundidad e intensidad que corresponde el papel de este medio de transporte insustituible en el futuro de esta tierra.