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domingo 24, noviembre 2024

Frixuelos, hórreos, másteres y educación

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Poco más tengo que añadir, en el plano burlesco, a la riestra de memes, performances tuiteras e invocaciones salerosas al respeto de la cultura popular asturiana que se han sucedido tras las desafortunadas declaraciones de Pablo Casado en la presentación de la candidata que ha designado para la Presidencia del Principado de Asturias.

Parece claro que alguien le informó mal y él se tragó, de principio a fin y sin contraste alguno, la patraña, intentando presentar el sistema educativo asturiano como reducto de enseñanzas puramente folklóricas o, peor aún sectarias. Una imagen que, cualquiera que viva en esta tierra, sabe perfectamente que no se corresponde con nuestra realidad, salvo que quiera dejarse engañar fácilmente (epidemia, la del deseo de ser embaucado por el líder de turno, cada vez más frecuente). Ciertamente, pocas cosas hay más grimosas que un político que no conoce el suelo que pisa, fallidamente ocurrente y además sin ninguna autoridad personal en la materia que aborda, en este caso la educación, empezando por la construcción de su propio currículum académico, si se puede llamar así al suyo.
Si tuviese un poco de buen juicio, Pablo Casado podría haber aprovechado para hacer una reflexión oportuna sobre los nuevos retos de la educación en el mundo cambiante de la revolución tecnológica. O para reclamar una extensión de la red de educación infantil de 0 a 3 años, que todavía es insuficiente. O para analizar los problemas de transición de la etapa educativa al mundo laboral, ámbito en el que queda mucho terreno por avanzar. Sin embargo, a los problemas existentes, añade uno más, acorde a este tiempo feo que vivimos, echando más leña a la hoguera populista en la que todo vale, al desacreditar de forma gratuita y mendaz el sistema educativo en Asturias.
Además de muestra de mala fe y escasa honestidad intelectual, pretender desprestigiar de un plumazo el importantísimo esfuerzo que en Asturias se ha hecho y se hace en materia educativa, resulta que es muy difícil. En efecto, los datos cantan y lo hacen de forma sostenida en el tiempo. Sucede que dos décadas de gestión autonómica de las competencias educativas, mayoritariamente bajo gobiernos de izquierda (es justo decirlo), situando como prioridad la educación pública, la mejora de su calidad y su vertiente integradora, dan frutos, reflejados en los distintos estudios sobre enseñanzas regladas no universitarias (por ejemplo, los realizados por el Consejo Escolar, los informes periódicos de «Datos y Cifras» del Ministerio de Educación o el reciente de la Fundación BBVA titulado «Diferencias educativas regionales 2000-2016»). Así, nuestra Comunidad está a la cabeza de España en inversión por alumno (6.615 €, siendo la media nacional 5.231 €).

En Asturias la tasa de alumnos repetidores es inferior a la media española y lo mismo sucede con la tasa de abandono temprano de los estudios. Siendo, al contrario, la graduación en FP media y bachillerato más elevada y la tasa de progreso hacia estudios superiores, la mejor del país

El número de profesores por cada 100 alumnos es también superior a la media: 9,8 en Asturias frente a 8,5 en el conjunto del país. La tasa de alumnos repetidores es inferior a la media española (8% frente al 10,9%) y lo mismo sucede con la tasa de abandono temprano de los estudios (14,8% frente al 18,3%). Siendo, al contrario, la graduación en FP media y bachillerato más elevada (31,9% y 66,9% respectivamente, para una media nacional del 24,7% y el 57,4%) y la tasa de progreso hacia estudios superiores, la mejor del país. Asturias se sitúa, en los informes PISA (Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes) y TIMMS (Estudio de las Tendencias en Matemáticas y Ciencias), por encima de la media en comparación con el resto de España, con Europa y con los países miembro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Además, el 52% de estudiantes de Primaria y el 33,7% de los de Secundaria participan en programas de enseñanza bilingüe en lengua extrajera (segunda y primera Comunidad de España, respectivamente). El protagonismo de la educación pública en este éxito es, por otra parte, evidente, con un 72% de los estudiantes en centros públicos (en Madrid, por ejemplo, el 54,7%), y todo ello pese a persistir (con el coste de oportunidad consiguiente) la anacrónica dotación económica a centros concertados, que, hoy por hoy, ya no son imprescindibles para asegurar la escolarización y cuyo sostenimiento con fondos públicos debería ser objeto de seria revisión (una cosa es el debido respeto a la libertad de enseñanza y otra, bien distinta, costear entre todos las decisiones particulares de quien aspira a la diferenciación elitista).
No hay ningún milagro ni casualidad detrás de los buenos resultados, sino una apuesta constante por la educación pública, el ejercicio consciente del autogobierno y el compromiso de la comunidad educativa, empezando por los profesores que se baten el cobre, día a día, para acompañarnos a madres y padres en la lucha cotidiana de educar a nuestros hijos. Algo que resiste, sin despeinarse, el chascarrillo de quien, salta a la vista, está años luz de saber de qué va esto del esfuerzo personal en la educación.

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