Por cercanía geográfica o por afinidad sentimental, Foz es un destino muy querido en el Principado. En la época de vacaciones no es difícil escuchar el acento asturiano, que se mezcla con el gallego con naturalidad.
Foz fue el lugar de destino de muchos asturianos vinieron aquí a trabajar en la empresa Alcoa, especialmente tras el cierre de Ensidesa. Esa inmigración cercana ha dado lugar a toda una generación de astur-gallegos, que se mueven con naturalidad entre ambas orillas del Puente de los Santos. Los que ya se han quedado reciben a los veraneantes, que vienen a visitar a la familia o simplemente a disfrutar de unas vacaciones en un sitio que sabe cautivar.
Para eso hay nueve playas, la mayoría con bandera azul, que son tradicionalmente uno de los grandes activos turísticos de Foz. La alta concentración de yodo de estas aguas hacía que los médicos prescribiesen remojos terapéuticos. Es lo que se conocía como «los nueve baños»: «Se recomendaba para el reuma, y se mandaba a la gente a la playa más helada de España, que era A Rapadoira».
De estas y otras costumbres sabe mucho Xesús Basanta. Más conocido como Xesús do Breogán por sus profundas convicciones galleguistas, es un estudioso de la zona y tiene una colección de más de 15.000 fotografías antiguas. «Fue de casualidad, empecé a trabajar en un proyecto de recuperación hidronímica de la costa -la toponimia de mar y ríos- y se me ocurrió ir metiendo más cosas: historia, refranero, leyendas, flora y fauna… Fui recopilando fotos, y cuando iba a las casas de la gente me daban los álbumes enteros. Claro, lo escaneé todo». De aquel primer trabajo salió un libro, al que siguieron tres más relacionados con el concejo, y otro ya listo sobre el proyecto «Foz onte, Foz hoxe» (Foz ayer, Foz hoy) con fotografías comparativas. Algunas de esas fotos antiguas se pueden ver en varios murales repartidos por la villa, por ejemplo, en la fachada de la Iglesia parroquial.
La Basílica de San Martiño, prerrománico gallego declarado Monumento Nacional, es el mayor exponente de patrimonio religioso de Foz.
La iglesia sirve además como muestra de un patrimonio religioso que tiene como mayor exponente la Basílica de San Martiño, prerrománico gallego declarado Monumento Nacional. Por todo Foz hay repartidos pazos, casas indianas, muestras etnográficas de interés, y dos visitas más que recomendables. Una es A Frouxeira, una pequeña montaña donde aún quedan restos de la fortaleza del Mariscal Pardo de Cela, y que ofrece además unas magníficas vistas. También vale mucho la pena acercarse hasta el castro marítimo de Fazouro, el único excavado de la zona, Bien de Interés Cultural. Datado en los siglos I y II, es un castro romanizado (la mayoría de los castros conocidos en Galicia y Asturias son celtas) y tiene una peculiaridad destacable: escaleras. No está claro si su objetivo era salvar el desnivel del terreno o una casa de dos plantas, pero el caso es que es bastante extraño encontrar una construcción de este tipo en un yacimiento tan antiguo.
Tres imprescindibles.
Para conocer los secretos de la zona se puede visitar la Oficina de Turismo, donde amablemente proveen al visitante de folletos y consejos; pero no hay como ir a tomarse un vino (con tapa) y pegar la hebra con alguien de la zona. El focense está orgulloso de lo suyo y no duda en hacer recomendaciones de primera mano. Aquí van por ejemplo tres, y una más: todos coinciden en destacar la gastronomía y «el jolgorio de vinos y tapas», que merecería un apartado propio.
Xesús do Breogán opina que «hay que ver la Basílica de San Martiño, porque es uno de los grandes referentes de la historia. Se cree que es la iglesia abierta al culto más antigua de España, porque tiene vestigios del siglo VI, aunque la construcción general está entre el IX y el XI; fue sede episcopal hasta el año 1112, de aquí vienen las leyendas de San Gonzalo, origen por ejemplo de la Festa Normanda, hay un retablo pétreo del siglo IX único en su estilo, y los frescos más antiguos de Galicia, y tantas cosas más».
Fernando Allen, el director del Coro del IES de Foz, opina que «lo más bonito es el puerto y la playa, la zona de A Rapadoira, que es de arena muy blanca y tiene un paisaje precioso, con la marisma muy cerca de la playa». Y, claro, la gastronomía: «Aquí se come muy bien, tanto marisco (muy bueno el pulpo) como carne. Justo en la zona de la playa hay varios restaurantes con oferta sobre todo de marisco, que no es precisamente caro».
José María García Rivera, componente del grupo coral Mar Aberto, se queda con el Paseo de Malates: «es un recorrido que sale del puerto, y surcando la ría se pierde uno en lo que se suele llamar «remanso de paz». Por supuesto hay más cosas: la Basílica de San Martiño, los castros celtas, los miradores… pero yo recomiendo recorrer los paseos marítimos, porque hoy todo el mundo puede llegar al mar, los caminos nos acercan y no hay barreras que lo impidan». Además, este amante de la música tradicional recuerda una frase hecha que resume perfectamente el espíritu de la zona: «Si pasas por Foz no te pares, quédate».
Fiesta «rachada»
¿Qué es un verano sin fiesta? Algo impensable, y más en Galicia, que por algo tienen merecida fama de «festeiros». A falta de una, en Foz tienen tres grandes citas repartidas entre julio y agosto.
En Galicia hay más de cinco mil fiestas gastronómicas en todo el año. Como dicen con la habitual retranca de la zona: «aquí somos los reyes del ‘comercio’ y del ‘bebercio'». Si a esto le sumamos las fiestas populares, patronales y las de nueva creación, el número es casi imposible de calcular. En Foz destaca por méritos propios el carnaval o Entroido, una celebración callejera donde manda el ingenio ciudadano; y en mayo se celebra la romería del Obispo Santo, también multitudinaria. Pero el verano, como no podía ser menos, apela al espíritu juerguista de focenses y visitantes, que vienen con ganas de sacar partido al tiempo libre.
Con sabor a mar
La dedicada a la Virgen del Carmen, patrona de los marineros, es una de las fiestas de mayor relevancia en la localidad. La veneración a la patrona es norma entre los marineros, bien sea un asunto de fe o de tradición; y por otro lado lo pintoresco y el colorido de la celebración atraen a los visitantes. Total, que Foz en estos días está lleno de gente sin mucho más que hacer que pasarlo bien. Que no es poco.
La primera cita es el sábado 12 por la tarde con una chicharrada popular -pan, chicharro y bebida a precio simbólico-, amenizada por banda de música. Le sigue la misa en honor a la Virgen en la Iglesia Parroquial de Santiago de Foz, y la lectura del pregón. A continuación, el gran chupinazo da inicio oficial a estas fiestas. Como novedad, «este año van a tener lugar durante varios días miniconciertos de grupos focenses en distintos lugares de la villa. La idea es que la fiesta se reparta, que no se concentre en un único sitio para que participe el mayor número de gente posible», avanza José Ángel Paleo, concejal de Cultura y Deportes. Las diferentes actividades se suceden hasta llegar al día 15, víspera del día grande. Al anochecer se cierran al tráfico varias calles y, como cada año, los vecinos, familiares y gente de de los alrededores trabajan con todo el cariño en la elaboración de alfombras florales por donde al día siguiente pasará la Virgen: el resultado son auténticas obras de arte. Esa misma noche también habrá verbena, amenizada por las orquestas Jerusalén y Cinema. El día grande las calles y barcos amanecen engalanados para recibir a su patrona. Después de la misa de doce, sale la procesión acompañada de bandas de música y grupos folclóricos. Sobre las dos del mediodía llega el momento esperado: la Virgen se eleva sobre los hombros de los marineros y suenan las sirenas de la rula y los barcos como una plegaria al cielo. Por la tarde tiene lugar la ofrenda a los marineros fallecidos en el mar. Se completa la tarde con juegos infantiles y una verbena que pone punto final a las fiestas, a cargo en esta ocasión de la Orquesta Filadelfia.
Homenaje al fuego
Curiosamente, el patrón de Foz es Santiago Apóstol, pero las fiestas mayores se dedican a San Lorenzo. Esto permite descansar un poco después del Carmen para llegar con fuerzas renovadas al 10 de agosto, el día grande de unas fiestas declaradas de Interés Turístico. El programa, además de conciertos y verbenas, incluye actividades deportivas, espectáculos teatrales y actividades para niños y mayores. Pero «la celebración estrella de San Lorenzo es sin duda la espectacular exhibición de fuegos artificiales en A Rapadoira, que se acompañan de música. Es el acontecimiento que marca el comienzo de la noche grande», describe José Ángel Paleo. Con un poco de suerte, y si el cielo está despejado, el espectáculo se puede completar con la lluvia de estrellas que tiene lugar por esta época, las denominadas «lágrimas de San Lorenzo».
Invasión normanda
Es una fiesta relativamente reciente -este año se celebra la cuarta edición- pero ya tiene un hueco de honor en el calendario festivo. Del 22 al 24 de agosto Foz retrocede en el tiempo hasta el siglo X, cuando los normandos intentaron tomar estas costas. No lo consiguieron gracias a la oposición de los vecinos -y, según cuenta la leyenda, una cierta ayuda del Obispo Santo-, que siglos más tarde han convertido el recuerdo de aquella batalla en una fiesta. El campamento con recreación histórica, el mercado, el desembarco y combate, llevan al visitante a otra época. «Todos los vecinos se visten para la ocasión y participan en la representación del ataque donde campesinos y normandos midieron sus fuerzas -explica el Concejal de Cultura-. Cada año aumenta el número de turistas y seguidores que participan activamente. Es una fiesta que no defrauda y que cuenta con el apoyo de asociaciones, peñas de carnaval y colectivos que la hacen posible». Todo el mundo coincide en que la Festa Normanda no se puede dejar pasar, incluso hay quien dice, directamente, que es un desmadre. Desde luego, una original forma de despedir el verano.
Los chicos del coro. Aula Coral del IES de Foz
Son adolescentes de secundaria que han llegado a la música coral a través de puertas tan dispares como Celine Dion, Melendi o Metallica, guiados por la intuición y el oído de Fernando Allen. Recientemente, lo que parecía una aventura de instituto ha demostrado calidad como para traerse del Festival Internacional de Neerpelt (Bélgica) un inesperado y brillante segundo puesto. ¿Cómo ha sido posible?
Fue una sorpresa. Después de seis meses de trabajo duro y fuerza de voluntad, esperaban una bonita experiencia en un lugar como Neerpelt, donde la localidad entera vive la música coral como si les fuese la vida en ello, y cuidan su festival con una devoción que deja huella en los visitantes. Uno no va a Neerpelt sin más. Este lugar es la Meca de la música coral, por lo que para participar hay que enviar previamente una grabación que asegure unos mínimos de calidad. Así se hizo y a Foz llegó de vuelta una invitación desde Bélgica para sesenta y tantos chavales y su profesor: el coro del instituto.
Para entender lo sucedido hay que remontarse a 2011. Fernando Allen -hermano de Oscar Allen, implicado a su vez en las Voces Blancas del Nalón- empieza a urdir una estrategia «poco purista» según sus propias palabras, para hacer surgir la motivación musical donde no la había. Consistía en hacer cantar a los chavales en el karaoke temas a su altura: Melendi, Amaral o la canción de Titanic. Mientras ellos se centraban en sacar adelante el tema, Fernando Allen escaneaba voces, e iba poco a poco trazando un mapa mental de lo que podría ser el embrión de un coro. Un karaoke, por supuesto fuera del horario lectivo. Lo fundamental era que un coro no les pareciese algo rancio, un grupo de personas rígidas, cantando abrazados a sus carpetas; ni tampoco una actividad «de niñas». Teníamos que convertirla en la actividad de moda del instituto», explica Fernando. Por eso la primera actuación fue el Nothing else matters de Metallica. La mecha iba prendiendo.
El coro se ha convertido en la «actividad de moda» en el instituto.
No estaríamos hablando de una aventura como esta sin la presencia de Fernando Allen, la demostración palpable de que un profesor implicado puede transmitir cualquier cosa a un grupo de alumnos. ¿Cómo si no se explica que un grupo de adolescentes se vuelquen con semejante pasión en el canto coral? «Trabajar con adolescentes es muy gratificante cuando los tienes enganchados a tu causa -explica Fernando-. A esa edad tienen las emociones a flor de piel y se entregan muchísimo». Así se han ido supliendo otras carencias, como que los integrantes del coro, entre 13 y 17 años, no tengan formación musical, o que los medios disponibles sean los de un Instituto de Secundaria y no los de una Escuela de Música.
La invitación para ir a Neerpelt fue la piedra en el hormiguero. «Fueron seis meses de trabajo muy concienzudo. Los chavales estaban muy centrados y se volcaron con mucha voluntad». Y también la localidad de Foz. Un viaje de esas características no es barato y cargarlo íntegro a las economías familiares no era una opción, de modo que hubo que arrimar el hombro para paliar gastos y que ningún chaval se quedase en tierra. El Ayuntamiento de Foz ayudó y esperan que quizá la Diputación Provincial aún cubra una parte. Pero además se pusieron en marcha actividades «recaudatorias», como rifas o conciertos. «Los padres sabían que los chavales hacían una actividad extraescolar, pero lo que no se imaginaban era cómo cantaban sus hijos». Claro, se entusiasmaron.
Al regreso de Bélgica el coro fue recibido en Foz con pancartas de felicitación y de agradecimiento. Bordaron su actuación, incluyendo la pieza obligatoria «muy complicada armónicamente, al nivel de coros profesionales». En el bolsillo, un segundo premio que a todos les supo a oro.
¿Y a partir de ahora? Pues a seguir trabajando sin dejar de tener los pies en la tierra: «no podemos olvidar que los chavales no son músicos, que esto es un instituto y que prima lo académico», explica Fernando Allen. A su correo ya ha llegado alguna invitación más para participar en certámenes internacionales, vista la calidad demostrada. Sin rechazar la idea, se impone la realidad: «pedir otro esfuerzo así a las familias, tan seguido, nos parece excesivo». Pero lo más difícil ya está hecho, que es contagiar esta pasión. La prueba es que en el instituto los nuevos enseguida preguntan: «Y para entrar en el coro ¿qué hay que hacer?». Por lo pronto, ponerse a la cola para una prueba de voz.
Mar Aberto
Los cantos de taberna -lo que en Asturias se conoce como «cancios de chigre»- son una tradición común a la mayoría de zonas de costa. También en Foz, lógicamente, aunque era una costumbre que corría peligro de perderse. Para evitarlo nació Mar Aberto. José María García Ribera, componente del grupo, explica que la finalidad es recordar «a nuestros antepasados, cuando se ponían a cantar cerca de los muelles y junto a una jarra de vino».
-¿Qué tipo de actividades hacen?
-Actuamos desinteresadamente en lugares cercanos a nuestro municipio, en centros sociales, plazas de la villa, tabernas y bares… Y, cómo no, en el Festival de Navidad que organiza el Ayuntamiento de Foz.
-Música popular, pero también canciones más «comerciales» como boleros, música mexicana… ¿Cómo eligen su repertorio?
-Nuestra música es entrañable, de toda la vida: habaneras, boleros, México, Los Panchos (inolvidables con la canción «Reloj, no marques las horas»)… No tenemos director, somos autodidactas y nosotros mismos elegimos las canciones, las aprendemos, las mejoramos y cuando vemos que están maduras las estrenamos en público. Tenemos 40 canciones en el repertorio, entre las que no faltan las habaneras. Son canciones que siempre se cantaron en Foz y traen muchos recuerdos, no es difícil ver a personas emocionadas.
«Los cantos de taberna existieron aquí toda la vida, y tenemos la obligación de recuperarlos, una villa como la nuestra no puede darle la espalda a la historia»
-¿Se están recuperando los cantos de taberna?
-Los cantos de taberna existieron aquí toda la vida, y tenemos la obligación de recuperarlos, una villa como la nuestra no puede darle la espalda a la historia. En Foz se cantaba en los bares, sobre todo los marineros al regresar de su faena, pero también esos cantos se dirigían a las novias y pretendidas con cantos debajo de los balcones, lo que se llamaba serenatas y cómo no, en familia en las fiestas señaladas.
-Están muy cerca las Fiestas del Carmen. ¿Sonarán los cantos de taberna estos días?
-En las Fiestas del Carmen se cantan canciones que ponen los pelos de punta a cualquiera. «Yo quiero ser marinero» y la «Salve Marinera» son las que más suenan: impresionantes.
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