La concesión del sello de Campus de Excelencia Internacional (CEI) permitirá que la institución asturiana continúe avanzando en el campo de la investigación de vanguardia y su aplicación en la industria. Para Santiago García Granda, Vicerrector de Investigación, la importancia de la relación entre Universidad y empresa es fundamental para lograr objetivos cada vez mayores.
Compitiendo con las grandes, la Universidad de Oviedo ha conseguido situarse entre las más avanzadas en el terreno de la investigación. Y así le fue reconocido por el Ministerio de Educación y Ciencia, que premió la presentación de dos clusters: uno sobre Biomedicina y Salud, y otro sobre Energía, Medio Ambiente y Cambio Climático.
Este último, del que depende el desarrollo de un laboratorio eólico marino único, experimentará un importante impulso gracias a la firma reciente de un convenio de colaboración con el Consorcio Tecnológico de Asturias, que agrupa a una treintena de empresas y dos centros tecnológicos.
-¿Cómo se consigue que una Universidad modesta en tamaño se coloque entre las primeras universidades de Europa en I+D+i?
-Se consigue gracias a la suma de una serie de circunstancias. A mediados de los años setenta y principios de los ochenta, esta universidad recibe a una serie de catedráticos jóvenes que formaron grupos de investigación y que supieron aprovechar toda la capacidad que había en Asturias en campos como química orgánica, ingeniería química y otros. Es gente que ahora está jubilándose o son catedráticos eméritos; José Barluenga por ejemplo es uno de ellos. Gracias a esa inyección de talento la Universidad de Oviedo experimentó un gran impulso. A eso hay que sumar las inversiones que se hicieron en aquella época, la creación de infraestructuras, el desarrollo del Campus de Gijón, luego el de Mieres, etc.
“La creación de nuevas instalaciones singulares hace que se desarrollen nuevas líneas de investigación que servirán para que las empresas colaboren más con la Universidad”
-La Universidad va a llevar a cabo el proyecto del laboratorio eólico marino off-shore, incluido dentro del Campus de Excelencia Internacional, que va a traer consigo una importante transferencia tecnológica. ¿Qué supone este reto?
-Es una gran oportunidad, a la vez que un riesgo importante, más en esta época de crisis económica. El laboratorio es una instalación que depende de la contribución de las empresas. Nuestro trabajo en él se desarrolla en dos líneas. Por una parte, la propia construcción del laboratorio va a involucrar a muchos grupos y empresas que desarrollarán estructuras únicas en Asturias. Por otra parte, tenemos una espléndida oportunidad de llevar a cabo estudios sobre el cambio climático, la acuicultura y los cultivos marinos; también la transformación, almacenamiento y transporte de la energía, que es un nicho importante de transferencia tecnológica.
Tenemos grupos que están desarrollando convertidores de energía eléctrica, grupos de electrónica de potencia, también químicos que pueden hacer transformación de hidrógeno y almacenarlo… Todo esto representa un reto muy importante para nosotros.
-Hablamos de un gran esfuerzo económico. ¿Cómo se afronta?
-Como toda transferencia tecnológica, es necesaria la coordinación entre la administración, la sociedad y las empresas. Subrayo la contribución empresarial porque el proyecto es de tal envergadura que necesita un presupuesto muy importante. Poner en marcha una maquinaria tan compleja exige la colaboración de una o varias empresas tractoras fuertes y otras más pequeñas.
“A corto plazo el campo más rentable en el entorno asturiano es sin duda todo lo relacionado con biomedicinas, biotecnología, salud y alimentación”
-¿Hasta qué punto se logra que sean rentables este tipo de proyectos?
-Si hablamos de lo económico, estos proyectos se rentabilizan a muy largo plazo, porque para la introducción de energía existen muchas trabas burocráticas a la hora de conceder permisos para explotaciones. La ventaja que tiene nuestra instalación marina es que al tratarse de un proyecto científico hay una rentabilidad inmediata relacionada con la colaboración con las empresas, y posteriormente la rentabilidad que supone la integración de las estructuras universitarias en el tejido económico del Principado de Asturias. La creación de nuevas instalaciones singulares hace que se desarrollen nuevas líneas de investigación que servirán para que las empresas colaboren más con la Universidad.
-¿En qué sentido?
-Existe la posibilidad de que se pueda explotar directamente y comercializar la energía, pero al margen de eso, antes de la producción de energía esta instalación prestará servicios a las empresas, multinacionales tanto de España como de Europa, que así lo requieran. Hay que tener en cuenta que las posibilidades de realizar este tipo de pruebas son muy escasas, no existen en realidad áreas donde se puedan efectuar en las condiciones de las que disponemos en Asturias, con profundidades tan cercanas a la costa. A largo plazo los temas energéticos, ingeniería de estructuras, transferencia de energía, conexiones eléctricas, distribución y todo lo relacionado con la producción de energías renovables va a tener un impacto grande y hay que prepararse para ello.
““Como toda transferencia tecnológica, es necesaria la coordinación entre la administración, la sociedad y las empresas””
-De los temas que está desarrollando la Universidad en I+D+i ¿cuáles son los que pueden resultar más rentables a la empresa asturiana?
-Yo creo que a corto plazo el campo más rentable en el entorno asturiano es sin duda todo lo relacionado con biomedicinas, biotecnología, salud y alimentación. Es un apartado que conecta con la industria tradicional asturiana en la medida que tiene que ver con la producción de alimentos, su optimización, su control, etc. Ahí tenemos un campo importantísimo. En relación a los temas de salud, tenemos todo el campo de los implantes, la regeneración, el envejecimiento, las vacunas en la genética -como el proyecto en el que participa Carlos López Otín y el Clínico de Barcelona, presentado recientemente, donde se van a caracterizar las proteínas correspondientes al genoma de pacientes que han desarrollado cáncer para intentar encontrar los remedios o por lo menos las causas por las que se produce ese deterioro celular-. Creo que la Universidad de Oviedo está en posición para entrar en esos campos, que supondrán una rentabilización clara si logramos tener las inversiones necesarias para que se desarrolle adecuadamente el Hospital Central Universitario de Asturias y el Campus de la Salud.
-¿Estamos ante uno de los próximos motores económicos de Asturias?
-Yo espero que sí. Creo que en esa dirección va nuestro desarrollo: creación de una red de centros tecnológicos que colaboren con la Universidad, planes de apoyo a la investigación y transferencia en los temas en los que hemos decidido que son los más adecuados para desarrollar en Asturias.
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