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sábado 4, mayo 2024

Fran Linares. Reto Revuélcate 2020: de Sotrondio a Peña Mea

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El 26 de febrero Fran Linares cumplió años y decidió celebrarlo días más tarde de una manera un tanto especial: volteando una rueda de camión de casi 100 kilos de peso de Sotrondio (a 300 metros de altitud) a la cumbre de Peña Mea (1.557 metros). Un recorrido de unos 28 kilómetros que tenía como objetivo recaudar fondos para la Asociación de Esclerosis Lateral Amiotrófica ELA Principado.

Hay historias que te reconcilian con la vida y te hacen creer en la capacidad del ser humano. La de Fran Linares es una de ellas. Tal vez sus locuras, como él las llama, nunca abran un informativo o sean portada en un medio de comunicación, pero merecen un alto en el camino y una reflexión que conduzca la mirada hacia lo propio, al punto justo en el que cada uno contempla sus males, sus tristezas y sus límites. “La chispa que encendió la llama fue la muerte de cáncer de un amigo íntimo -comenta Fran-. Empecé a colaborar con el Instituto de Oncología del Principado donde también trabaja otro amigo que es investigador y una cosa me llevó a la otra. Hace más de veinte años que soy entrenador personal, practico Crossfit desde el 2006 y justamente de este deporte surgió la idea de participar en una carrera de montaña que se hace en Laviana, pero volteando una rueda de principio a fin, con la finalidad de donar todo lo que recaudase. A partir de ahí me vine arriba e hice otros retos solidarios como el Camino de Santiago desde Irún con la rueda y también a Covadonga desde Sotrondio. Todo lo que recaudamos lo donamos siempre a alguna causa como la lucha contra el cáncer, la fibrosis quística o este año contra el ELA”.

“Mucha gente me pregunta si merece la pena el esfuerzo y siempre digo que sí. Y si solo recaudara dos euros también, porque tengo la esperanza de que alguien que nos esté viendo piense que si nosotros estamos haciendo esto, él puede hacer cualquier otra cosa”

A simple vista la imagen que proyecta Fran es la de un tipo duro. Pero cuando empieza a hablar, el corazón toma el mando, dejando al descubierto la realidad de un ser humano que ha decidido hacer propios los problemas ajenos. Sirvió durante varios años en Operaciones Especiales y eso forjó su carácter en base a unos valores que a día de hoy marcan el norte tanto de su trayectoria deportiva, como de los retos que se propone. “Ojalá no tuviera que hacer estas cosas porque eso significaría que estas enfermedades no existen -reflexiona-. Yo lo hago por ayudar a los demás y aunque a nivel económico lo que recaudamos no significa mucho, lo que pretendo es echar una mano, que la gente se levante del sofá y no se mire al ombligo. Mañana puedes ser tú y no te das cuenta de lo que hay alrededor hasta que te toca. Mucha gente me pregunta si merece la pena el esfuerzo y siempre digo que sí. Y si solo recaudara dos euros también, porque tengo la esperanza de que alguien que nos esté viendo piense que si nosotros estamos haciendo esto, él puede hacer cualquier otra cosa. Quiero ayudar, todo lo demás me da igual y si solo es a una persona, pues a mí ya me vale”.

Fran Linares en el Reto Revuélcate 2020
Foto: Josipu Jobs

El reto de este año empezó a las diez de la noche del sábado 29 de febrero en la puerta del gimnasio que Fran tiene en Sotrondio. El objetivo, llevar la rueda hasta la cumbre de Peña Mea. La idea inicial era partir en solitario, pero a la segunda vuelta de rueda, ya había veinte o treinta personas dispuestas a echar una mano en lo que hiciese falta. La ruta se diseñó de manera que el primer tramo se hiciese de noche, para afrontar la parte más dura durante el día. A las nueve de la mañana llegaron a Campa Pelúgano. “Preparamos la rueda y a las nueve y media nos pusimos de nuevo en marcha. Tardamos unas seis horas en recorrer los tres kilómetros que hay de la campa a la cumbre. El ritmo de rueda normalmente, por muy rápido que vayas, son 2 km/h y ahí fuimos a 400-500 metros por hora. Los últimos pasos son muy angostos y nos dio mucha guerra, hubo que ir con mucho tiento e incluso tuvimos que quitar alguna cuerda de seguridad. Fue muy intenso porque a nivel de concentración es muy potente. Si a nivel físico te exige, a nivel mental es brutal. Fíjate que en las cuerdas que aseguraban la rueda se llegaron a turnar hasta seis o siete personas porque se dormían y no podían más. No te podías despistar ni un segundo, se me cayó la rueda encima como unas veinte veces y en cuanto perdías un poco la concentración se liaba la cosa”.

Fran Linares en el Reto Revuélcate 2020
Foto: Josipu Jobs

“Ojalá no tuviera que hacer estas cosas porque eso significaría que estas enfermedades no existen”

Fran Linares en el Reto Revuélcate 2020
Foto: Josipu Jobs

Afrontada y superada la primera parte en la que el esfuerzo físico fue el protagonista principal, el corazón volvió a tomar las riendas para otorgar sentido a la hazaña y poner el foco donde realmente quiere Fran que esté. Hasta la cumbre les acompañó una chica cuyo padre, que falleció de ELA, le había pedido que esparciese sus cenizas en la cumbre de Peña Mea. “El último vuelco de rueda lo dio ella. Normalmente, la gente, por lo simbólico que tiene esa última vuelta, siempre me lo ceden, pero siempre busco a alguien que se lo merezca más que yo”. En la cumbre, la montaña impuso su ritmo y tras las fotos con la rueda encajada en el vértice geodésico, el aire y la amenaza de lluvia obligó a no parar mucho tiempo.

Fran Linares en el Reto Revuélcate 2020
Foto: Josipu Jobs
Fran Linares en el Reto Revuélcate 2020
Foto: Josipu Jobs

La bajada fue otra odisea. Lógicamente la rueda baja mejor cuanto más inclinado sea el terreno con lo cual, la ruta escogida fue la que tenía más pendiente y eso añadió más riesgos y más tensión. Casi tres horas de bajada hasta la campa donde les esperaba un todoterreno que devolvió la rueda al gimnasio. Al llegar, veintitrés horas después: alegría, cansancio y reflexiones a las que tan solo se puede llegar tras asumir retos que te enfrentan a lo que pensabas que son tus límites. “Hay una chica que lleva viniendo mes y medio al gimnasio y que muchas veces me dice que no puede hacer cosas. El otro día me dijo: Fran, después de lo que acabo de ver, jamás te voy a decir que no puedo hacer algo. Y esa es la verdad, todo el mundo puede hacer lo que yo hago, solo tiene que querer. No te puedes ni imaginar a dónde puedes llegar”. Por algo será que en la rueda han escrito un lema que se renueva con cada reto: NUNCA NO PUEDO.

Fran Linares en el Reto Revuélcate 2020
Foto: Josipu Jobs

No hay disculpa si la intención es ayudar. Cierto es que la rueda pesa 100 kilos y no todo el mundo puede moverla, pero hay un montón de cosas que cada uno sí puede hacer. Gente que lleva agua, que da conversación cuando las fuerzas flaquean, que regala una sonrisa… Todo es bien recibido y todo se agradece. De todas formas, para que no quede un rincón en el que refugiarse, Fran fundó hace unos años la asociación Revuélcate a través de la cual no solo organiza estos retos solidarios, sino que promueve otro tipo de actividades para que la gente no se quede en casa y se implique en echar una mano a los demás. “Hay un montón de maneras de ayudar. Muchas personas no tocan la rueda, pero están comprometidas al 100%. Este año, el fin de semana antes del reto, preparamos un campeonato de parchís en el que se pagaban tres euros por inscripción, y un concurso de tortillas en el que ganaba la que más pesara. Ganó una que pesó 23 kilos. Los pinchos se vendieron en el campeonato y todo lo que se recaudó fue para la lucha contra el ELA. Ahí ya no hay disculpa. ¿Por qué no puedes hacer una tortilla? ¿No puedes venir a jugar al parchís? Todos, sin excepción, nos podemos implicar. Un gesto que aparentemente no es nada, puede darte la vida”.

En este punto de la conversación se suman las vivencias que suceden en cada reto y que aportan un plus de humanidad a las “locuras” de Fran y compañía. Como la de una chica con su hijo de meses que, a las cuatro de la mañana, cuando Fran empujaba la rueda rumbo a Covadonga, paró su coche en la carretera para darle dinero: su marido acababa de morir de cáncer. O la de Luis, un niño con autismo que cuando hizo el Camino de Santiago, lo esperó a su paso por Oviedo para verlo y animarlo. “Ver a esta gente a mí me da fuerzas. No necesito más”. Con razón en uno de los vídeos que hizo Revuélcate tras uno de los retos, dicen que lo que pasa cuando el sueño de uno se convierte en la ilusión de todos, es que nos convertimos en un bloque, en un todo capaz de conseguir lo que queramos, en un no tener límites y demostrar al mundo que el cambio empieza en uno mismo.

“Todo el mundo puede hacer lo que yo hago, solo tiene que querer. No te puedes ni imaginar a dónde puedes llegar”

Mientras Fran no está liado con alguno de estos proyectos, su día a día transcurre como monitor en su gimnasio, donde sus colegas/clientes están acostumbrados a sus ocurrencias y las secundan sin hacer muchas preguntas. Habla de ellos con cariño y reconoce que solo puede agradecerles una y otra vez toda la ayuda que le prestan. Él es la cara visible, pero ellos son los que realmente dan soporte para poder llevar todo a buen fin. En los ratos que tiene libres, da clases de Crossfit en el colegio Rey Aurelio y también a niños con autismo, síndrome de Down o parálisis cerebral. De esas clases surgió la amistad con Luis, uno de sus alumnos favoritos. “La evolución que ha tenido este niño es espectacular. La primera vez que vino al gimnasio se asustaba por todo, lloraba, se abrazaba a su madre y a mí no me podía ni ver. Llevamos casi cuatro años trabajando juntos y ahora no se separa de mí. Fue a la persona que más me prestó ver cuando hice lo del Camino de Santiago. En cuanto lo vi me di cuenta que gracias a él podría llegar con la rueda hasta Roma si hiciese falta”.

Por su cabeza ronda ahora algún reto del que todavía no quiere hablar para que nadie se asuste antes de tiempo, pero sí tiene claro que quiere participar en una carrera que organiza la Legión y que se llama La 101. Los participantes tienen que recorrer 101 kilómetros en 24 horas. Fran ha decidido hacerla, pero volteando la rueda. “Siempre digo que cualquiera que se plantee algo puede hacerlo. Por mi trabajo me doy cuenta de cuantas trabas tenemos en la cabeza a la hora de afrontar cualquier reto. Todo lo que pueda hacer por quitar esos pensamientos, lo hago. No sabemos hasta donde podemos llegar ni qué podemos conseguir. Tengo un alumno de 82 años que no hizo deporte en su vida y tuvo un ictus el año pasado. Cuando lo trajo el hijo venía con un bastón y mucha dificultad para caminar. Me gustaría que lo vieras ahora: viene en coche al gimnasio, se monta en la bicicleta y estoy todo el día riñéndolo porque quiere hacerlo todo. Realmente no hay límites”.

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