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viernes 11, octubre 2024

Oviedo. Comercio local, comercio cercano

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Frente a las compras por internet o en grandes centros comerciales, se mantiene contra viento y marea el comercio local. Porque nos gusta salir de casa caminando y pararnos a ver las novedades que hay en los escaparates, entrar para tocar, oler, probarnos prendas, escuchar las virtudes de un producto. Y el comercio de proximidad de la capital del Principado nos permite hacer todo esto y más.
A menudo los consumidores no nos paramos a pensar lo que necesitamos al comercio local y las ventajas que nos da. Tras esos locales que se adelantan a la temporada y nos permiten conocer de primera mano productos de moda o tecnológicos, hay comerciantes que piensan en nuestros gustos y necesidades. Porque al consumidor, a la hora de comprar, nos motiva la novedad, el cambio, pero también somos seres sensoriales y comunicativos. La experiencia de comprar se enriquece cuando podemos conocer de primera mano el producto y nos dejamos asesorar por un profesional. Ambas características se dan en el comercio minorista, donde el dueño o el empleado -elegido con el mimo de quien vela por su negocio- conoce todos los detalles y los desgrana ante el posible comprador.
¿Y qué decir del placer de recorrer las calles, descubriendo nuevos locales, novedades, sorpresas? Salir de casa sin prisa, en soledad o en compañía, y al abrigo del aire puro ir parándonos ante cada escaparate y soñar delante de él. Para todo ello, hay muchas calles en el centro de Oviedo pensadas para las compras del ciudadano. Calles sin coches que permiten disfrutar con más intensidad de la experiencia de pasear y comprar. Y también barrios como Vallobín, Argañosa o La Carisa que se esfuerzan en ofrecer a los vecinos productos escogidos que les eviten innecesarios desplazamientos.
El comercio local tiene la ventaja de la inmediatez. Te enamoras de un producto o necesitas un regalo ya, pues te lo llevas al momento. Nada de esperar paquetes que a veces se retrasan, ni de pagar por adelantado. Además la ecología suma: menos embalajes que reciclar y menos consumo de combustible en viajes.
¿Que ves un producto en una revista y luego en la tienda no te gusta tanto como pensabas, o no te sienta bien o no huele como imaginabas? Pues lo que recibimos a cambio es asesoramiento. Algo similar, pero más en línea con nuestros gustos: otro color, otro largo, otro producto. En fin, opciones.
Si nos fijamos en la alimentación, la tienda de ultramarinos de barrio es más probable que tenga productos de la zona, con el sabor que recuerdas de siempre.
El precio bajo no lo es todo, aunque últimamente se haya convertido en la brújula del consumidor. Hacer un cambio de un producto defectuoso a menudo es más sencillo en un comercio minorista de toda la vida, incluso conocer cómo funciona el producto, cómo tratarlo bien, sus límites… Campañas que vienen de lejos -como el «Black Friday»- y la liberalización de las ofertas y rebajas, que permiten las promociones continuas, son un balón de oxígeno que incrementan las ventas de las tiendas y tientan al comprador.
Por último, si ejercemos conscientemente nuestra labor como consumidores, las compras en el pequeño comercio enriquecen directamente a la ciudad y a sus habitantes. Y eso nos gusta a todos. Porque seguro que no nos imaginamos nuestro barrio de Pumarín, San Lázaro, Tenderina, Las Campas o La Corredoria sin tiendas en las que comprar lo más básico, sin comercios que alegren la monotonía de un día o sin servicios que nos hagan la vida más fácil, como hacer unas fotocopias. Eso nos gusta a todos.

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