Acompañada de las ilustraciones de la artista hispano-japonesa Eva Sakai, la escritora valdesana María Esther García López nos conduce con su nuevo libro de haikus “Pola sienda del vientu” en un trayecto íntimo por las cuatro estaciones asturianas.
El asturiano, el castellano y el japonés confluyen en este nuevo trabajo con la misma delicadeza que lo hacen las imágenes de Sakai y los cuarenta poemas de María Esther. La presidenta de la Asociación de Escritores de Asturias se asomó a la composición japonesa hace más de quince años y desde entonces los haikus tienen un lugar en su pluma y en su corazón.
-¿Por qué un libro de haikus?
-En la escuela ya me gustaba el verso corto. Luego empecé a interesarme por esta estrofa japonesa, que también son versos cortos y que están relacionados con la naturaleza.
-¿Es tu primer trabajo en este género?
-No, en realidad, hace tiempo que publiqué mi primer libro de haikus, fue en 2007 y lo titulé Faraguyas. Es un libro que tuvo muchísimo éxito y repercusión, ilustrado por Miguel Solís Santos, recoge 80 poemas en asturiano escritos como los haikus japoneses. Con él participé en el I Salón del Manga, también en el I Congreso de Cultura Japonesa invitada por la Universidad de Oviedo e incluso me entrevistaron en Radio Japan. Y como me gustó, luego seguí escribiendo haikus, incluso les dediqué un libro a mis nietas cuando hicieron la primera comunión; un librín ilustrado por ellas y que para mí es una pequeña joya.
«Un haiku lo primero que debe tener es un esquema de 5-7-5 sílabas en tres versos, aunque tampoco hay que ser tan estricto, porque los grandes haijin, como puede ser el maestro del haiku Matsuo Basho, algunas veces se saltaron esta norma»
-Incluso tus haikus fueron traducidos al japonés.
-Sí, me lo propuso Minako Takahashi, una profesora y traductora de la Universidad de Santiago y yo acepté. Y como los había escrito en asturiano, primero los traduje al castellano. En esta conversación fue cuando también conocí a Eva Sakai, una artista que vive en Majadahonda y es hija de japonesa y español, pero que piensa con mentalidad japonesa y toca el koto (arpa japonesa). A raíz del acercamiento a esta cultura hice amistades también en este ámbito e hice otras cosas relacionadas con todo este mundo.
-¿Y qué tiene que tener un haiku para poder llamarse así?
-Bueno, lo primero tener un esquema de 5-7-5 sílabas en tres versos, aunque tampoco hay que ser tan estricto, porque los grandes haijin, como puede ser el maestro del haiku Matsuo Basho, algunas veces se saltaron esta norma. Después, deben hacer alusión a la naturaleza que es algo tradicional en Japón; los míos lo hacen porque están relacionados con las cuatro estaciones. Y deben tener el kigo, una palabra que hace referencia a la estación del año en la que se sitúa el poema. Por ejemplo, la palabra mariposa es el término que hace relación con el verano, pero si dices flor, aludes a la primavera y si dices nieve, al invierno. Eso es el kigo y todos los haikus de este libro lo tienen.
-¿Qué nos ofrece Pola sienda del vientu?
-En él, además de haikus relativos a la naturaleza, hay también haikus de amor, pero que transcurren en espacios naturales. En los haikus es muy importante el lector, porque tienen que tener algo que le llegue de forma que los hagan suyos. Y parece fácil, porque es una cosa muy sencilla, pero dentro de la sencillez y la síntesis tiene mucha dificultad, porque se trata de hacer algo contenido en muy poco espacio.
También tuve la suerte de contar con Minako Takahashi, profesora de japonés, que introdujo la obra, Fernando Cid, orientalista y profesor de castellano, que fue quien escribió el prólogo del libro, y con Raúl Fortes, profesor de japonés en la Universitat de Valencia, que se encargó del epílogo.
-Además, no creo que haya muchos libros editados en asturiano, castellano y japonés ¿me equivoco?
-Pues no, no hay libros en asturiano, japonés y castellano, aunque el padre Galo, a primeros del siglo XX, intentó acercarse a la cultura japonesa e hizo una traducción indirecta, introduciendo rima en esas traducciones. En esa época hubo un gran boom de acercamiento de los grandes escritores a la cultura japonesa, a la gente le llamaba la atención y él, yo creo que, en el intento de dignificar al asturiano, quiso también subirse a este carro.
Pero Pola sienda del vientu es un libro único en el sentido de que está en asturiano, castellano y japonés, además incluye ideogramas y la transcripción fonética para que también se pueda leer.
«Pola sienda del vientu es un libro único en el sentido de que está en asturiano, castellano y japonés, además incluye ideogramas y la transcripción fonética para que también se pueda leer»
-¿Estás satisfecha con las ilustraciones de Eva Sakai?
-Son una maravilla, Eva es una chica que lleva el arte dentro y entendió perfectamente el sentido de los haikus, quedé muy contenta con la interpretación que hizo de ellos. Son doce ilustraciones, tres para cada estación y están hechas con acuarela. Son imágenes sencillas y con color, a diferencia de cómo se ilustran tradicionalmente los haikus en Japón, que suelen hacerse en blanco y negro, con plumilla.
El libro también tiene una intención didáctica y por eso las páginas pares no están ilustradas, se hallan en blanco para que el lector pueda interpretar el poema y hacer uno propio o bien ilustrarlo en esas páginas.
-Por último, ¿hay en Occidente una creciente admiración por la literatura japonesa?
-Sí, desde hace tiempo se vienen escribiendo haikus, aunque no todos lo son porque los poetas tendemos a escribir con recursos expresivos literarios, con rima, con metáfora… y los más puristas dicen que eso no encaja en un haiku. Pero yo pienso que, conservando la esencia, no hay por qué ser tampoco tan estricto. A nosotros, los occidentales, nos cuesta un poco ponernos en la piel del japonés, pensamos de otra manera y tenemos otra forma de entender el mundo; aunque como me decía a mí el profesor y experto en literatura japonesa Carlos Rubio, «nosotros también tenemos piel y sentimos». Y, además, en Asturias hay una naturaleza exuberante, cambiante, distinta, con unas estaciones muy marcadas que nos influyen no solo a la hora de mirar sino también en el estado de ánimo. Todo eso se plasma en los versos de este libro.