“Come genial y no hagas dieta nunca más”. Este es el último libro de Isasaweis en el que recoge las recetas con las que perdió 20 kilos para siempre. Su objetivo no es otro que compartir cómo en su caso, una alimentación saludable y el ejercicio físico, transformaron su mente, su vida y su cuerpo.
Se acabó contar calorías. No más enfrentamientos matinales con la báscula. Fuera pesar cantidades y los alimentos prohibidos. Fin de la ansiedad, de los sentimientos de culpa, de estar buscando constantemente alternativas a lo que hay porque estás a dieta. Isasaweis, una de las primeras influencers de nuestro país, dice que probó todas las dietas habidas y por haber: la del melocotón y la pechuga de pollo, la de la sopa mágica, la disociada, la de nada de proteínas o la de todas las proteínas del mundo. Incluso la de algún médico o clínica famosa. Pero con ninguna consiguió el resultado que esperaba. Un buen día decidió olvidarse de todo esto y tirar de sentido común. Se hizo una pregunta que fue clave: “¿por qué no aplico lo que ya sé a ver qué pasa?” Ese fue el primer paso para un cambio de vida que le ha ido conduciendo por un camino mucho más equilibrado, sin complicaciones y sin tantos quebraderos de cabeza.
-Quinta edición del libro y esto no tiene tintes de parar. ¿Esperabas tanto?
-¡Qué va! He escrito varios libros de cocina y pensaba ¿a quién le va a apetecer otro más? He quedado muy contenta con todos los que hice, pero con este de forma especial. Más, viendo lo que le está gustando a la gente y lo motivada que está. Estoy feliz.
-¿Qué diferencia hay entre este y los anteriores?
-Yo creo que todo el mundo quiere cuidarse, cocinar, comer sano… Queremos hacerlo bien pero no tenemos tiempo. En general, las recetas, por fáciles que sean, requieren tener que ir a comprar unos ingredientes determinados y pasar un rato preparando los platos. Esta es la cocina real de mi casa. Yo no sé qué vamos a comer hoy. Cuando me queden diez minutos para la hora voy a la despensa, cojo un tarro de legumbres, miro qué tengo en el congelador y así apaño la comida. El fin de semana lo planifico un poco más, pero el día a día es así. Mucha gente me dice que es genial porque acaban de comprar el libro y, con lo que tienen en casa, igual pueden hacer veinte recetas. Creo que esa es la clave, unido a que tiene una parte muy importante de motivación, inspiración y de experiencia personal. Mucha gente está harta de hacer dietas y tiene ganas de hacerlo bien, pero también de que sea fácil y sobre todo adaptable a la vida.
-Planteas en este libro las recetas con las que perdiste 20 kilos. ¿Qué incentivó en ti la necesidad de cambiar tus hábitos de vida?
-Realmente me cansé de tantas dietas, de que me volviesen loca con tanta información. Te dicen una cosa, después otra, aparecen modas, alimentos milagrosos… Las dietas son un montón de imposiciones que se ponen de moda en algún momento y no sólo te hacen difícil e incómoda la alimentación sana, si no que te generan ansiedad y ganas de devorar todo porque te prohíben. Es todo muy encorsetado y al final acabas estando al servicio de la dieta. Tú no eres la dueña, con lo cual te acaba generando un estado de ansiedad que no es positivo. Yo me cansé de todo eso y como de nutrición sé bastante porque es un tema al que le he dedicado muchos años de mi vida, leo todo lo que cae en mis manos, pruebo y me documento; un día me dije: ¿por qué no aplicas lo que ya sabes a ver qué pasa?
“Mucha gente que acaba de comprar el libro me dice que es genial porque con lo que tienen en casa, igual pueden hacer veinte recetas”
-“Como hoy me pasé, mañana compenso”. ¿Potenciamos con esta mentalidad un equilibrio con la comida?
-Me gusta huir de esa palabra. La cuestión está en hacerlo de forma natural, no siempre con esa presión. Si estás permanentemente pensando que, cuando comes de más, al día siguiente toca recortar, acabas agobiándote y no te vale para nada. Es mucho mejor cuidarte día a día en tu casa y, cuando salgas por ahí, disfrutar de lo que haya sin necesidad de ser la rara que come otra cosa porque está a dieta. Es más sano pensar así.
-Fuera báscula, fuera dietas… ¿Es también una forma de liberarse de una presión mental que condiciona?
-Esto es fundamental. El pesarse es autosabotearse a lo tonto, porque el peso es un indicativo muy pobre y muchas veces erróneo de cómo lo estamos haciendo. Muy probablemente, si tú te planteas un cambio, comienzas a hacer ejercicio y comes mejor, puede que ganes algo de peso porque vas a perder grasa y ganar músculo y éste pesa más. Pero esta es una buenísima noticia porque lo que estás haciendo es compactar tu cuerpo y liberarte de toda esa grasa que no es buena para la salud y que hace que tu cuerpo tenga una forma blanda y fofa. La diferencia es que te vas a mirar al espejo y te vas a sentir mucho mejor. Nos han metido en la cabeza el tema de la báscula y, en cuanto ves que has subido medio kilo comienzas a preocuparte. ¡No te peses! Te vas a sentir genial, con fuerza, energía, vitalidad y hasta con otra forma de afrontar la vida. Hacer las cosas bien hace que te sientas orgullosa y eso es maravilloso.
-¿Para ti, cuál sería el mayor cambio si comparas a la Isa de antes con la de ahora?
-Sobre todo he ganado en tranquilidad. Realmente siempre he comido bien y he hecho ejercicio, pero son ciertos cambios los que me han permitido tener un peso estable. Me pasé mucho tiempo haciendo la dieta de moda, restringiéndome cosas, “compensando”. Todo esto te vuelve el cuerpo un poco loco y siempre estás subiendo y bajando. Cuando entras en la rueda de hacer las cosas bien y fáciles, los excesos no lo son tanto. Si te vas quince días de vacaciones te lo comes todo porque tu cabeza te da a entender que, como has estado a dieta, puedes devorar todo lo que te apetezca. Así que vuelves con seis kilos de más y una desesperación grande. Si en tu día a día te cuidas, con el esfuerzo que ello supone, y de vez en cuando te permites algunas cosas, cuando te vayas de vacaciones tampoco vas a tener esa ansiedad. Puedes volver con un par de kilos de más, pero no pasa nada porque retomas tu alimentación de siempre y eso se reordena rápido. Yo he ganado en estabilidad y tranquilidad.
-¿En qué hemos convertido la comida?
-En este sentido, según dicen los que saben, hacemos cosas bastante mal. Yo muchas veces utilizo la comida como premio con mis hijos de manera inconsciente. Eso de: “si lo hacéis bien, compramos comida de picoteo para cenar y vemos una peli”. O cuando quedan a dormir con mi hermana y se los lleva a una hamburguesería como algo especial. Creo que es la cultura de nuestro país, estamos acostumbrados y sin querer lo hacemos. Otra cosa que también dicen es que lo hemos asociado a que, cuando estas bajo de moral, comes para encontrarte mejor. Cuando lo hacemos generamos endorfinas y eso nos da felicidad, la cuestión es buscar otras cosas que generen esas mismas sustancias en el cuerpo como hacer ejercicio, llamar por teléfono a una amiga, dar un paseo, una ducha relajante, aromaterapia, escuchar música, bailar, la naturaleza… Lo mejor sería entender la comida como lo que realmente es: nutrientes para tener energía. Huir de comer sin hambre que para mí es lo más peligroso. Por otro lado, también te digo que a mí me gusta disfrutar entorno a una mesa con la familia o los amigos. No sé si es bueno o malo, pero si sé que lo disfruto mucho.
“Las dietas son un montón de imposiciones que se ponen de moda en algún momento y no sólo te hacen difícil e incómoda la alimentación sana, si no que te generan ansiedad y ganas de devorar todo porque te prohíben”
-¿Nos deberían enseñar hábitos saludables ya en el cole?
-Creo que esto debería ser algo básico que conociese todo el mundo, porque te encuentras con cosas que te sorprenden. Para mí es un mundo que conozco muy bien y doy por hecho que cuando hablo de proteínas, hidratos de carbono o grasas la gente me entiende, pero no es así. Algo tan importante para nosotros como la alimentación se debería conocer y no solo esto sino la salud en general. Debería haber en el colegio una asignatura que fuese estudio de vida saludable y que te hablasen de alimentación, deporte, ejercicios, buenos hábitos y también de los malos para saber de qué tienes que huir.
-¿Importa el peso o la salud?
-Comer bien y hacer ejercicio te va a hacer sentirte a gusto y estar sano, pero también te va a hacer perder peso. Es importante que cuando te veas en el espejo te encentres guapa, fuerte, atlética y saludable, pero también lo es sentirte orgullosa de ti y de ver que los esfuerzos tienen su recompensa. Va más allá de lo superficial y de la imagen porque quererse y tenerse en buena estima, repercute en todo. Yo no digo que haya que tener un peso o una talla determinada porque esto es absurdo. ¡Cuánta gente está un poco por encima de la talla que alguien ha dicho que es la ideal y está perfecta! Lo que digo es que tú te tienes que ver bien dentro de lo que es la salud. Tampoco defiendo, que está muy de moda ahora, a esa gente que está obesa, que pueden tener un problema cardiovascular importante y que afirman que se quieren así y los demás lo aplauden y le dicen ¡ole tú! Pues claro que sí en el sentido de quererse y gustarse muchísimo, eso por supuesto, pero por favor cuida un poquitín tu salud. Esto no es bueno para nadie, es como el que dice que fuma o que se emborracha todos los fines de semana. Dentro de no tener un problema de salud, cualquier peso o talla es válida siempre que tú te gustes y te trates bien.
“¡Cuánta gente está un poco por encima de la talla que alguien ha dicho que es la ideal y está perfecta! Lo que digo es que tú te tienes que ver bien dentro de lo que es la salud”
-Existen las medidas perfectas, se habla de la talla que tendrías que usar o el peso que deberías tener… ¿Es importante tener una imagen predeterminada para quererse?
-Muchas veces me dicen que no hay que defender estar delgado para quererse, y yo no lo hago. Lo que defiendo es que busques estar como tú te quieras. Hay gente que, sin representar un problema para su salud, tiene unos kilos de más y se arregla, se pone guapísima y se ve estupenda. Lo más importante en esta vida es la actitud y a esa persona yo jamás le diría que le vendría bien perder un poquito de peso. Pero a otra en esa misma situación que se martiriza todos los días sí le diría que, si no se va a querer como está, se cuide un poco y haga ejercicio porque se va a encontrar mejor.
-En tus redes hablas sobre la revolución de los piñones-pibones. ¿En qué consiste?
-Lo de piñones surgió de un malentendido por whatsapp con una amiga. Ella siempre me ponía: “¡vamos arriba, piñón!” Yo no entendía porque me decía eso y cuando un día le pregunté me dijo que el corrector se lo cambiaba, lo que ella ponía era pibón. Ahí empezó esa gracia y llevamos muchos años con ella. Esto no quiere decir que tengamos un cuerpo diez y una talla x, yo quiero que los piñones se sientan pibones. Que estén orgullosos de sí mismos, de lo que están haciendo y de cómo se cuidan. La verdad es que están todos a tope y estoy feliz. Les riño un poco porque, de vez en cuando, me escriben diciéndome que están contentos por lo que han adelgazado. Siempre les digo que, aunque sea tentador por ver en qué se traducen los resultados, no se pesen, que está prohibido.
“Es importante que cuando te veas en el espejo te encentres guapa, fuerte, atlética y saludable, pero también lo es sentirte orgullosa de ti y de ver que los esfuerzos tienen su recompensa”
-¿Qué es lo que más te sorprende de la respuesta de la gente?
-En realidad nada, porque ya me la esperaba. Había muchas ganas de normalidad, de estar sano sin necesidad de machacarse todos los días en el gimnasio o estar restringiéndose todo el tiempo. Yo estoy en conexión con la gente que me sigue, les leo mucho y detecto las cosas que necesitan. Estaba segura de que tal y como me sentía yo, se iba a sentir mucha gente, así que el libro lo escribí en base a lo que hago y las ganas que tengo de que todos vean que las cosas pueden ser fáciles y normales.
-¿Se podría decir que es la cocina de toda la vida pero adaptada al ritmo de vida actual?
-Ahora tenemos menos tiempo y los guisos de la abuela, que se pasaban tres horas en la cocina al chup, chup son impensables para el día a día. Por otra parte, tenemos muchos avances en la industria de la alimentación y, aunque algunos no son recomendables, otros si lo son y nos facilitan mucho la vida como las conservas, los botes de legumbres, las verduras y pescados congelados… Hay un montón de opciones que te permiten hacer un plato saludable y rico en cinco minutos.
“Lo que hice fue adaptar la cocina que conocemos de toda la vida y que sabemos que nos nutre, nos sienta bien y es de la tierra y la he transformado en la nuestra”
-Entonces, ¿no tener tiempo no significa que no puedas comer bien?
-Ni mucho menos. Lo que hice fue adaptar la cocina que conocemos de toda la vida y que sabemos que nos nutre, nos sienta bien y es de la tierra y la he transformado en la nuestra. Esa facilidad que tiene mi madre creo que ya la he adquirido yo y ahora abro la nevera o la despensa sin saber qué voy a hacer y enseguida planeo algo. Pero las personas que no se han interesado nunca por la cocina o no han tenido la necesidad de hacerlo, muchas veces no saben y necesitan ideas.
Otra cosa que está muy metida en la cabeza es que tengo que hacer comida para mí que me estoy cuidando, para mis hijos que están creciendo y para mi marido que no se quiere cuidar. ¡En absoluto! Es verdad que antes acababas comiendo todo hervido o a la plancha, pero hoy en día no tiene por qué ser así.
-También has recibido comentarios negativos porque hay gente que piensa que te estás metiendo en campos delicados…
-Sí, los he recibido, pero, afortunadamente, son una parte ínfima. Es muy sencillo: yo no he abierto una consulta de nutrición, no cobro por hacer una dieta y ni quiero ni estoy capacitada para hacer ningún plan alimenticio a nadie. Simplemente hice un libro de recetas en el que he dicho que, comiendo así y haciendo eso, yo he perdido peso. Sé que en el libro no he puesto ninguna cosa extraña y no puede haber ni un solo nutricionista que encuentre nada raro, con lo cual no tengo ningún tipo de preocupación. Aun así, como soy muy cauta, cuando publiqué Cocina sana para disfrutar, se lo pasé para leer a Laura Pire, que es una nutricionista muy reputada en Asturias y Madrid. No solo le dio el aprobado a todo, sino que escribió el prólogo del libro. Las únicas cosas que cuento de nutrición y alimentación en este libro también las he hablado con profesionales. De todas formas, te puedes encontrar por ahí a nutricionistas, que yo los he visto a patadas, haciendo dietas hiper proteicas, altas en grasas malas que me hacen llevarme las manos a la cabeza. Yo no soy profesional de esto, pero cuídate mucho de algunos que sí lo son. Me pasa lo mismo con el ejercicio. Cuando subo tablas a Internet, no digo que hagan exactamente lo mismo que yo. Lo que digo, que además es verdad, es que mi cambio físico ha sido gracias a hacer esas rutinas. Yo lo pongo para que vean lo que hago, pero siempre digo que, para la técnica correcta y todo lo demás, tienen que consultar con un profesional.
“Trato de disfrutar de una tortilla tirada en un prado con mis amigos y también de comer en un restaurante que tenga una Estrella Michelín”
-¿Qué es lo que te equilibra?
-Yo creo que tener un poco de equilibrio en todo. Por ejemplo, hacer deporte, pero no machacarme si no lo hago. Lo mismo en la alimentación, trato de disfrutar de una tortilla tirada en un prado con mis amigos y también de comer en un restaurante que tenga una Estrella Michelín. Esto es lo que me hace vivir equilibrada, que me parece una palabra maravillosa y muy acertada.
-Hablamos de lo que come tu cuerpo, pero ¿qué me dices de lo que le “damos de comer” a nuestra cabeza?
-Muchas veces es la que te hace tomar malas decisiones y hacer las cosas peor. Últimamente he leído mucho sobre lo que nos decimos a nosotros mismos y eso muy potente. En el momento en el que tu cabeza empieza a pensar de forma negativa tu cuerpo es como si viviera esas cosas. Es muy importante tratarnos bien, sentirnos a gusto. Igual que tratar bien a los demás y rodearte de gente que lo hace porque esto también te afecta. Yo, por mi salud mental y por la de la gente que me sigue, bloqueo a todos aquellos que dicen cosas negativas. Hay que ver siempre lo positivo, recrearte lo menos posible en lo malo y llenarte de esa energía que hace que afrontes las cosas de otra manera. Huir de esta parte es otra forma de equilibrarse. Esta actitud se resume en la frase que llevo diciendo toda mi vida: la vida es un 10% de lo que te pase y un 90% cómo te la tomas. Entendiendo esto, te das cuenta del poder tan importante que tienes en tus manos.