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jueves 25, abril 2024

Iván Ojanguren: “Es importante descubrir los talentos de cada persona”

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La extraordinaria vida de la gente corriente, el nuevo libro de Iván OjangurenSu último libro, La extraordinaria vida de la gente corriente, es una inmersión en la historia de diez personas reales, gente normal con la que podemos cruzarnos cada día sin que apenas nos demos cuenta. Lo extraordinario reside en cómo afrontan las circunstancias del día a día, los retos que se proponen, cómo emprenden trabajos que dan sentido a sus vidas y contribuyen así al mundo que sueñan. Una fuente de inspiración con la que el escritor, docente y coach ejecutivo quiere contribuir a todos aquellos que la necesiten para su vida.

Tras pasar momentos difíciles, el ovetense Iván Ojanguren realizó un viaje de descubrimiento personal que le condujo a abandonar un rumbo conocido en busca de su auténtica vocación profesional. Por eso, ahora su mayor pasión es ayudar a otros en su propia búsqueda.

-Estudiaste ingeniería informática y durante un tiempo trabajaste en este sector hasta que diste un giro total a tu vida. ¿Qué pasó?
-En mi familia siempre hubo mucho hincapié en que estudiase, algo que agradezco profundamente en estos momentos, lo que pasa es que la falta de información y la falta de criterio personal me hizo elegir unos estudios que no fueron los mejores para mí. Terminada la carrera de ingeniería informática empecé a trabajar sobre todo en multinacionales, primero en Siemens en Asturias, luego en Madrid y finalmente en el año 2011 fui a Bahréin a trabajar en Indra.
Digamos que crecí profesionalmente muy rápido. Mi trabajo era implantar el software informático en los hospitales y enseguida he liderado los equipos, pero tenía mucha presión laboral y esta se multiplicó por dos al llegar a Bahréin. Ahí llegué a un punto en el que me di contra un muro, lo llamo crisis existencial, pero podría llamarlo depresión. Cuando trabajas para otros, sobre todo en multinacionales, priman los intereses de la empresa y a veces tienes que hacer cosas que sabes que no están bien.
En ese momento ganaba bastante dinero para lo que correspondía a un chaval de treinta y dos años, pero allí empecé a pensar que la informática no era lo mío, que lo mío eran las personas aunque todavía no sabía cómo. Y ahí inicié un proceso de reciclaje.

“Nadie nos enseña a saber con qué disfrutamos, qué se nos da bien, a descubrir qué áreas sentimos que son importantes porque ayudan a crear ese mundo al que quieres pertenecer”

-¿La experiencia en Bahréin fue el empujón definitivo?
-Sí, entonces trabajaba en un hospital militar en poder de los suníes y hay que tener en cuenta que Bahréin es una especie de dictadura encubierta en democracia. Por poner un ejemplo, cuando hacía las contrataciones locales no miraba cuál era el apellido de las personas y en una ocasión que había contratado a una mujer chií, un general -que de aquella todavía estaban con pistola por el hospital- me advirtió que no la quería volver a ver allí. La siguiente vez que me lo dijo ya veía claramente que si esto seguía así nos íbamos todos de Bahréin. Tenía que tragar con cosas que éticamente no están bien.

-Por lo que cuentas fueron cuatro años de travesía desde que empieza tu crisis personal hasta que termina el proceso.
-Cuando empezó estaba muy perdido, pero en el año 2015 ese proceso culminó; supe entonces que quería ayudar a las personas en su desarrollo profesional porque yo había hecho todo ese ejercicio. Nadie nos enseña a saber con qué disfrutamos, qué se nos da bien, a descubrir qué áreas sentimos que son importantes porque ayudan a crear ese mundo al que quieres pertenecer.
A mí me había funcionado y ya podía enseñar a otros. Ese fue el inicio de Iván Ojanguren como persona que lidera el desarrollo personal y profesional de la gente.

Iván Ojanguren en un curso de formación FVF en India
Ojanguren en un curso formativo FVF en India

-¿Resulta difícil hacer un cambio de este tipo?
-¿Qué es fácil, qué es difícil? ¿Fue difícil hacer una carrera que en realidad no quería estudiar? ¿Fue difícil estar diez años comiéndote la ética? Sí fue difícil en el sentido de que no sabía por dónde ir, no estaba el camino marcado, pero fue un viaje apasionante. Resultó un viaje de descubrimiento de pequeñas epifanías, como la que experimenté el día en que observé que cuando quedaba con la gente yo era una persona que hablaba menos y que escuchaba más. Ese ejercicio era sincero, me apetecía escuchar al otro y la persona se liberaba e incluso llegaba a conclusiones por sí misma y me daba las gracias.
El viaje es complicado en el sentido de que tienes que leer mucho, explorar y profundizar; ahora, por ejemplo, estoy estudiando sociología y lo compagino con mi actividad profesional. Es algo que me apasiona y que me aporta más herramientas para trabajar con la gente pero, ¿es fácil? Pues no lo sé, pero para mí tiene mucho sentido hacerlo y si tiene sentido lo difícil se transforma.

-Tienes una amplia experiencia acompañando y formando a personas pero ahora tú también eres alumno ¿es importante seguir siéndolo siempre?
-Totalmente, y yo ya he decidido que voy a seguir siendo un alumno hacia el infinito porque es la manera de asegurarme que siempre esté dando lo máximo. Al final nadie es experto de nada y de lo que se trata es de estar en conexión con la gente a la que quieres ayudar para poder hacerlo. Uno tiene que estar ahí muy cercano a lo que sucede para realmente poder aportar valor. El mundo está cambiando y lo bueno de estar abierto a vivir cosas nuevas es que lo que quieres es aportar a tu entorno y para eso tienes que ser muy alumno y tener afán de explorar. Desde ahí pasan cosas maravillosas.

“Hay muchas más personas con vidas extraordinarias de las que creemos, gente muy comprometida con lo que hace y que siente que es relevante e importante para el mundo”

-Tu segundo libro, No más excusas, plantea el dejar de sentirse víctimas y que cada uno asuma su propia responsabilidad.
-El de No más excusas es un libro metodológico puro para que se identifique qué es prioritario en tu vida, que entiendas por qué lo es y qué tienes que hacer para honrarlo. El título lo quise así a modo de colleja, en el fondo lo que quiero es llamar la atención, aunque a veces hay gente que se cabrea con solo leer el título y ya no se plantea leerlo.
Hay dos procesos por los cuales se rige nuestra vida, por un lado, lo que hacemos de manera individual, es decir, las decisiones que tomamos, y luego está el contexto cultural y social que también marca tu devenir por mucho esfuerzo que le pongas. Aunque puedas encontrarte barreras siempre hay un porcentaje que puedes aprovechar con lo que son tus decisiones, tus acciones, así que lo que esté en tu mano exprímelo porque te puede llevar más alto.

-¿Con esfuerzo y sacrificio se puede conseguir todo?
-Esta es una máxima que yo no comparto. Soy un poco reacio a esos valores tan individualistas y exacerbados vinculados principalmente al esfuerzo y el sacrificio. A lo mejor yo me dedico a ser cantante, pero en realidad canto mal y lo que soy es un buen guitarrista, y por mucho que me sacrifique… Y puede ser que tú seas un buen profesor, pero estás dando clase en la universidad y en realidad lo tuyo son los críos.
Por eso es importante descubrir los talentos de cada persona, ver qué es lo que aprenden más rápido de lo habitual, dónde ejercen un impacto real que otras personas perciben. Y estas son cosas que no te requieren un sacrificio porque si es así algo falla.

“Cuando buscas algo pensando en el bien común es más sencillo que te pasen cosas buenas. La naturaleza o el mundo te acaban ayudando”

-En tu último libro desgranas historias de gente corriente con vidas extraordinarias. ¿Hay que saber mirar para ver lo que realmente tenemos alrededor?
-Pienso que sí. El libro fue como una especie de investigación, partía de la hipótesis de que hay personas de mi entorno que aman su profesión y son felices llevándola a cabo. Y esas personas siempre estuvieron ahí, en mi contexto, pero aparecieron cuando empecé a buscarlas -aunque no fue de una manera deliberada, pero sí estando atento a conversaciones y a comentarios que me llegaban-. Esos mensajes que recibí me hicieron pensar que había seres humanos que hacían algo alucinante y luego los conoces y flipas, piensas “es por ahí”.
Hay muchas más personas con vidas extraordinarias de las que creemos, gente muy comprometida con lo que hace y que sienten que es relevante e importante para el mundo. En este libro la mayoría son de Asturias, pero no porque yo me haya empeñado, sino porque evidentemente al vivir aquí es más normal que encuentre gente de mi entorno físico. Solo hay que mirarlas.

Iván Ojanguren en el Programa Minerva,  Sevilla
Programa Minerva, Sevilla

-¿Se puede decir que en el libro y a través de estas personas realizas un viaje con inicio y fin en el corazón?
-Entre las cosas que tenían que cumplir para incluirlas en este proyecto era que en su contexto profesional disfrutasen, que sintiesen que lo que hacen sirve a un fin mayor.
Y efectivamente, comprobaba que las personas no lo hacían solo por un retorno económico, porque es su trabajo o por dar de comer a sus hijos, sino sentían que era fundamental hacerlo porque resolvían problemas que era importante resolver. Terminaban su jornada laboral y seguían buscando cómo mejorar los problemas, y lo hacían desde el corazón.

-Al profundizar en sus vidas, como consecuencia, ¿se vieron de una forma diferente?
-Sí, yo me planteé convivir con ellos y que no fuera solo una entrevista. Quería formar parte de lo que hacían para poder sentirlo en mis carnes y poder expresarlo de una manera más profunda. Y muchas de estas personas, de repente, fueron conscientes de lo que hacían. En el caso del hospitalero de Bodenaya, David, me llegó a decir que tuvo un momento de pánico porque empezó a ser consciente de todos los mensajes y correos que recibía de los peregrinos que habían pasado por el albergue.
A los entrevistados les resultó fantástico que unos ojos externos contasen sus vidas en forma de relato con una coherencia. A mí me gustaría que alguien hiciese conmigo el mismo ejercicio que yo he hecho con ellos.

“A cada momento tienes que decantarte por escoger la opción más coherente y la que más sentido tenga para ti. No hay buenas o malas decisiones, puede haber resultados que no esperas, pero no errores”

-“La suerte y la magia están ahí esperando a quienes estén dispuestos a invertir tiempo y energía en algo con sentido’ dijo Lama Dondrub, uno de tus entrevistados. ¿Compartes este pensamiento?
-Hay una parte que depende de ti y tú tienes que explotar esa parte y luego esperar a que el contexto te ayude. Es como ver que tienes una bolsa con cien pelotas negras y una blanca, si metes la mano y sacas la bola blanca has tenido suerte, porque lo normal sería que saliese negra, pero ¿qué pasa si la metes cien veces al día durante un mes?, pues que tendrás más probabilidades de tener suerte.
Lama encontró por un precio tirado una masía de varias hectáreas en donde poder hacer muchas cosas. Pero como él comentaba antes había recorrido 60.000 kilómetros buscando durante casi un año. Y luego está la parte de la filosofía budista que él practica, el karma. Él no quería una masía para él, para su propio beneficio, quería un lugar de crecimiento personal y espiritual para regalar al mundo y cuando tú buscas algo pensando en el bien común es más sencillo que te pasen cosas buenas. La naturaleza o el mundo te acaban ayudando. A esto le puedes dar un sabor místico, religioso o espiritual, pero si le das un sabor más cognitivo es ver que nos gusta más trabajar con gente que quiere aportar algo con nuestro trabajo que con quien simplemente nos quiere utilizar para su propio beneficio. Para mí esto tiene sentido.

Ivan Ojanguren en el programa Oviedo emprende
Oviedo emprende

-¿Cada uno se crea su propia suerte?
-Es lo que hablamos. Lo que sé es que con tus acciones y tus decisiones, en el tiempo, en el largo plazo, es más sencillo que vayas consiguiendo cosas que te acerquen a donde quieras estar; al menos en una sociedad más o menos desarrollada como puede ser España. Pero siempre que estés dispuesta a hacer ensayo-error, y a cambiar de dirección si algo no sale. Uno tiene que estar abierto a experimentar y pensar que hacer cosas diferentes está bien; en el fondo es a lo que tendemos, a no estar anquilosados en la misma tarea porque la propia inercia de cómo cambien las cosas hará que se vuelva caduca.

-Francine Marcelle, la mujer francesa única habitante de un pueblo asturiano remoto, no subió al helicóptero de Calleja para preservar su entorno a pesar de que participar en el programa televisivo le ayudaría a vender sus artesanías. ¿En el viaje hay que estar dispuesto a hacer renuncias?
-Claro, pero es lo de siempre, la palabra renunciar tiene una connotación negativa, Francine no renunció a Calleja, lo que pensó es “me vas a molestar a las abejas, vas a molestar a los animales, va a haber un follón en el valle”, de nuevo en la ecuación no está su propio beneficio, si no lo que también es importante para ella.
Toda la vida es renunciar a cosas, si tienes hijos, renuncias porque hay algo más poderoso que eso a lo que renuncias. Si vas a comer con tu pareja renuncias a comer con tus amigos, es una elección constante en la que a cada momento tiene que decantarte por escoger la más coherente y la que más sentido tenga para ti. No hay buenas o malas decisiones, puede haber resultados que no esperas, pero no errores.
Yo dejé de arrepentirme hace varios años, decido que hacer en base a la información que tengo y si algunas decisiones me llevan a un sitio raro, reculo y ya está.

-¿Las situaciones de crisis pueden resultar algo positivo?
-Son momentos para pensar. Por ejemplo, no sé si se puede decir que el confinamiento es positivo porque hay mucha gente que lo pasa mal, pero sí se puede decir que son momentos en los que puede haber una semilla para empezar a pensar de otra manera.
En situaciones jorobadas siempre hay lo que llaman el regalo escondido. Mi padre falleció de muerte súbita muy joven, a los 63 años. Fue un drama, pero a raíz de esto pude conocer a los amigos de mi padre y empecé a ver las cosas que él hacía con ellos. Empecé a conocerle mejor y también a mi madre, porque hasta entonces las conversaciones con ella eran muy técnicas, las relaciones se habían enfriado. Al final, sí es un drama, pero al mismo tiempo crea ese shaking que lo puedes aprovechar y es con lo que yo me quedo porque no puedo cambiar lo otro.

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