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domingo 24, noviembre 2024

Las aventuras y desventuras de Mía, Atún y Pedro Zuazua

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Todavía no lo sabía, pero el día que Pedro Zuazua dijo “En mi casa no entra un gato. Y punto”, firmó su sentencia. Ese “y punto” se tradujo en que el 19 de junio de 2016, Mía una preciosa gatita blanca y parda de ojos vivos, llegó a su casa y revolucionó su vida.

Libro En mi casa no entra un gato. Pedro Zuazua
Foto: El País

Pedro Zuazua es un ser inquieto. Estudió Filología Hispánica, hizo un master y trabajó en El País, también en la Nueva España, en la Fundación Princesa de Asturias, en el Centro Niemeyer, fue Consejero Delegado del Real Oviedo, tiene el título de entrenador de fútbol y actualmente es Director de Comunicación de Prisa Noticias y responsable de Comunicación Interna del mismo grupo. Dice que le encanta el fútbol, bueno mejor dicho “me gusta el Oviedo que es diferente, porque pocas veces he visto al Oviedo jugar al fútbol”. Recientemente ha publicado En mi casa no entra un gato (Duomo Ediciones), un diario de cómo un ser diminuto llamado Mía ha ido transformando a un humano que creía que no le gustaban los gatos. Ahora la familia ha crecido y Mía y Pedro han adoptado a Atún. Otro gato que ha puesto punto final a su tranquilidad.

-En tu vida, ¿hay un antes de Mía y un después?
-Jamás había tenido un animal, ni tan siquiera me lo había planteado y tampoco sabía cómo podría cambiar mi vida. Fue llegar Mía y cambiar totalmente mis esquemas porque descubrí lo que es el amor de verdad. Vivo solo y cuando llego a casa, solo el hecho de que alguien me esté esperando, me salga a recibir, se venga conmigo por la noche y se tumbe en la cama me hace morir de amor. Un día que Mía respiraba mal me entró un agobio enorme. Un compañero de trabajo me llevó al veterinario y yo iba llorando en el coche, él me preguntaba por qué lloraba y mi respuesta fue que si a Mía le pasaba algo me moría. Ahí me di cuenta de que la quería y que jamás había pensado que se pudiera querer a un gato. Siendo como soy un señor rancio de Oviedo, uno piensa en un perro, en un Pastor Alemán que es lo típico de una familia tradicional, pero un gato… En mi imaginario era como una cosa de solteros empedernidos y de artistas.

“Jamás había tenido un animal, ni tan siquiera me lo había planteado y tampoco sabía cómo podría cambiar mi vida. Fue llegar Mía y cambiar totalmente mis esquemas porque descubrí lo que es el amor de verdad”

-Y de ser un “gatuno primerizo” has pasado a tener un nuevo inquilino-propietario en casa: Atún.
-Sí, ahora tengo dos gatos en casa. Te cambia la vida, tienes que ser más ordenado, no puedes dejar nada al azar porque son peligrosos y les encanta hacer maldades, tienen una habilidad especial para buscarlas. Te obligan a tomar precauciones y estar encima de determinadas cosas. Al principio era un poco estresante porque Mía no quería saber nada de él, y él quería jugar todo el día con ella. Ahora hemos llegado a un trato cordial entre ambos. Mía siempre se está quejando, pero cuando Atún no le hace caso, lo busca intentando que yo no me dé cuenta. Ella es mucho más lista, más tranquila, uno va con la fuerza bruta, la otra con la inteligencia y digamos que están midiéndose las fuerzas.

Estaba encantado con mi vida de soltero, haciendo lo que me daba la gana, sin sentir nada por nadie y de pronto ¿quién me iba a decir a mí que iba a sentir algo por una gata y un gato? Cuando me voy de fin de semana organizo para que venga alguien a dormir a casa y que no estén solos. Los llamo a todas horas para preguntarles cómo están y mis amigos ya me dicen de broma: “nosotros también estamos bien ¿eh?”.

-¿Te han convertido en un ser humano mejor?
-Sí. Sin ninguna duda. Ahora veo un vídeo de maltrato animal y me pongo malo, antes me afectaba, pero no lo vivía de esa manera. Corro el riesgo de querer adoptar a todos los gatos que veo en situación de riesgo. Te despiertan una humanidad que no tenías. No se pueden comparar con un hijo, yo todavía no los tengo y sé que no es lo mismo, pero el sentimiento que me generan es el de alguien con quien convivo y por el que tengo mucho amor. Mi madre muchas veces me dice: “¿a quién quieres más a los gatos o a mí?”. Y entre risas siempre le digo que no me haga esas preguntas. Obviamente quiero más a mi madre, pero con los gatos paso todo el día, hacen hogar y nadie conoce la casa mejor que ellos. Me encanta la sensación de llegar a casa y ver que alguien te espera, aunque sean estos dos cenutrios. Cuando me despiertan a las cinco de la mañana porque pasan por encima de mi cabeza no me hace tanta gracia, pero no les cierro la puerta porque me dan penina. Atún todos los días duerme en la cama y hay ratos que se tumba en la almohada con la cabecina al lado de la mía. No voy a decir que quiero más a uno que a la otra porque Mía fue la primera, pero Atún es muy cariñoso. Cuando llego a casa me doy cuenta de que se ha pasado el día durmiendo encima de mi pijama y eso me genera mucha ternura.

Mia, gata de Pedro Zuazua
Mia / Foto: El País

-Y supongo que, como todo padre primerizo, las angustias vendrán por partida doble ¿no?
-Me han abierto un mundo de sensaciones que yo no conocía y he de decir que es muy bonito. Me gustan mucho estos sentimientos, aunque me gustaría ser un poco menos agonías porque me agobio mucho. Veo que les pasa algo o les duele algo y como soy hipocondríaco se lo trasmito a ellos, que pensarán “éste pesado, por qué no nos deja en paz”. En mi casa solo se pueden abrir las ventanas en estilo batiente, si alguien fuma tiene que hacerlo fuera y todo por los gatos. Si hace cinco años me dicen que voy a compartir mi vida con dos gatos, me hubiera apostado un millón de euros a que no. Ahora cuando leo historias que me mandan de gente a la que se le murió el gato, pienso en el día que me falte a mi Mía o Atún y en lo mal que lo voy a pasar.

“Mía y Atún me han abierto un mundo de sensaciones que yo no conocía y he de decir que es muy bonito”

-¿Alguna vez pensaste en el éxito que está teniendo el libro?
-Me sorprende porque el libro no tiene ninguna pretensión. Me río mucho de mí mismo y tiene un punto cómico de la relación con los gatos, pero no tiene ninguna aspiración literaria, de hecho, no me costó nada escribirlo. Los domingos por la tarde, me sentaba tres o cuatro horas y como eran cosas naturales surgía fluido. Está escrito de primera mano, no hubo ningún tipo de edición salvo los capítulos de literatura y cine que tienen un poco más de investigación. Estoy encantado porque creo que esa naturalidad ha gustado a la gente y lo principal que me dicen es que se sienten muy reflejados o que se han reído mucho. Para mí esto es un premio impresionante. Cuando le dí el manuscrito a Elvira Lindo para que hiciera el prólogo, se lo entregué con mucha vergüenza. Somos muy amigos, pero ella es una gran escritora y creí que le iba a parecer una chorrada. Tras leerlo me dijo que era muy difícil hacer reír a la gente con algo escrito y ella se había reído muchas veces. Ahora va a salir en México, Colombia, Argentina y Chile y te puedo asegurar que yo no me lo esperaba, pero me está haciendo muy feliz.

Atún y Mia, gatos de Pedro Zuazua
Atún y Mia / Foto: El País

-¿Atún también va a tener su betseller?
-Pues no lo sé. Me lo están pidiendo, pero me impresiona un poco porque no me gustaría quedarme encasillado en el tema de los gatos. El título sería muy sencillo “En mi casa no entra otro gato” y tengo varias cosas e historias que voy escribiendo, pero la verdad es que acabé bastante cansado del proceso. La experiencia en su conjunto ha sido maravillosa, el conocer a los libreros, ir a las firmas, las presentaciones, todo el mundo ha sido súper cariñoso y te das cuenta de cuánto se lee y cuántos gatos tiene la gente. Ahora mismo te diría que no porque tengo otros proyectos y soy un culo inquieto que va de lado a lado. La presentación en Oviedo me hizo mucha ilusión, fue muy bonita porque acudió mucha gente. También la Feria del Libro de Madrid fue apasionante. Un amigo me mandó un mensaje diciéndome que estaba flipando porque había gente esperando a que yo les firmase un ejemplar. Mi cola era de unas veinte personas y la de Dolores Redondo de dos mil personas, pero estaban allí porque les había gustado un libro que yo había escrito. Fue maravilloso.

-Eres director de comunicación del Grupo Prisa. ¿Cuáles son las claves para ser un buen comunicador?
-Eso me gustaría que me dijeran a mí… Yo creo que, en estos tiempos de tanto ruido y estímulo, es muy importante tener un criterio propio que se forma a partir de las fuentes que consultas. Hay que tener mucho bagaje para que no te la cuelen, leer mucho y saber a quién lees y de qué pie cojean… Y luego, en el otro lado de la comunicación, en el que estamos nosotros, creo que hay una cosa que es vital que es la honestidad y la verdad. Al final, el receptor de tu mensaje sabe perfectamente cuando te crees lo que dices y cuando no. Para mí ahí está la clave de la comunicación, en creer lo que estás haciendo, en transmitirlo, en tener pasión y el ser a veces un poco osado. En comunicación hay que fracasar mucho para acertar. Otra cosa importantísima es no tener ningún ego ni aspiración al ego porque te machacan siempre. Cuando algo sale mal es culpa de comunicación y si sale bien es que hiciste tu trabajo y nadie se acuerda de ello. Hay un punto muy importante que es no esperar nunca el reconocimiento porque no va a llegar. Lo principal es saber cuál es tu papel. El otro día leía una frase que decía: “No te consideran porque siempre estás”. Te vuelves indispensable de una manera silenciosa.

“En comunicación hay que fracasar mucho para acertar”

-¿Qué responsabilidad deben asumir los medios de comunicación hoy en día?
-Yo creo que los medios tienen tres funciones en su ADN. El primero es informar, el segundo formar y el tercero entretener. Pero si dijese algo que tienen que hacer hoy los medios es destilar la realidad. Vivimos en un entorno tan cambiante, tan líquido y tan raro, que las verdades de hoy mañana desaparecen y un gran escándalo que surge hoy mañana no es nada. Lo que tenemos que hacer hoy en día los medios es lo que hemos tenido que hacer siempre pero con más calma, y es dar las claves para entender lo que está pasando. La persona que se acerca a un medio de comunicación, lo que está buscando es alguien que le refrende su manera de entender el mundo. La gente que lee El País es porque son progresistas, creen en la democracia plural, en los derechos humanos y en el progreso de las sociedades. Lo que esa gente busca cuando se acerca a nuestro periódico es refrendar lo que ellos piensan. Y también quieren saber o que alguien les dé una guía para entender el día a día, cosa que no es fácil porque tienes que interpretar todo en tiempo real y eso es complicadísimo. Hay gente que se pasa meses o años para entender la realidad, imagínate entonces un periodista o un analista que tiene que darle al lector en dos días las claves para entender lo que pasa. Yo por ejemplo a Iñaki Gabilondo lo escucho todos los días y siempre me pregunto: ¿cómo hace para acertar siempre? Es gente con un bagaje, con una capacidad de análisis y una experiencia que es complicado que se equivoquen. Puede que lo hagan, pero es desde un criterio profesional y ahí está la diferencia.

-La imagen del periodista ahora mismo ¿está devaluada?
-Creo que ahora se nos ven más las costuras. Antes teníamos acceso a la información y éramos los interlocutores entre la sociedad y el poder, pero ese centro de interlocución ha desaparecido. Con las redes sociales y la comunicación directa de políticos e instituciones con la ciudadanía, ya no somos interlocutores. Ahora somos interpretadores de la realidad. Yo creo que a esa mala fama también hemos contribuido nosotros, la gente piensa que somos unos inútiles porque hay periodistas que lo hacen mal. Cualquier periódico con ciertos años de historia ha cometido errores, ha metido la pata y lo importante ahí es cómo sales. En El País estamos muy orgullosos porque tenemos mecanismos que nos obligan a sacar la pata cuando la metemos, pero la cuestión es que la metedura de pata siempre llega a más gente que la corrección. Creo que estamos volviendo a remontar esa mala imagen, ahora ya se sabe quién hace noticias falsas y en ese sentido vamos mejorando, pero siempre habrá quien haga mala praxis, quien en vez de equivocarse quiera ser malo. La clave está en que mantengamos nuestra ética, nuestros valores y que, cuando nos equivoquemos, seamos los primeros en decirle al lector que lo hicimos y que lo sentimos. Además, la gente agradece que le pidas perdón y le des las gracias porque es algo que no se suele hacer. Otra ventaja que hay ahora es el diálogo con el lector. Hay que respetarlo muchísimo, no puedes tratarlo como alguien a quien le echas una noticia y la consume. Es un tipo listo, cultivado, que le interesa lo que pasa en el mundo y por eso te lee, que tiene un bagaje cultural, sentimental, social y político. No puedes ningunearlo y menospreciarlo porque entonces es cuando tienes un problema de comunicación.

Pedro Zuazua Gil
Foto: El País

-¿El periodista debe mantener al margen su ideología?
-Muchas veces discuto con mis amigos porque ellos dicen que los periódicos deben ser objetivos. Yo creo que no, si quieres que un periódico sea objetivo coge un robot que escriba las noticias. El valor que da un periodista es el punto de vista que aporta. Hay que abandonar esas ansias de objetividad porque los periódicos y los medios de comunicación tienen un punto de vista, tienen un modelo de sociedad y esto es lo que defienden con su manera de abordar los temas que tratan.

-¿La información sigue siendo poder?
-Sí, pero la de los periódicos y también la que manejas en tus relaciones personales. Al final, el que más información tiene es el que mejor maneja la situación, y el que mejor sabe cuadrar esa información es el que mejor gestiona todo. Sapiens de Harari dice que el ser humano evolucionó gracias al chismorreo, y el chismorreo entendido como la capacidad de decidir qué es bueno y qué es malo para una determinada situación, quién vale para algo y quién no. Gracias a la información tienes poder para organizar la sociedad. Hay mucha gente que está obsesionada con que los medios de comunicación estamos todo el día urdiendo planes por detrás. Bastante tenemos con contar lo que está pasando cada día como para decidir lo que está pasando en este país. Además, los medios somos cada vez más transparentes y claro que la información es poder, pero tienes que saber manejarla y no en tu beneficio sino para ofrecer noticias más completas, más destiladas y siempre a través de unos valores y una ética.

“Quién más información tiene es quien que mejor maneja la situación, y el que mejor sabe cuadrar esa información es el que mejor gestiona todo”

-¿Qué historia te gustaría contar?
-Me gustan las historias de la gente, acompañarles en su día a día, vivir con ellos y que te cuenten, ver cómo trabajan… Las historias que me gustan son las pequeñitas pero que forman parte de la historia de la humanidad. Soy muy malo interpretando grandes realidades, me lío, no lo entiendo bien. Si me dan mucha información no sé manejarla, en mi caso la información no es poder porque no sé utilizarla. Sin embargo, me gustan estas otras historias porque me resultan mucho más comprensibles. Me gusta el periodismo local, cercano, ir a los bares y hablar con personas que no conozco, sobre todo con los más mayores. Creo que no se me da del todo mal porque como tuve dos hermanos mayores, estoy acostumbrado a hablar con gente de más edad. Me encanta conocer sus historias y descubrirlos. No hay nada como estar en el sitio donde suceden las cosas. Echo de menos ese periodismo de salir, de estar con la gente, de construir historias, pero también es verdad que ahora lo hago de otra forma, desde comunicación.

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