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miércoles 15, enero 2025

María Ortiz y sus preguntas sobre la vida misma

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“Pasan cosas” es el primer libro que publica María Ortiz. En él se dan la mano entrevistas a personas de diferentes sectores con las que María se sienta a hablar de diversos temas, con viñetas dibujadas por ella. De la simbiosis de ambas cosas surge una obra en la que se refleja la necesidad de contar, de formularnos preguntas que, aunque puedan parecer simples, son difíciles de responder.

"Pasan cosas". Libro de María Ortiz en el capítulo sobre Rodrigo Cuevas y el mundo rural.

Hubo una María que empezó el libro y otra que lo terminó. En el tránsito creativo, tanto ella misma como su forma de plasmar su arte, se fueron transformando gracias a las miradas de los protagonistas que escogió. Cada uno de ellos fue poniendo voz a temas sociales que nos afectan a todos. El primer capítulo de libro, titulado “Encajando piezas” aborda la salud mental de la mano de la psicóloga Paula Cabal. En el segundo, “El armario… para la ropa”, se sienta a hablar con Alfonso Blanco sobre el colectivo LGTBAIQ+. En el tercero el protagonista es Sergio Llunik que en “Pasta sin tomate” habla sobre la precariedad laboral. Rodrigo Cuevas aborda la temática del mundo rural en el cuarto capítulo titulado “Y tú… ¿de quién eres?”. El punto final lo pone Rocío Antela con “Compañera, dame tira” en el que se adentra en el feminismo.
Página tras página, entre letras y dibujos, se va imponiendo una imperiosa necesidad en los días que vivimos: párate, piensa y hazte aquellas preguntas que tal vez nunca te has hecho pero que te van a cambiar la vida. Para que pasen cosas, hay que replantearse una nueva forma de vivir la vida.

-¿Cuál ha sido tu trayectoria personal hasta llegar a editar este libro?
-Estudié Diseño Gráfico en la Escuela Superior de Arte en Avilés y después estuve trabajando en agencias de diseño y publicidad. Me fui a Madrid, estuve allí unos cuatro meses y me di cuenta de que yo no aguantaba aquello. Había una oferta cultural buenísima pero no me llegaba el dinero, no tenía tiempo y no podía disfrutarlo. Después de dar varios tumbos más, hice el máster de profesorado en la Universidad de Oviedo y luego oposité. Ahora soy profesora de diseño en el Departamento de Diseño Gráfico. El proyecto del libro surgió por una subvención que salió en Gijón para creaciones artísticas. Me la pasó un colega y pensé: ¿Qué se me da bien? ¿Qué temas me molan? ¿A quién conozco que me pueda ayudar? ¿Qué formato me gusta? Así nació todo.

-En el libro se combinan entrevistas que tú realizaste a personas de diferentes sectores, con viñetas dibujadas por ti. ¿Por qué escogiste este formato?
-Trato temas sociales que afectan a ciertos colectivos y yo, por mucho que sepa, ni pertenezco ni los conozco en profundidad. No encajo en todos esos perfiles, pero sí tengo amigos que lo viven; lo que yo conozco se basa en lo que me rodea, por eso creo que es importante que sean ellos los que hablen directamente.
Creo que me falta la experiencia para poder escribir sobre ello, pero sí tengo el conocimiento suficiente para hacer las viñetas y me inspiro en sus historias para dibujar. Algunas viñetas las tenía de antes, pero cuando les hice las entrevistas, me vinieron otras diferentes y se las fui pasando a cada uno de ellos de forma individual para que me pudieran ir guiando. Mi mayor preocupación siempre fue que hubiese una coherencia ideológica entre lo que ellos me contaban y lo que yo plasmaba en las ilustraciones. Estuvimos muy sincronizados para que todo quedase reflejado.

-¿Por qué esos temas y esas personas?
-La salud mental porque me toca de lleno y es un tema al que siempre recurría en mis viñetas. Paula Cabal es mi psicóloga desde hace cuatro años y le tengo tanto respeto a este tema que, por muchos años que lleve en terapia, no me atrevo a ser yo la que hable sobre él. Así que nada mejor que entrevistar a mi psicóloga.
Tengo muchos amigos en el colectivo LGTB y me parecía un tema importante para tratar. El 90% de mis amigos son cuir y he vivido de cerca situaciones como que les hayan gritado maricón o viajar con ellos y que no se atrevan a pasear por la calle cogidos de la mano por si les dicen algo. A Fon Blanco lo conozco desde hace muchísimo tiempo y he vivido de forma indirecta esa trayectoria en la que él comenzó a buscar nuevas orientaciones y empezó a probar cosas nuevas en la búsqueda de su identidad.
Un día estaba cenando con unos colegas en casa de Sergio Llunik y le conté el proyecto en que estaba trabajando. Le dije que estaba buscando a alguien que me pudiese hablar de precariedad laboral y me dijo: “Cógeme a mí. Yo tenía un billete preparado para marcharme de Asturias porque aquí no encontraba nada, aunque al final no me fui”. Yo ya lo conocí siendo un diseñador con bastantes salidas, pero, hasta llegar ahí, lo pasó mal durante muchos años. Fue él el que me sugirió poner a su capítulo el título de “Pasta sin tomate”, en referencia a eso tan típico que se dice de comer pasta sin nada para sobrevivir.
A Rodrigo Cuevas siempre le tenía presente pero para aspectos más vinculados a la temática LGTBI y no al mundo rural. Últimamente estoy viendo una corriente muy brusca en cuanto a repoblar mal los sitios y por eso me parecía importante que estuviese presente este tema. Actualmente ahí es donde él tiene más carácter y desde donde está moviendo a mucha gente. Se ha ido a vivir al rural y allí se ha implicado para atraer a gente planteando un proyecto, haciendo algo nuevo. No se trata de romantizar el campo sino de vivirlo de manera realista.
El feminismo es otro tema al que suelo recurrir y mi trabajo como diseñador e ilustradora va muy ligado a él. A Rocío Antela la conocí porque me pidió que diseñase el cartel con el eslogan “Compañera dame tira” del 8M. Además, admiro mucho su trayectoria como mujer y como profesional.
A nivel personal, todos estos enfoques me ayudaron mucho a aprender mientras hacía el libro.

-¿Cuentas lo que te afecta?
-Cuento lo que me afecta y más. No sólo es contar, sino también dar a conocer. Al hacer las entrevistas toqué las cosas de manera más profunda e importante. De lo que acabamos hablando es de la vida misma y de momentos crudos. Lo que está genial del libro es que pones cara a personas que viven situaciones concretas y que representan a un colectivo, detrás de cada uno de ellos hay un montón de gente que está viviendo lo mismo. Lo recalca mucho Rocío Antela cuando habla de los referentes feministas de su familia, o Rodrigo Cuevas cuando comenta las anécdotas que vive en el medio rural.

-¿Te has sentido identificada con cada uno de ellos?
-Sí, mucho. Me gustó que cada uno respondiera a las preguntas que le hice dándole un sentido diferente. Unos lo hicieron desde un punto de vista más académico, otros más personal, visceral, otros lo han llevado a un aspecto social no centrándolo en lo que piensan de ellos mismos, sino de lo que perciben a su alrededor. Además, se notan personalidades muy marcadas, con formas de hablar muy distintas. Por ejemplo, en cuanto a la forma de expresarse se nota mucho en Fon. Esa manera tan característica en el mundo LGTB, con esa soltura, como si estuviéramos hablando en una cafetería, mientras que Paula, psicóloga, lo hace con un perfil más profesional.

Viñeta de María Ortiz sobre la precariedad laboral

-Se habla mucho de la generación de cristal. ¿Sientes que tanto tú como tu entorno encajáis en esa definición?
-Creo que no tienen ni puta idea. Parece que si no nos ven con un pico y una pala, sudando como burros, no estamos haciendo nada. Yo creo que esa gente es totalmente inconsciente de lo que está pasando. Aunque todo esto va muy de la mano de las políticas que se aplican, quienes hablan así suelen ser personas que ya tienen su piso pagado, su vida acomodada, su familia estructurada y deben pensar que no sabemos ni hacernos un huevo frito. Ahí se esconde un cierto clasismo que te dice que si no sigues unos estándares como casarte antes de los treinta, tener un hijo y un buen trabajo, no has hecho una mierda. Pero la realidad es que muy pocas veces tu sueldo llega al salario mínimo interprofesional, no te puedes pagar un alquiler y no llegas ni a los 10 años cotizados. ¿Cómo te vas a plantear comprarte un piso? Cuando yo me fui a trabajar a Madrid le dije a mi madre que iba a compartir piso con otras tres chicas y ella no lo concebía. Si no tenía dinero ni para pagarme un piso, ¿por qué me iba? La mentalidad de “ir a buscar algo” es como volver hacia atrás.
Si hablamos de salud mental, muchas veces nos dicen que somos unos quejicas porque, en su época, no había depresiones. Siempre pienso: “Y tu tía, que se tiró por la ventana con treinta años, ¿qué le pasaba?” Ahí te dicen que estaba medio loca. Es eso de: ojos que no ven…
De la gente joven que se va al mundo rural y crea pequeñas comunidades, dicen que son unos hippies que van a vivir del cuento por cuatro duros. Yo creo que nunca estarán satisfechos con lo que ven porque no cumplimos los estándares que ellos piensan que son correctos.

-Me gustaría plantearte a ti alguna de las preguntas que le haces a cada uno de los protagonistas. ¿Te parece bien?
-¡Claro, por supuesto!

-Paula Cabal: ¿Qué medidas preventivas podrían ayudar a reducir la incidencia de la ansiedad, indicios de depresión o pensamientos intrusivos en nuestro día a día?
-Soy consciente de que todo esto que te estoy contando, lo hago después de tomarme mi antidepresivo mientras desayunaba. El no vivir trastornos ansiosos o depresivos muchas veces va de la mano de tu día a día y lo que experimentas en él. Otras veces se debe a una serie de factores que has vivido en tu infancia o a que has tenido una adolescencia jodida. Actualmente, puedes tener una vida tranquila, pero como tengas una herida del pasado, eso genera unos pensamientos intrusivos muy potentes. Evidentemente, lo primero es acudir a un especialista para ver cuál es el detonante de todo eso. Si no tienes dinero, porque las terapias son muy caras, tienes que buscar alternativas más económicas de gente especializada que te pueda ayudar. También es importante intentar buscar un círculo de gente que haya tenido o que esté pasando por ello porque, aunque no sean especialistas, sí pueden empatizar más contigo. Tienes que dejar de culpabilizarte, intentar hacer cambios en tu vida y crear una base sólida. A partir de ahí, ya puedes empezar a caminar. Tenemos que entender que la salud mental no sólo es que te dé ansiedad, también puedes sufrir un brote psicótico sin saber por qué o desarrollar algún trastorno de la personalidad que hayas heredado y se haya manifestado en tu vida adulta. Tenemos que entender que necesitamos herramientas porque estas cosas no se pasan en dos días. Hace falta mucho conocimiento y empatía.

-Alfonso Blanco: ¿Cómo crees que el arte, como medio visual, puede influir en la percepción y la conciencia social sobre la diversidad sexual y de género?
-Normalmente, cuando hago las viñetas tiendo a dibujar mujeres blancas bajitas… es como si me retratase. Y, cuando se las pasé a Fon me dijo: “Mari, ¿por qué no intentas aplicar el sentido de todo lo que estamos hablando a tus dibujos? ¿No estamos buscando diversidad? Pues métela también en los dibujos”. Eso lo empecé a hacer gracias a él y ahora ya me va saliendo solo. He cambiado el discurso de lo que llevaba haciendo toda mi vida y ahora intento plasmar más variedad de género y de etnias, cuerpos diferentes, una mujer con pechos más grandes, otra con pechos más pequeños, otra más alta, otra más baja. Y de esta forma puedes hacer que el discurso vaya a la parte artística.

-Sergio Llunik: ¿Qué estrategias tienes tú para mantener la chispa creativa encendida?
-Beber vino (risas). Sentarte a trabajar con la presión de que tienes que hacer cosas o crear algo nuevo, te bloquea más. Al final, lo que presentas carece de contenido y lo que realmente vale son las cosas que han tenido su reposo. Todo lo que se refleja en este libro son cosas que he ido hablando con mis amigos a lo largo de un periodo de tiempo y que, en un momento de terminado, decidí recopilar. Creo que la chispa va un poco ligada a la experiencia y al descanso. A veces, la obsesión de querer producir, te activa el piloto automático y te hace crear cosas que no son innovadoras o que no suponen un cambio importante para ti. El ritual de pararte, tomarte un vino, hablar tranquilamente y crear un ambiente más distendido que no te genere presión, hace que tu trabajo cobre otro sentido.

-Rodrigo Cuevas: ¿Qué aspectos de la vida rural crees que se malinterpretan o se pasan por alto desde fuera?
-Aunque yo sea una chica de ciudad, viviendo en Asturias siempre tienes referentes cercanos. Por suerte, sé lo que se cuece en el rural aunque sea de forma indirecta. Muchas veces se menosprecia al pueblo y parece que si no vas a la gran ciudad y no tienes un buen trabajo, no eres nadie. Para ellos, los del pueblo son los paletos que nunca han conseguido llegar a más. Conste que no me gusta nada esa romantización del rural y, de hecho, en las viñetas me meto mucho con ese tipo de persona que, por ejemplo, ha vivido toda su vida en el centro de Madrid, se coge una casa en Piloña y después se asusta con los bichos o le molesta que el gallo cante.
Me gusta también valorar el aspecto social que se crea en el pueblo y que en las ciudades está totalmente extinguido. En la ciudad se crean grupos de WhatsApp y, en el pueblo, te preguntan directamente por cómo está tu abuela porque hace tiempo que no la ven. En la ciudad puedes pasar meses sin ver a tu vecino, sin hablar con él o sin saber cómo está. Yo me he caído con la bici en mitad de la Gran Vía en Madrid y no ha venido nadie a ayudarme. Todo es mucho más individualista y eso es una mierda. Muchas veces, hay más vida en un pueblo que en el centro de una gran ciudad.

-Rocío Antela: ¿Qué consejo le darías a la María de niña con todo lo que has vivido hasta ahora?
-Que no se raye. Tengo casi treinta años y los dos temas que más me han afectado en mi vida son la salud mental y la precariedad tanto laboral como emocional. Son dos temas que se dan la mano y soy consciente de que es un proceso por el que pasamos casi todas por desgracias. Me diría que, ante la incertidumbre, no me desespere.

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