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viernes 15, noviembre 2024

Rosa Valle, autora de Cocos de luz. Un viaje a la esencia

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Sus palabras la reflejan aunque sea a través de una ficción. Porque el último libro de Rosa Valle, Cocos de luz, recoge una historia de mujeres fuertes que se buscan a sí mismas. Mujeres que no se conforman cuando descubren que han naufragado en el mar de las obligaciones y las servidumbres.

Cocos de luz, nueva novela de la escritora asturiana Rosa ValleEste es ya el octavo título de la escritora y periodista gijonesa, y en esta ocasión, bajo la Editorial Velasco, no apuesta por la novela negra, sino por unas letras que llevan su sello inconfundible a través una mirada íntima y desnuda de la que ya se ha vuelto ciertamente adicta.

-¿Qué vamos a encontrar en tu nuevo libro?
-Si hacemos pirámide invertida, es un libro sobre la búsqueda del sentido, un libro de búsquedas y de defensa de la esencia personal que realmente es lo más importante de la vida y lo que más nos debería importar a todos. Porque si quieres ser feliz tienes que estar en tu esencia, como te vayas de ella no lo vas a ser. Eso es así de simple. Y con este mensaje quise hacer una novela. Me creé un personaje y me metí a escribirlo en primera persona, que nunca lo había hecho, me gusta siempre cambiar en lo que hago. Y elegí para ello una mujer que es editora: Berta Feito, porque es una profesión con la que he coqueteado varias veces y con la que trato, porque estamos en el mismo barco escritores y editores.

“Resumiendo este libro, el mensaje o el tema que plantea es la búsqueda del sentido y el estar en nuestra esencia para poder vivir con plenitud”

-Sitúas esta obra como un ejercicio de narrativa femenina, ¿es porque está escrito con mirada de mujer?
-Sí, el camino como en todo en la vida se va haciendo y en esto de la escritura, también. Cuando estaba con mi novela negra Sirenas a contraluz, en el momento de buscar editorial, una reputada agente literaria me hizo un análisis en el que me señaló muchos puntos fuertes y luego me mostró otros por los que en su modelo de novela negra no le encajaba mi libro. Me dijo que le gustaba mucho cómo escribía, y que por la forma de escribir me veía en literatura femenina de calidad. Pensé: “vaya etiqueta, parece que otras no son de calidad”, pero entendí a qué se refería. Hablaba de una narrativa que cuida la forma y que se asoma con cuidado a las realidades interiores, y a mí eso me sale solo. Yo estaba en ese momento centrada en literatura negra, poniéndome en un caso, siguiendo unos protocolos policiales… pero los episodios en los que disfrutaba mucho eran aquellos en los que sólo hablaba de lo que pensaba y sentía la protagonista o de su camino personal. Entonces, me dije: “voy a parar en la negra y voy a probar a dejarme fluir y escribir sin más”. Quería inventarme una historia, meterme en el personaje y ver a dónde me llevaba, y eso fue lo que hice.

-El personaje principal me recuerda a ti en muchas ocasiones. ¿Cuánto hay en ella de Rosa Valle?
-Sí, esto ya me lo han dicho otras veces. Una reseñadora y agente literaria que conozco me dijo: “me ha encantado esta historia tuya con tu abuela”. Y le contesté: “no, ni es mi historia, ni soy yo, ni es mi pueblo, no tengo nada que ver con todo esto que he creado”. En realidad, Berta es un invento, pero cuando estoy escribiendo estoy dentro de ese personaje y sí que tiene de mi aprendizaje como mujer, de mi sabiduría, de mi interés por saber, por entender de qué va esto, por buscar siempre el sentido. Porque resumiendo este libro, el mensaje o el tema que plantea es la búsqueda del sentido y el estar en nuestra esencia para poder vivir con plenitud. Esto es algo que yo llevo intentando desde hace unos años, es el camino en el que estoy, e imagino que en ella hay de mi aprendizaje. Pero es un personaje inventado, y la editorial que tiene Berta, aunque no sé si es rentable -y en realidad me da igual- es la que a mí me gustaría llevar.

“Para el ambiente y el espíritu que yo quería para mi novela, la energía de la zona más gallega de Asturias me venía muy bien. (…) Tiene esa fuerza que creo que es diferente del Oriente que es más encantador. El Occidente me parece más auténtico, más salvaje”

-¿Por qué elegiste el Occidente asturiano para ubicar esta novela?
-Me la llevé al Occidente porque el Oriente es de dónde procedo, de dónde tengo mis raíces y me apetecía irme a otra zona y también porque el ambiente y el espíritu que yo quería para mi novela, esa energía de la zona más gallega de Asturias, me venía muy bien. Es más desnuda, más austera, tiene esa fuerza que creo que es diferente del oriente que es más encantador, mientras que el Occidente me parece más auténtico, más salvaje.
Y luego aparecen los vaqueiros de alzada, porque el proceso de búsqueda personal que tenía que hacer la protagonista tenía que ser en la naturaleza, en la aldea, en el pueblo, y uniendo campo y occidente estaban los vaqueiros de alzada. Empecé a leer sobre ellos y me encajaban muy bien, porque son un pueblo con un componente casi místico. Eran unos aldeanos que se iban a las brañas altas durante un tiempo y eso les permitía vivir con cierta libertad y saltarse buena parte de las normas y servidumbres de la sociedad civil en la que estaban organizadas las aldeas. Me encajaba muy bien el pueblo vaqueiro, además a mí me gusta dar un contexto histórico y real, así que empecé a leer sobre ellos y estuve por allí; aunque en el libro hay también una escena de ficción sobre todo esto, no pretende ser un relato histórico.

-¿Tuviste alguna respuesta en este sentido?
-Cuando saqué el libro me empezó a escribir gente que no conocía, gente que era vaqueira. Y empezaron a contarme cosas sobre lo que les habían hecho, cosas que yo he escuchado con mucho respeto. Yo siempre aclaro que no es una novela sobre los vaqueiros de alzada, este pueblo me da el contexto, pero realmente es un libro de ficción. Los personajes en sus raíces lo son y aprovecho y lo cuento, pero con toda la humildad. Lo que más me interesaba de este colectivo era la parte de libertad y de contacto con la naturaleza con la que vivieron, más que la parte en la que fueron machacados. Vivían fuera del sistema todo lo que podían, y aunque tuvieron que ir entrando por el aro, había cosas de las que a veces se libraban como llevar a los niños al cole, ir a la mili o el pago de tributos.

“Los vaqueiros de alzada me encajaban muy bien en la novela porque son un pueblo con un componente casi místico. (…) Se iban a las brañas altas durante un tiempo y eso les permitía vivir con cierta libertad y saltarse buena parte de las normas y servidumbres de la sociedad civil”

Rosa Valle, escritora asturiana
Foto: Luis González

-¿Qué otros ingredientes has añadido para tus lectores?
-Es un libro bastante inclasificable, porque es un libro de naturaleza en el que también hay historia, por eso utilizo la frase de “cavar hasta las raíces para poder alzar el vuelo” en alusión a las dos memorias, por un lado está la familiar, ese microcosmos en el que naces y te desarrollas, que hace de ti quien eres y por otra, la colectiva. Y en este punto toco el tema de los represaliados en el concejo de Valdés, que es otra parte importante. Me fui también a un misterio de familia, porque yo vengo de la novela negra y me gusta que en las novelas haya de todo. Además tenía que haber algo de amor, de vidilla, por eso aparece un personaje secundario, Antón, que también tiene su peso y una parte importante para que Berta siga en su proceso.
Y luego está otra parte que refleja cuando mujeres, como la protagonista, se pasan toda la vida fagocitadas por un hombre que no es ni la mitad de brillante que ellas y que les vende un amor que no es sano. Y algunas no son capaces de salir.
Esos son los ingredientes, luego está toda la parte de la búsqueda personal de ella, de una introspección que me permitía ir a lo espiritual, sacar el yoga, la meditación, e incluso otras cosas, porque mi mente cada vez está más abierta y creo que se refleja en lo que escribo.

“La neurociencia cada vez acepta más relaciones cuerpo-mente-alma que antes no aceptaba”

-¿Hacia dónde te lleva esa apertura?
-La neurociencia cada vez acepta más relaciones cuerpo-mente-alma que antes no aceptaba. Ahora estoy leyendo El inconsciente cuántico, cuya autora, Marly Kuenerz, es una psicóloga que dice que hasta ahora sólo existían religión y ciencia, quienes van sentando las bases de lo que todos adquirimos como válido, como verdad, y que es cierto que la ciencia en el momento en que avanza, lo anterior ya no lo considera válido, y ahora la ciencia va cogiendo más de lo que antes siempre negaba. Y ahí es cuando decimos que sí y damos el visto bueno, porque lo dice la ciencia que es que la que consideramos prescriptora, pero si lo hacen otros estudiosos o expertos no lo tenemos tan en cuenta.
Me metí en todo ese campo porque este año estoy acabando un máster de inteligencia emocional y programación neurolingüística y estoy bastante interesada en ese ámbito de conocimiento, aunque solo sé que no sé nada.

-Reconoces que te gustan los retos. ¿Qué te supuso escribir el libro en primera persona?
-Fue el primero, pero no será el último. Me daba mucho respeto, pero imagino que todo tiene su momento y esta vez entré con decisión en ella. Una vez que me metí me resultó hasta más fácil, porque como en la poesía principalmente estoy en mí, estoy más habituada. Y de hecho creo que para el siguiente libro de este tipo seguiré con la primera y dejaré la tercera persona para la novela negra. Es inevitable que al hacerlo así te identifiquen con el personaje, pero no es malo. Y un porcentaje muy alto de escritores ponemos lo nuestro en las obras, aunque no todos porque otros prefieren otras narrativas más fantásticas, que les permiten volar e inventar. A mí no me da miedo desnudarme y mostrarme porque soy poeta y no tengo pudor. No tengo nada que ocultar, soy muy transparente y me da igual. Ahora voy a hacer un proyecto coral y serán varias primeras voces.

“Los cocos de lluz son las luciérnagas (…). Y nosotros también Somos bichitos de luz, la llevamos dentro y la proyectamos, y eso continuamente está vertebrando la obra”

-¿Por qué el título Cocos de luz?
-Conocí la expresión porque mi hija vino con un trabajo de asturiano en el que venía escrito Cocos de Lluz, que son las luciérnagas, y me hizo clin dentro; me pareció muy bonito. Luego, cuando empecé hacer el libro me vino muy bien la expresión, porque al final es un proceso de búsqueda de luz. Berta busca la esencia y cuando estás en la esencia es cuando brillas. Yo lo he sentido en momentos de mi vida en que estaba bien y me dijeron que estaba brillando. Al principio no entendía muy bien eso, pero luego lo vas entendiendo y lo vas viendo en las personas cuando se liberan, cuando han hecho su travesía pisando las ascuas y, al final, brillan. También somos bichitos de luz, la llevamos dentro y la proyectamos, y eso continuamente está vertebrando la obra.
Otro título posible era el de Mujeres de alzada porque en realidad es una saga de mujeres fuertes que salen adelante, también me iba muy bien, pero los cocos de luz que brillan son también mujeres de alzada que brillan en su esencia. Y por eso lo defendí.

-Me gustó mucha la frase: me paro, respiro, me voy para quedarme.
-Sí, hay que entenderla y sentirla. Parece una contradicción, porque es irte para quedarte más en ti, pero es así. Hacer lo que hace Berta es muy difícil, pero es verdad la frase grandilocuente que dice que una vez que despiertas luego ya no hay posibilidad de dormir. Una vez que eres consciente de qué va esto, ya no puedes volver otra vez a la sociedad con sus pildoritas para que te mantengan, y mirar hacia otro lado ya no funciona.

Rosa Valle, escritora asturiana
Foto: José Simal

“Aunque los hombres también tienen, en las mujeres hay muchos más factores que pesan sobre nosotras. Tenemos muchísimas más servidumbres y por eso me interesa ahondar en el proceso femenino en mis personajes”

-En el viaje que realiza la protagonista para encontrarse a sí misma va marcando cosas y realizando paradas. ¿En momentos determinados todos podemos sentirnos reflejados en esa forma de caminar?
-No todas esas personas hacen esas paradas y ese camino, pero muchos llegamos a ello y cuando lo hacemos es porque te has educado en un ambiente así y lo has adoptado dentro de un microcosmos, o porque llegamos a ello desde el sufrimiento, buscando soluciones.
Para mí hubo un momento en el que, por así decirlo, la psicología y las terapias me resultaron insuficientes, y de ellas llegué a una búsqueda más espiritual. Y como soy una persona a la que le interesa mucho leer, soy lectora y una estudiante eterna, fui buscando autores, escuelas… Todo eso está en mí y salió en Cocos de luz, donde tenía una historia de ficción, un personaje, una trama y un misterio, pero en toda la parte interior del personaje me dejé llevar. Y en todas sus diatribas, en esa conversación interior, probablemente haya mucho del aprendizaje y de las dudas de muchas mujeres.

-¿Cómo es el personaje de Berta?
-Es joven, una diferencia grande conmigo. Ella está como en un paso más atrás, en el paso de identificar y de empezar a ser sabia, porque se ha preguntado si la vida que lleva es la que quiere llevar, si está donde quiere estar y con quien quiere estar. Se ha preguntado: ¿estoy en mí? Y ha visto que no, esa identificación ya la hizo y luego actúa. Ella está en ese paso y probablemente yo esté en un paso más adelante en mi vida personal. En la sociedad actual, con el modelo que tenemos de sociedad civil aquí en occidente, creo que es un proceso por el que las mujeres pasan entre los 30 y los 60 años; hay muchas mujeres en ese proceso en la edad madura y en ese sentido estamos viviendo una revolución. Mujeres que están caminando solas y felices, que han visto que el modelo tradicional, el pack que nos vendieron, no funciona. Y aunque no es el caso de Berta, porque ella no está divorciada y es joven, pienso que hay muchas mujeres que van a conectar con ello. Las que han abierto los ojos.

“Realmente a las mujeres nos han tenido sometidas desde tiempos antiguos porque le ha interesado a la sociedad civil, pero realmente somos todo”

-¿Hablas sólo de mujeres o puedes decirlo también de los hombres?
-Hablo de mujeres, porque aunque los hombres también tienen, en las mujeres hay muchos más factores que pesan sobre nosotras. Tenemos muchísimas más servidumbres y por eso me interesa ahondar en el proceso femenino en mis personajes.
En paralelo hay otro tema que también quise visibilizar con el personaje de Pablo, un narcisista que busca que alguien le solucione la vida, y es ese amor fagocitante que se alimenta de mujeres generosas, brillantes, porque a lo mejor otra mujer con otro perfil no lo toleraba. Ese perfil también lo observo, y es posible que a muchas mujeres -a lo largo de nuestras vidas- les haya aparecido alguien así. Pienso que en el otro sentido se da menos, que en nosotras es más clara esa relación por todo el perfil que tenemos nosotras de dejar, de permitir, de sentirnos culpables porque sí, porque siempre nos han hecho de menos. Los hombres lo han tenido más a favor por ser una sociedad patriarcal.

-En el libro, esta mujer en cuestión de segundos pasa de sentirse robot-androide-humana porque llega a los brazos de su abuela, que es su refugio. ¿Qué encuentra en ella para hacer esto posible?
-Desde la distancia de la escritura he visto que, realmente, es como si ambas fuesen la misma mujer en distintos estados de evolución. Son dos generaciones con un salto en medio. Tenemos a una abuela sabia por lo vivido, por la experiencia, pero las dos tienen la misma fuerza, la misma naturaleza. Berta, la nieta, ha llegado rota y sin saber cómo a casa de su abuela, a buscar en ella su alivio salado. En esa primera fase, en la que uno está muy mal, lo primero que necesitas es refugiarte, necesitas la cueva, el bálsamo, para luego ya salir de ahí y empezar a atravesar el infierno, porque es la única manera de salir de él. Yo quise crear una aldeana poco común, silenciosa y que aparentemente podía parecer un poco ruda, pero no lo es. Es una mujer que vive sola en el campo, no está endurecida pero sí es un poco seca. Quise mostrar esa desnudez y esa autenticidad que tiene el Occidente, que, desde mi punto de vista, tiene una energía más salvaje que el Oriente. Y quise que todo el entorno fuera así, la abuela también, con esa desnudez que también tiene cierta calidez. Es un homenaje a las abuelas del mundo, a las abuelas que se implican, claro.
Desde el principio tenía muy claro que quería a dos generaciones de mujeres dialogando, era algo que me interesaba, imagino que ahí está mi propio proceso personal de estudio, de la herencia familiar en mí… que recientemente perdí a mi madre y que mi abuela ha sido una persona muy importante en mi vida.

“Cuando uno está muy mal, lo primero que necesitas es refugiarte, necesitas la cueva, el bálsamo, para luego ya salir de ahí y empezar a atravesar el infierno, porque es la única manera de salir de él”

-En el libro reflejas la necesidad de dejarse llevar.
-Berta es más como a mí me gustaría ser, acomete acciones con las que yo estoy de acuerdo. Porque por ejemplo, a mí me encantaría meditar todos los días, pero lo hago de vez en cuando, no saco momentos. Y no hay excusas porque todo el mundo tiene tiempo para lo que quiere, es cuestión de priorizar, pero por lo que sea, no ordenamos de la forma deseada o vamos cambiando los órdenes. Ese dejarse fluir, ese dejarse llevar, esa parada, sí que la hice en un momento, pero esa ruptura así es algo que me encantaría. Ella se dirige de una manera que me parece la adecuada que es romper, parar y retomar cuando estás viendo que te vas; pero para hacer eso hay que ver que te vas de ti. Y eso es lo que hace ella.
Acabo de leer el libro Una ventana al bosque de Noelia Velasco, que ganó el premio Desnivel, es una novela pero está escrita como un diario. El personaje de Noelia se va a una cabaña en el bosque, rompe con todo y de forma radical. Me llaman ese tipo de lecturas.

-¿Qué es lo que te invita a la ruptura?
-Cada vez experimento más que la sociedad civil me interesa muy poco, cada vez menos y el ver cómo estamos manipulados, cómo el sistema nos quiere y que nada es casual, que todo, desde la educación está dirigido para mantener y sostener este sistema en el que a unos les va bien y a otros no. Y que el dinero fluye por donde fluye y todo lo que sabemos de este sistema, pero en él vivimos. Y encontrar el famoso equilibrio es difícil y sobre todo es cansado. Y hay cosas que tienes que tragar, pero cada vez sabes más, estás despierta pero la realidad es la que es y tienes que tragarla. Por eso me interesa la gente que rompe y jugueteo con esa idea y para mí el irte es irse a la naturaleza, al monte o la mar, pero lejos de las ciudades y de la gente. Mi madre siempre decía: “voy a marchar un día y no me vais a ver más”, una frase muy de madre. La idea de coger y decir: me largo al monte y que os den por saco a todos, porque tengo tantas obligaciones, tantas servidumbres, que ¿para qué? Yo esa sensación la tengo muchísimo a lo largo del día y me siento muy marciana. Una minoría de gente tiene estos discursos o entendimientos, pero la mayoría no, porque lo más fácil es no plantearte nada.

“Cada vez experimento más que la sociedad civil me interesa muy poco, cada vez menos y el ver cómo estamos manipulados, cómo el sistema nos quiere y que nada es casual, que todo, desde la educación está dirigido para mantener y sostener este sistema en el que a unos les va bien y a otros no”

-En Cocos de luz haces alusión a la naturaleza como madre, como la mujer que da vida. ¿Siempre es femenina la naturaleza?
-Para mí lo es, yo siempre digo la mar y la montaña, y claramente es el origen. La naturaleza nos cuida y sólo hay que verlo en los animales, donde los cuidados recaen siempre en la figura femenina, las hembras. Yo siempre digo que soy feminista desde esa visión de sentirlo, de realidad. Realmente a las mujeres desde tiempos antiguos nos han tenido sometidas porque es lo que le ha interesado a la sociedad civil, pero realmente somos todo. Hay una frase que digo mucho y es: “no me beso porque no llego”, porque me doy cuenta de todo lo que hacemos las mujeres sin darnos ninguna importancia y cuando eres madre también lo ves. Y es verdad que hay hombres maravillosos que han trabajado toda su vida, pero no profundizan igual, aunque como siempre esto es una generalización. Porque ahora tenemos más conocimiento sobre el tema del género y cómo están mezclados, y yo hablo de la parte femenina. Mi feminismo no es un feminismo agresivo, es más bien naturista. El feminismo agresivo lo veo a veces masculino, porque parece que nos queremos igualar de forma agresiva en cosas que no me parecen positivas.

-La diferencia entre lo que sientes escribiendo literatura negra a lo que sientes con la otra, ¿cómo la entiendes dentro de ti?
-Ahí estoy, porque precisamente por eso llegué a Cocos, porque cuando haces una novela negra como Sirenas a contraluz la parte de los protocolos policiales y el caso es como hacer un trabajo que tienes que vertebrar, articular, pensar cómo tiene que encajar y supone un esfuerzo que no tengo en la otra parte de esa novela. En la parte que conecta con la Tunia más intensa, más humana, soy Rosa en estado puro, pensando cómo se siente y hacia dónde va. Es en la trascendencia donde yo me muevo, en el mundo sutil es donde yo estoy y ahí estaba más a gusto, por eso hice esa novela con dos partes. Y cuando alguien acaba de leer esa novela lo que más subraya son esos pasajes.
En algún momento me meteré con una novela negra que tengo empezada, que además va a ser más negra, aunque de momento creo que me está quedando como yo escribo.

“Mi feminismo no es un feminismo agresivo, es más bien naturista. El feminismo agresivo lo veo a veces masculino, porque parece que nos queremos igualar de forma agresiva en cosas que no me parecen positivas”

-¿Va a ser un poco difícil escapar de ti misma?
-Probablemente. La otra vez empecé dos porque empecé Cocos y esa novela negra, pero enseguida Cocos empezó a coger más carrerilla y llegó un momento en que tuve que dejarla para acabar Cocos. Y ahora tengo un proyecto en esta línea que me falta perfilar, pero la idea y lo principal lo tengo.

-El libro va a reimprimirse, estarás satisfecha.
-Sí, estoy satisfecha con la aceptación que ha tenido y aunque me gustaría tener una proyección nacional para poder llegar más fuera, somos tantos los que escribimos que es difícil. De todas formas, cuando por ejemplo, estoy en la biblioteca de Lastres y me reciben como si fuera Miguel Delibes estoy superfeliz, todo cobra sentido. Y con mi editorial estoy supercontenta, porque hace un trabajo muy serio, muy profesional. Hacemos un buen tándem, porque yo me considero también seria y trabajadora, pero lo hago sin darme cuenta. Es mi libro, es mi responsabilidad, ¿cómo no me voy a mover? Siempre digo que escribir es lo de menos, eso lo haces porque te gusta, pero luego hay que trabajar. Si yo tuviera una editorial, tan importante sería para mí el autor como la obra.

 

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