Es una de las guitarras asturianas más volcadas en el jazz, aunque se desenvuelve con soltura en otras ramas. Compositor, profesor, colaborador en múltiples proyectos, espera terminar un disco en solitario para comienzos del próximo año.
Nunca se termina de aprender. Es la filosofía del autodidacta, que ve en la colaboración con otros músicos una fuente de conocimiento. Alfredo Morán tiene una larga carrera de colaboraciones con distintas formaciones, y ha compartido escenario con distintos músicos del mundo del jazz. Está vinculado al cuarteto John Falcone Group y a Confluen-Jazz, donde forma un dúo junto con el guitarrista argentino Pablo Regnando, y también comparte proyectos con el pianista Isaac Turienzo. Por si fuera poco, se ha asomado con éxito al mundo de la composición para orquesta sinfónica. Y sigue sumando.
-Actualmente ¿con quién trabaja de forma más cercana?
-Tenemos un trío base formado por el bajista brasileño Tony Cruz y el batería Chema Fombona. A partir de ahí la idea es ir compartiendo escenario y trabajos con otra gente, formar cuartetos o quintetos, hacer colaboraciones. Como el jazz es improvisación y relación, tratamos de trabajar con músicos de otros lugares para aprender unos de otros.
También estoy trabajando en el estudio de Chema, haciendo la preproducción de un disco mío en solitario con colaboraciones de otros músicos. Espero, si todo va bien, que esté en la calle a principios del próximo año.
-¿Qué fue lo que le atrajo del jazz en un primer momento?
-Lo cierto es que no lo sé. La primera vez que me llamó la atención fue escuchando Radio Andorra, un programa de músicas del mundo. Y me llamó la atención poderosamente sobre todo porque no entendía nada. Otros tipos de música los podía llegar a entender, pero ésa se me escapaba completamente. Así que empecé a escuchar más y a tratar de conseguir discos, algo muy difícil en aquel momento en Oviedo. Era una aventura.
-Siempre comenta que su formación ha sido prácticamente autodidacta.
-Sí, porque cuando yo empecé había muy pocos medios. No es como ahora, que todos los chicos tienen acceso a Internet y hay muy buenos profesores en Asturias que pueden enseñar a tocar cualquier instrumento de jazz. Antes no. Yo recuerdo que los primeros discos que pude conseguir los estropeé a base de ponerlos una y otra una y otra vez para tratar de sacar los solos y las armonías. Más adelante, ya con 29 años ya fui a estudiar al Taller de Músicos de Madrid y empezó la parte más didáctica del aprendizaje.
-Ha estudiado con maestros importantes…
-Sí, con gente como Pat Metheny, Barry Harris, Doug Raney y otros. Es un campo inagotable. Le estoy especialmente agradecido a un guitarrista madrileño que se llama Chema Sáinz. Yo estaba un poco perdido y él me puso en el camino. Estudié primero a los guitarristas clásicos: Wes Montgomery, Joe Pass, Miles Davis, John Coltrane, que son inevitables para cualquier músico de jazz. Y luego hay guitarristas jóvenes muy buenos, increíbles, se aprende siempre con ellos.
“Hay muy buenos profesores en Asturias que pueden enseñar a tocar cualquier instrumento de jazz”
-El hecho de que su hijo tenga formación clásica le ha influido a la hora de abordar composiciones sinfónicas.
-Es otro mundo. Verlo estudiar y tocar con distintas orquestas me abrió las puertas y me interesó. Unos profesores del Conservatorio Superior de Música de Salamanca, donde estudia, me pidieron que les compusiera algunas piezas para contrabajo. Lo hice y estrenamos “Contrabass Blues”, para cuatro contrabajos y “Dani”, para contrabajo y piano.
A raíz de tocar con John Falcone se hizo una adaptación para orquesta de un tema de él y otro mío, “Rincones de Urbiés”. Hice una obra sinfónica animado por Manuel Paz, que estrenó la Joven Orquesta de Cámara de Siero. Espero que alguna otra de las orquestas que hay en el Principado lleguen a estrenar una obra mía.
-¿Resulta complicado vivir de esta profesión si uno no se dedica a la enseñanza?
-Yo diría más bien que es imposible. Tienes que estar haciendo un poco de cada cosa, combinar los conciertos con las colaboraciones con gente que te llama para determinados proyectos, o amenizar eventos, sea el cóctel de una boda o una reunión de empresa.
Yo personalmente estoy muy centrado en la parte didáctica y he ido poco a poco logrando tener cierto volumen de alumnos. He estudiado pedagogía musical para conocer cómo abordar mejor los problemas particulares de cada uno, cómo animarlo, cómo acelerarlo, etc. Enseñar es algo que me encanta.