Su mayor fortuna reside en su música, aunque de una manera más romántica que económica. Con una amplia trayectoria sobre sus espaldas, el sonido de este gijonés no tiene que rendir cuentas más que a sí mismo. Por eso, su nuevo trabajo, Xanzaina, nominado a los premios AMAS como mejor disco Folk, es una muestra más de un espíritu libre capaz de reinventarse.
Tiene una banda con la que prepara sus canciones cantadas en llingua asturiana, la de Los Folganzanes, aunque él reconoce que todos los temas pueden ser perfectamente cantados en castellano. La honestidad es una bandera de este cantante y compositor que no se arredra ante los retos y que sabe rodearse de buenos amigos a la hora de crear en su estudio de grabación.
-¿Cómo pinta este 2022 para ti ahora que has aparcado temporalmente la enseñanza?
-Durante años, y como no ha sido posible vivir de la música, he estado ejerciendo la docencia en varios centros de la región dando clases para la especialidad de técnicos de sonido. Para mí, este es un año sabático en cuanto al tema de la enseñanza en el que me estoy dedicando de lleno a mis proyectos musicales. Xanzaina, el nuevo disco folk, con los Folganzanes, y ponerle música a poemas de una escritora asturiana, Susana Sela, con la que trabajo muy a menudo. En ambos casos la idea es llevarlos al directo.
-¿Qué te está aportando esta nueva experiencia?
-Entre otras cosas, tengo la suerte de trabajar con músicos y escritores brutales, de los que aprendo un montón. Por mi estudio pasa mucha gente con diferentes instrumentos y yo voy haciendo mi propia despensa musical.
“Nada más salir Xanzaina me nominaron para Mejor disco folk en los premios AMAS”
-¿Cómo un urbanita gijonés que no domina el bable tiene ya cuatro discos en este idioma?
-Muy sencillo. Porque me gusta. Creo que el asturiano es un idioma precioso para ser cantado. Esto lo descubrí cuando en los años 90 se hizo una de las primeras campañas para la promoción del asturiano «Dí-y-lo n’Asturiano». En aquella época yo estaba en Madrid con la banda Fuera de Serie, un grupo orientado al pop que empezaba a despuntar. Nos encargaron una canción como banda sonora del proyecto. Hicimos el tema A medianueche y luego nos encargaron otros tres más que dieron forma al disco Andecha. Luego aquello paró, la banda se hundió y yo me dediqué a «buscarme la vida».
En 2013 conocí a una chica gaitera que pertenecía al mundo folk; había escuchado la canción de A medianueche y me animó a retomarlo. Yo ya tenía el estudio y me puse a hacer un disco con la ayuda de amigos que tenía en el folk. Vinieron a colaborar varios músicos de la escena asturiana y salió mi primer disco: El Cantar del Folganzán.
-¿Fue toda una sorpresa el éxito del disco?
-Sí, cuando lo acabé presente el disco a la Factoría Cultural de Avilés. Tuve la suerte que en la presentación me escucharon unos gaiteros de Glasgow que estaban en un intercambio cultural y me invitaron a ir al festival Celtic Connections. Para poder ir tenía que montar una banda, porque no tenía grupo. Busqué músicos y nos pusimos el nombre de Luis Núñez y los Folganzanes.
“Tengo la suerte de trabajar con músicos y escritores brutales, de los que aprendo un montón”
-Y ahora ya tienes cerca de 40 canciones en asturiano y 20 vídeoclips.
-Sí. Echando la vista atrás, es una pasada. Cuando empecé, nunca pensé que iba a llegar tan lejos. Pero es un mundo que me gusta y disfruto mucho con ello. Además la música de varios temas se ha utilizado en programas de TV y en anuncios publicitarios.
-¿Cómo te las ingeniaste para crear las letras de las canciones?
-Las situaciones de la vida cotidiana me inspiran para escribir pequeñas historias, que luego acaban en canciones. Por ejemplo en Un home feliz hablamos del clásico pinín que llega a un bar, ve a una chica guapísima y se enamora de ella. Toda su ilusión es rozarla con el brazo cuando va al baño, eso le hace feliz. Buscamos un acordeón para crear ese ambiente de bar en el que él empieza a beber, a bailar. Yo creo que todos alguna vez hemos sido esa persona que se queda cortada ante la persona que te gusta, pero que por vergüenza no puedes llegar a ella.
Como no dominaba el asturiano en toda su extensión, puse un anuncio para ver qué poeta podía ayudarme a hacer los textos. Se presentaron algunos, entre ellos Susana Sela, que me ayudó con mis letras y me dejó unos poemas suyos preciosos con los que también empecé a hacer nuevas canciones. Con ella hice la canción Cuando se fue que, en 2017, ganó el premio Tino Casal de la música asturiana, y hace dos años con Viaxar con poco pesu ganamos el premio de composición musical de la Fundación Marino Gutiérrez. Otros autores asturianos colaboraron también en otros temas, como Inaciu Galán (Un hombre feliz) o Dani de la Cuesta (Echa un culín).
“La canción con la que más me identifico es con ‘Cuando se fue’ por el significado que tiene: está dedicada a mi mujer que falleció de cáncer hace varios años”
-Y ahora, sacas un recopilatorio con temas a los que has dado una segunda vida con un sonido diferente.
-Sí. La idea era recuperar canciones super guapas que no habíamos grabado. Fue una sugerencia de mi mánager y estuvo muy bien, porque nada más salir el trabajo me nominaron para Mejor disco folk en los premios AMAS. Es un disco pensado para tocar en directo. Dimos mucha prioridad a la flauta, gaita y violín. Todas las canciones respiran un aire folk. En especial la que abre el disco: Los cuatro cuernos.
-No es la primera vez que resultas premiado en certámenes musicales pero ¿te ha sorprendido esta nominación?
-Sí. Francamente, no creo que me lo den, porque todos los nominados son buenísimos. Pero la alegría de estar entre ellos es fantástica.
En el disco hay muchísimo trabajo de composición, paso muchas horas en el estudio y cuido mucho lo que hago. No soy una persona a la que le guste estar por ahí de fiesta, como decía Serrat ‘que la inspiración te pille trabajando’, y claro, a mí seguro que me pilla. Por aquí han pasado muchos músicos, pianistas, gente de teclados, de violín, percusionistas, gaiteros… en la primera canción del disco Los cuatro cuernos suena hasta una gaita irlandesa… así que esta nominación no es solo mía, sino que es de todos los que han participado en el disco.
-¿Qué más podemos encontrarnos en Xanzaina ?
-Hay temas muy bonitos, pero qué voy a decir, para mí son como los mis fíos, los más guapos del mundo. Blinca, por ejemplo, está dedicada a la hoguera de San Xuan. Luego está Una xanina, que es impresionante, también La ñeve y la esmeralda que en su día obtuvo el premio al Meyor Cantar.
-Si tuvieras que resaltar alguno de ellos, ¿cuál elegirías?
-Entre las más especiales para mí está El Cantar del Folganzán, canción que hice inspirada en un cuento de Alicia en el país de las maravillas. Aunque con la que más me identifico es con Cuando se fue por el significado que tiene: está dedicada a mi mujer que falleció de cáncer hace varios años. Quise hacer un tema en el que decía que no podía seguir respirando este ambiente de enfermedad y tristeza. Esto no quiere decir que la esté olvidando, solo que necesitaba seguir adelante.
Para las nuevas canciones estoy buscando otras sensaciones con momentos alegres y resaltar las cosas positivas, porque bastante tenemos ya con enfermedades, pandemias y con unos cambios políticos que están trayendo un mundo extraño.
“Ya no se compra el clásico CD, básicamente porque no hay donde reproducirlo. La gente usa el móvil para escuchar sus canciones. La música vive una época extraña, no sabemos qué va a ocurrir”
-En tu nuevo disco tienes también temas sin letra. ¿Cómo se pone título a una creación exclusivamente instrumental?
-Es una buena pregunta porque no es nada fácil. El Parque les Meriendes viene de un cartel que vi en Lisboa, aunque estaba en portugués parecía asturiano y yo imaginé que allí merendaban los críos. Inicialmente la canción empecé haciéndola con un texto narrando un cuento, pero luego decidimos dejarla sin letra porque a veces no es fácil trasladar una composición de este tipo a algo cantado. Yo quería recrear ese ambiente de parque, por eso el tema empieza muy suave, con una flauta y una guitarra y se oían a niños jugando de fondo; luego entran las gaitas, llega la tarde y se van para sus casas.
La Fuente la Fisgona la llamamos así porque cuando estábamos grabándola en vídeo en Gijón, al lado de una fuente, todo el mundo estaba fisgando, mirando lo que hacíamos y preguntando.
Los cuatro cuernos está basado en un pequeño cuento. Es un pastor que se encuentra con una xana y ella le promete riqueza si la desencanta. Para ello, le da un bollos con cuatro cuernos y le dice que lo guarde intacto. Pero su mujer lo encuentra y se come un cuerno. Al año, el pastor va a la fuente de la xana y tira el bollo al agua. En ese momento, el bollo se convierte en un caballo blanco al que le falta una pata. Como no puede huir con ese caballo, la xana maldice a su mujer.
-¿Es casi imposible hacerse un hueco en el panorama nacional con música de la tierra?
-Hay gente muy valiente, artistas que por su manera de cantar y actuar rápidamente tienen la preferencia del público y eso tiene un gran mérito, no cabe duda. Ojalá pudiera yo llegar ahí algún día. Pero mi música y mis canciones tienen un estilo muy personal donde se cruzan muchos movimientos musicales como el pop, folk, fusión, rock y hasta detalles de jazz, música para un público que busca cosas diferentes.
He compuesto canciones muy concretas a veces, como cuando participamos en un concurso para dar imagen a la denominación de la sidra, con la canción Echa un culín. Entonces nos ocurrió lo mismo que pasó en el Festival de Benidorm de este año. Era una canción ideada para cantar en los chigres, tocada con violín y acordeón, en el coro participaba incluso un cantante de ópera y un gran número personas votaron a este tema. Conseguimos el apoyo popular, pero luego el jurado dijo que éramos un poco «viejos» para poner imagen a lo de la sidra… ellos mismos…
-¿Qué es mejor, tener un contrato o el reconocimiento del público?
-Las dos… jajaja. Como me decía un amigo pianista, no sé qué vamos a hacer en estos tiempos porque ahora la música es gratis y ¿cómo vamos a venderla? Ya no se compra el clásico CD, básicamente porque no hay donde reproducirlo. La gente usa el móvil para escuchar sus canciones. La música vive una época extraña, no sabemos qué va a ocurrir.
Para tener hoy en día el reconocimiento del público es necesario que detrás del artista haya grandes empresas desembolsando muchísimo dinero para marketing, viajes y promoción. Así es cómo la gente te conoce y se consiguen los contratos.
Cuando era más chavalete, si un día salías en la tele, en Cajón de Sastre o en Plastic, todo el mundo te veía. Ahora hay doscientas cadenas y la gente no te ve, y para colmo cuando terminas un disco tienes que pagar para colgarlo en Spotify, una plataforma en la que hay otros 500 millones de canciones. Puedo estar todo el día trabajando pero sin la promoción adecuada, mi canción es como una gota en el océano
Así que si haces una canción y llegas a una persona o a un grupo de gente, eso ya vale mucho y mi trabajo está hecho, otra cosa es que no lo puedas comercializar y vivir de ello. Queda que estás haciendo lo que te gusta y pasándotelo bien. Hay que seguir para adelante. Los tiempos te ayudan a pensar de una manera más práctica, aunque en mi caso sin perder el romanticismo de la profesión.
-Y lo dice alguien que ya tiene un nombre en Asturias.
-Sí, pero no puedo salir a tocar a Madrid o a otros sitios porque no conocen mis canciones en asturiano. Ahora me llaman proautor, hago canciones con una banda de rock y estoy bien posicionado, pero no puedo permitirme muchos lujos porque no me contratan fuera de Asturias.
“Me encantaría ganar tres mil euros cada mes, pero soy afortunado por poder dedicarme a algo que me gusta mucho, es un lujo poder hacerlo”
-A veces, ¿hay que saber renunciar al éxito para disfrutar de la música?
-¿A qué te refieres con éxito? Hace poco estuvo por aquí una chica que tiene un programa de radio en Avilés, le habían hablado de mí y pensaba que yo era un cantante del estilo de El Presi, así que entró en mi página y escuchó mis discos. Cuando oyó Xuro no tornar, le gustó y quiso venir al estudio para hacer desde aquí el programa de radio. Yo le contaba que no tenía éxito, pero ella se paró y me dijo: ¿cómo que no tienes éxito? Tienes un estudio de grabación, una banda que te sigue, cuatro discos en el mercado y estás haciendo lo que te gusta… ¿qué es realmente el éxito, el dinero? Y me di cuenta que ella tenía razón, yo ya era un tío feliz. Cuando llegamos a unas edades ya es momento de cambiar nuestra forma de pensar, es momento de disfrutar de lo que se tiene, de la posibilidad de tocar con músicos espectaculares, gente que hace canciones cojonudas. Me encantaría ganar tres mil euros cada mes, pero soy afortunado por poder dedicarme a algo que me gusta mucho, es un lujo poder hacerlo.
-¿Qué otras cosas le debes a ser músico?
-Ahora está más complicado por culpa de la pandemia, pero gracias a la música he podido viajar por toda España. Solo hay dos lugares que todavía no conozco: Huesca y Girona (atención promotores, espero vuestras llamadas jajaja), y esto me lo ha dado la música. En los años 80 y 90 aquí había mucha movida y viajábamos a ciudades donde hacían jornadas dedicadas a la movida de musical de otras regiones… Entonces ya despuntaban Ilegales y Los Locos; nosotros, Fuera de Serie, íbamos de terceros y pudimos telonear a grupos como Mecano, Gabinete Caligari y Radio Futura.
Además de una semana que estuvimos en Glasgow, viajamos también a otros lugares fuera de España. Hace tres años estuve en el Festival Intercéltico de Lorient, y en el 2020 nos seleccionaron para ir a Dinamarca representando a Asturias, al Festival Internacional de Lenguas minoritarias de Liet, pero la pandemia lo abortó cuando ya teníamos comprados los billetes de avión.