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viernes 20, septiembre 2024

Nerea Mafarki: “La música no entiende del color de piel ni de ideologías”

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Tras un viaje personal transitando emociones y mestizajes, Nerea Mafarki ha publicado de manera independiente su primer álbum. Kelintupuah es un viaje alrededor del mundo a través de los sonidos y las culturas de cada lugar. Parsi, español, árabe, quechua, armenio, asturiano, inglés, hebreo, bengalí, urdu, egipcio antiguo, griego y wolof. Las trece canciones que dan forma a este trabajo, son un homenaje a la vida tal y como ella la entiende.

Dice que no recuerda un momento exacto en el que haya decidido dedicarse a la música. Es como si hubiesen sido una misma cosa desde que nació. Nerea sonríe sin parar. Transmite a la perfección la alegría de esas personas que han encontrado su camino y lo recorre con los ojos y el corazón bien abiertos porque no quiere perderse nada. Ha trabajado mucho para llegar hasta donde está ahora y, aunque reconoce que hay veces que su parte insegura toma las riendas, ha encontrado en Bruno Travi, músico, productor y compositor peruano, un alma gemela que le da tranquilidad y con el que se entiende a la perfección a la hora de crear, componer o grabar los vídeos de las canciones.

Nerea sonríe sin parar. Transmite a la perfección la alegría de esas personas que han encontrado su camino y lo recorre con los ojos y el corazón bien abiertos porque no quiere perderse nada.

Nerea Mafarki, cantante asturiana
Foto: Darío Cavero

En su día a día, trabaja dirigiendo un coro multicultural llamado Adouna. “Está siendo una experiencia muy bonita -dice-. Lo empecé con doce voces y, este último año, se duplicó. Hay personas de diferentes lugares que han ido llegando como por casualidad, pero justo tiene mucho que ver con el concepto de la música que hacemos y de las canciones que preparamos. Son personas con diferentes personalidades y edades, pero todas tienen esa necesidad de apertura, de querer aprender unas de las otras, de las culturas del mundo”.

Hace años la música le hizo otro regalo de los que dejaron huella en ella. Participó en una convivencia organizada por el rapero y compositor Chojín y de ahí surgió una colaboración que se convirtió en una canción titulada Todos los días son hoy, que formó parte del disco que el madrileño estaba grabando en ese momento.
Ahora, comienza otra aventura. Como ella dice: “Kelintupuah es mi viaje, tu viaje, su viaje… nuestro viaje”. ¿A dónde conducirá?

-¿Recuerdas si hubo un momento en el que decidieses dedicarte a la música?
-No recuerdo un día exacto en el que hubiese tomado esa decisión. Es como si siempre hubiese estado ahí. Hace un tiempo, mi madre encontró un diario en el que había escrito que, cuando yo tenía un año y medio, ya cantaba y bailaba. Todos mis recuerdos de pequeña giran en torno a querer dedicarme a la música, pero de una manera supernatural. Casi como si me hubiese obligado la vida.
Después empecé con unas clases de canto en la Escuela de la Fundación de la Música Moderna en Avilés, con la profesora Ariane Valdivié. Entré a los 14 y fue una experiencia bonita porque todos los meses había unas jams para todos los alumnos y a mí me ayudaron mucho a perder la vergüenza. Luego estuve cantando con algunas agrupaciones y personas y, cuando terminé el bachillerato, estaba pensado qué quería hacer. Tenía varias opciones y, algunas amistades, me habían recomendado que fuese a Madrid y encontré una escuela que, sobre todo, era de técnica vocal y un poco de teatro. En 2017 me fui para allí y esos tres años que duró la formación me ayudaron mucho a descubrir más partes de mí con respecto a la música.

-¿En qué momento decides que llega la hora de grabar un disco?
-A lo largo de todos estos años he ido descubriendo a muchas personas de un montón de países diferentes y me han enseñado sus costumbres, su música. Eso me llevó a descubrir que no puedo hacer un género pop o rock, sino que necesito hacer algo que tenga una mezcla de todas esas culturas. Siento que eso me llena muchísimo. En 2020 conocí a Bruno Travi y empecé a grabar algunas canciones que ahora son parte de mi álbum. Hicimos algunas canciones juntos, trabajamos en composiciones que ya había realizado y, al final, viendo el trabajo que yo ya tenía, me animo a hacer el disco. Yo seguí componiendo y hemos estado trabajando en él unos dos años y medio. Hay varias colaboraciones de músicos de diferentes lugares y también por eso tardamos más. Mejoré la parte instrumental, volví a grabar algunas cosas porque no me gustaba cómo habían quedado, grabamos videoclips y, como sólo somos dos personas manejándolo todo, ha sido un proceso largo pero también muy bonito. Ya está en la calle desde el 2 de abril.

-¿Dirías que la música te escogió o la escogiste tú a ella?
-Siento claramente que me escogió. Es como si nunca hubiese tenido escapatoria. Incluso en momentos en los que me he sentido más insegura o en este último año que he estado más introspectiva y súper para dentro porque estaba perfilando los últimos detalles del álbum. Precisamente por encontrarme en este proceso, últimamente me he sentido con menos confianza, pero siempre hay algo que no me permite abandonar la música. Es verdad que puedo estar en silencio y, además, me gusta un montón, pero reconozco que hay muchos más momentos en los que estoy escuchando música y, muy probablemente, cantando. Yo no me doy ni cuenta, pero da igual que esté en la cola del supermercado, en un baño, en la calle o en cualquier parte. Fíjate que, hacer esto, me ha llevado en varias ocasiones a conocer a personas…

Nerea Mafarki con Djibril Mbaye, músico, director de Sico Bana, empresario y actor
Nerea Mafarki con Djibril Mbaye, músico, director de Sico Bana, empresario y actor /Foto: Bruno Travi

-¿Qué has encontrado dentro de ti a través de la música?
-Varias cosas. Una, que me llena muchísimo, es conectar con las personas. Y, gracias a hacerlo, me ha ayudado a conocerme más. Sobre todo, me pasa con la gente que es más diferente a mí, las que tienen distintas costumbres. Encontrar esas partes que siempre están ahí y que nos unen, me hace sentir muy llena. También he descubierto que soy bastante creativa e inspirada y eso me gusta. Creo que eso es también gracias a todas las personas con las que me mezclo y también de cuánto me permito conectarme con los demás. La música ha despertado mucho esa parte de inspiración, de creatividad y, en muchos momentos, he descubierto mi capacidad para sentir. Muchas veces, es como si estuviese en otro universo y eso me parece muy interesante. También con mi fuerza porque, por un lado, siempre he tendido a ser una persona insegura, pero, con la música, he descubierto mi lado fuerte y terco que me ayuda para ir a por lo que quiero, a no rendirme nunca.

-¿Podrías decir con qué te conecta cada uno de los estilos de música que usas en tus composiciones?
-Últimamente, esto lo he analizado mucho porque, en mi álbum, los sonidos que utilicé de cada cultura, los he colocado con un orden específico precisamente por lo que cada uno me hace sentir. Algunos géneros musicales de diferentes lugares de Medio Oriente me llevan a conectarme mucho con la espiritualidad y la pasión. Los géneros que tiran más hacia la música celta o de música andina, los siento como muy en mi corazón y me producen una sensación de libertad. Los más conectados a África occidental de países como Senegal o Gambia, me conectan con una parte espiritual de una manera diferente, también con la alegría de vivir. Lo noto mucho cuando canto con músicos de estos lugares que, con sus ritmos y con la Kora, es como si me ayudase a entrar en trance, a no pensar.

-La música, ¿es un viaje de dentro a fuera o al revés?
-Creo que pueden ser ambas cosas. Al final, todo lo que escuchamos es algo que viene de fuera pero nos despierta ciertas emociones y, si las escuchamos, vamos hacia adentro. El otro día vi un vídeo de una entrevista a la cantante Buika en el que decía que, lo que cada persona siente al escuchar su música, no depende tanto de ella, sino del oyente. Eso significa que, quien la escucha, tiene unas emociones con las que se tiene que encontrar. No es algo que tenga la música, sino que tiene que ir a sí mismo para descubrir por qué le surgen esas emociones. Por otra parte, si tú te pones a cantar, expresar, componer o tocar algo, estás sacando tu universo interior hacia fuera.

-¿Vital permitirse a una misma la libertad?
-Sí. Y yo me he dado cuenta de lo importante que es cuando dejé de sentirla. Cuando comencé todas las composiciones para mi álbum, lo estaba haciendo de todo corazón porque lo percibía desde un lugar superprofundo y estaba llena ilusión. Eran momentos genuinos. Después, cuando ya estaba en el proceso de grabar, cuando ya había pasado más tiempo y estábamos casi terminándolo, empecé a pensar si habría hecho algo mal o si le estaba faltando al respeto a algún género al que le había cogido sonidos. Ahí es cuando pierdes la libertad. Hay veces que me da la sensación de que, cuanto más sabemos, más nos podemos coartar porque empezamos a poner adjetivos, queremos encajar las cosas y creo que tendría que ser al revés. Siempre hay que aprender más, pero en los momentos de creatividad, hay que deshacerse de los esquemas y dejar que fluya toda esa parte a la que nos podemos conectar porque no está entrando la lógica. Hay que dejar que salga lo que tenga que salir y luego ya le puedes dar forma. Que primero surjan las cosas en su esencia original, con toda la libertad y después ya usarás la mente para formar la estructura.

“Siempre hay que aprender más, pero en los momentos de creatividad, hay que deshacerse de los esquemas y dejar que fluya toda esa parte a la que nos podemos conectar porque no está entrando la lógica»

-¿Hay diferencia entre tú y tu música o sois una misma cosa?
-Somos una misma cosa. Cada composición que sale de mí, se conecta a una parte distinta. Creo que todos los humanos tenemos un montón de partes y nunca vamos a terminar de descubrirnos. Cada canción saca una parte diferente de mí, pero todas están ahí dentro.

-¿Qué poder dirías que tiene la voz para que sea un vínculo de conexión con otras personas?
-Tengo el ejemplo perfecto de mi coro en el que, cada persona, tiene su voz individual. Algunas van con más miedos, otras más seguras, pero al cantar todos y todas juntos, todos esos miedos se quedan fuera. Es como si se formase una pequeña familia en ese instante, todas las voces se van convirtiendo en una y ves cómo van desapareciendo esos juicios o la vergüenza y cada persona va sintiendo que está en un lugar seguro para expresar lo que tiene dentro. En los conciertos es bonito y me gusta hacer que el público forme parte de las canciones. En ese momento, hay muchas personas que no se conocen entre sí, pero están cantando lo mismo. Ahí ves cómo desaparece todo: el color de piel, la edad, la ideología política y, al final, nos convertimos en una misma cosa sin perder nuestra propia identidad. Un día me compré un libro que estudia la música desde la neurociencia y decía que la música, es una de las pocas cosas que nos lleva a conectar con partes de nuestro interior que no lo consigue nada más. Va al núcleo de la emoción, de lo que sentimos y pensamos. Va más allá.

Concierto benéfico de Nerea Mafarki en el Espacio Ronda de Madrid
Concierto benéfico en el Espacio Ronda de Madrid / Foto: Fale Llorente

“En los conciertos me gusta hacer que el público forme parte de las canciones (…). Ahí ves cómo desaparece todo: el color de piel, la edad, la ideología política y, al final, nos convertimos en una misma cosa sin perder nuestra propia identidad”

-En este disco hay una canción que se llama Uno. ¿Por qué dirías que lo somos?
-Por supuesto que hay diferencias y me parecen hermosas. Que en cada lugar haya unas costumbres, maneras de concebir la vida de manera distinta, ropas, colores de piel, idiomas… Me parece que todo tiene una gran belleza y creo que podemos aprender unos de otros en lugar de enfrentarnos. A la vez, también pienso que somos todos los que formamos la humanidad. Todos tenemos las mismas inquietudes, tenemos un corazón que late y, en el fondo, todos buscamos lo mismo que es estar en paz en la vida y sentirnos plenos. Cada persona le pondrá un nombre, lo buscará tomando caminos diferentes pero, en esencia, todos podemos sentir idénticas emociones y tener unas inquietudes que, en esencia, son lo mismo.

-¿En la diferencia está la riqueza?
-Sí, totalmente. Es como las flores, hay un montón de ellas diferentes, con un montón de olores, colores y formas. Con los animales pasa lo mismo, con lo que comemos… Tiene que ser así porque hace que el mundo sea más rico e interesante. Y, lo mejor, es que todos nos complementamos.

“La música y el amor se unen si le ponemos esa intención, si conseguimos que, la música, toque el corazón de las personas y les envíe un mensaje bonito”

-Hablas mucho del vínculo entre la música y el amor. ¿En qué punto se dan la mano?
-El amor es algo difícil de definir. Como humanos tenemos un montón de fallos y dificultades. Mientras vamos creciendo y evolucionando, vamos cambiando nuestra percepción de las cosas, pero sí pienso que, aunque no sea capaz de definirlo, sí creo que es no hacer daño a las demás personas, ni al mundo, ni a uno mismo. Buscar lo que te hace sentir bien a ti y al resto. La música y el amor se unen si le ponemos esa intención, si conseguimos que la música toque el corazón de las personas y les envíe un mensaje bonito. Incluso creo que, muchas veces, sin ningún propósito, las canciones o las piezas musicales, despiertan en nosotros emociones y sentimientos que, sin saber porqué, nos abren el corazón y hacen que desaparezca todo lo demás.

-¿Necesitamos dejar al margen toda crispación y encontrarnos en espacios comunes como puede ser la música?
-Creo que sí. Tenemos que sentir esas emociones que no nos gustan, como la rabia, pero la música puede ser un buen medio para canalizarlas sin buscar hacer daño a las otras personas. Desahogarte cantando, escuchando y bailando, puede ayudar a sacar esa energía que también es nuestra. Pienso que es muy difícil, pero, si estamos en un nivel de sentir una gran capacidad de amar, lo que otra persona haga, no nos va a afectar tanto en nuestro interior. Nos conectaríamos más al lado de la compasión. Repito que me parece supercomplicado y, si no has llegado a ese punto dentro de ti, es muy fácil que un montón de cosas te molesten, te hagan daño y te las tomes de forma personal. Además, con todas las cosas que pasan alrededor del mundo, es como para sentir todo eso, pero la música se puede aprovechar para soltar toda esa energía y, luego, buscar esos puntos que tenemos en común.

Nerea Mafarki, cantante asturiana
Foto: Fale Madrid

“Mi música va unida a mis valores y estos los encuentro inamovibles a pesar de mis inseguridades, de cuando tengo luchas internas conmigo misma o de cuando me peleo con alguien más o menos cercano”

-¿Eres quién y cómo te gustaría ser?
-Pues en algunos aspectos sí y en otros no. Me gusta mi capacidad para conectar con las personas y conseguir fácilmente integrarme en otras culturas, idiomas y en poder escuchar un montón de historias y sentir antes empatía que rechazo. Pero hay momentos en los que me tomo ciertas cosas de manera muy personal. Sobre todo, me pasa más con las personas más cercanas. En esos casos, me gustaría ser más compasiva y desarrollar más mi corazón. A veces se despierta mi lado inseguro y me comparo con trabajos que hacen otras personas. En esos momentos me gustaría conectarme más a la admiración y tratar de ser cada día la mejor persona que pueda ser sin presionarme, conociendo mis límites, pero siempre intentando ir a más. Por lo que he sentido muchas veces, tengo muy claro el camino que quiero seguir, aunque no todos los días estoy sintiendo eso. Pero siempre tengo el recordatorio de los momentos en los que sí lo siento. Al final, mi música va unida a mis valores y estos los encuentro inamovibles a pesar de mis inseguridades, de cuando tengo luchas internas conmigo misma o de cuando me peleo con alguien más o menos cercano. Aunque haya esos momentos de duda, siempre gana el otro lado. Dicen que la guerra más sangrienta es la que se libra en nuestro propio interior y yo estoy completamente de acuerdo.

-Lo evidente es más fácil de ver. Encontrar lo que hay detrás de cada cosa o persona es más difícil. ¿Cuál de las dos cosas es para ti más importante?
-Lo que no se ve. Lo que está en la superficie, al final, es resultado de todo ese trabajo que no se ve. Ese es el camino que te ha llevado a lo que se puede mostrar. Esto pasa con la música y también con las personas de diferentes lugares. Hay que indagar para poder entender los sonidos, los ritmos y poder comprender a las personas y no verlas como una simple foto. Te puedes crear un montón de prejuicios según lo que tú tengas en tu cabeza. En mi caso, tal vez me haya resultado fácil por mi curiosidad, que me ha llevado a necesitar saber más y conectarme con las personas desde el lado de la ilusión. Pero pienso que es un trabajo personal desde otro lugar. No tanto desde las partes culturales sino conociendo a las personas desde algunas diferencias y contrastándolas con mis valores. Pienso que hacer esto es muy importante, que tenemos que estar muy atentos a lo que nos producen dentro las cosas e intentar transformarlo todo siempre a mejor.

“Lo que está en la superficie, al final, es el resultado de todo ese trabajo que no se ve. Ese es el camino que te ha llevado a lo que se puede mostrar”

-¿Cuántas realidades merecerían convertirse en canción?
-Muchísimas. Todas las que tengan que ver con las diferentes situaciones que viven las personas, injusticias alrededor del mundo como los genocidios, las guerras, la explotación de los recursos de algún lugar del mundo, el cuidado de la naturaleza, los procesos emocionales y mentales individuales. Incluso, también, honrar a la vida.

-El éxito, ¿tiene más que ver con el reconocimiento o con la libertad?
-Con la libertad. Con conseguir llegar a ese punto en el que no vives con tus cadenas mentales y emocionales. Si tienes reconocimiento fuera, pero tú no te sientes libre por dentro, creo que sigues perdiendo tu propia batalla. Si vas más allá y las rompes, puede que te sea mucho más fácil, aun estando dentro de la sociedad, estar por encima de todo lo que ella misma te impone. En esa libertad cada uno puede ser él mismo de verdad, por completo, con toda su honestidad, y mostrar su arte al mundo o todo lo que sienta que tiene que enseñar. Si hay ese trabajo y el reconocimiento llega, es un plus, pero no es lo importante. Sí que es verdad que a mí me gustaría ser conocida internacionalmente por mi música, dar conciertos por todo el mundo y llegar a lugares a los que han llegado personas a las que admiro. Me encantaría, pero soy consciente de que si, en mi día a día estoy triste, cuando pase eso, voy a seguir estándolo y no lo voy a apreciar ni a agradecer. Me ha pasado de vivir momentos preciosos, de conocer a un músico al que admiro mucho y, en vez de estar en ese momento disfrutando, estoy pensando en cuándo se lo voy a poder contar a mi amigo o nerviosa por si digo algo inapropiado. Tienes que estar preparada para cuando las cosas lleguen.

Puedes hacerte con el nuevo trabajo de Nerea Mafarki a través de su web o de Instagram: www.nereamafarki.com@nereamafarki

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