Al morir se va el alma, con presteza,
e ignora de quién será en el futuro,
pero descubrirá algo denso o duro,
en el festival de ofertas que empieza.
Exigirá materia con pureza,
aun si el brillo iguala al sol, no es seguro.
Lo inmaterial traspasa todo muro,
y cambia al momento por la firmeza.
Si cruza el firmamento será en vano,
es de mucha confusión, sola y triste,
aunque tenga el muestrario muy cercano,
el familiar que tanto reza e insiste,
no podrá irse y dejar allí lo humano,
imposible es, servir, a quien no existe.