No hace falta que leas mis poemas,
no hace falta que preguntes
por todo aquello que pregunta
el resto del mundo
(mi color favorito, que música escucho,
o qué significan mis tatuajes).
Pregúntame cuanto hace que no lloro,
cuántas veces he escrito hasta las tantas
para borrarlo al día siguiente,
cuántas dudas separan
mi puerta de tus ojos.
Pregúntame por mis abuelos,
por la cicatriz de mi labio superior,
o por el motivo de mis suspiros.
Pregúntame, si quieres saber,
por qué sigo siendo presa de las letras,
cuántas vidas me han robado
mientras me prometía la luna,
o cuál fue
mi peor beso de despedida.
Pregúntame por mis piernas,
o por la dirección de mis pasos,
si es que quieres saber a dónde voy.
Quizá así yo lo descubra también.
Pregúntame por todo aquello
por lo que nadie pregunta.
Y sólo así podrás conocer
lo que nadie conoce.