Mi abuelo me decía
que cuando estaba preso,
allá en Tetuán, por tiempos
de la guerra,
respiraba la luz que se filtraba
por una grieta
y le sabía como si fuera fruta
de su casa,
como si fuera caldo de su madre,
como si fuera el pan
de la merienda.
Decía que cuando a uno le quitan
la libertad,
lo matan vivo;
que avista tan afuera
lo de tan dentro…
Que siente lo de tan lejos
tan de cerca…