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miércoles 4, diciembre 2024

Coronavirus, nada volverá a ser igual

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En un abrir y cerrar de ojos una pequeña vida, casi invisible, ha puesto en jaque a todo el planeta y ha mostrado la vulnerabilidad de un sistema económico y social que promueve la desigualdad y la destrucción del medio ambiente. Ahora es nuestro turno. Llega el momento de la reflexión colectiva para definir las bases de ese nuevo mundo. ¿Qué hemos aprendido del Covid-19?

Todo puede ocurrir

El 31 de diciembre de 2019, China lanza la primera alerta sobre el coronavirus Covid-19, un desconocido virus para el que no existen fronteras formales ni jurídicas que salta, como si de un tablero de ajedrez se tratara, de un país a otro en busca de huéspedes: el 25 de febrero llega a nuestro país.

Al principio son casos aislados, los protagonistas tienen nombres y apellidos y una historia detrás. En pocos días la OMS ante la magnitud de los contagios, advierte a la población mundial de que hay que estar preparados para una posible pandemia. A partir de ahí todo ocurre muy rápido. Las historias humanas se tornan en números, porcentajes y gráficos que cada día nos acercan a la realidad: el contagio está en marcha, nos afecta a todos y no hay previsión de cuánto tiempo puede durar.

Fernando Simon, director del centro de Coordinación de alertas y emergencias sanitarias
Fernando Simón, director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias / Foto: SINC

En un abrir y cerrar de ojos se cierran fronteras, los hospitales se saturan, se declara el estado de alarma y nos limitan salir a la calle. La actividad industrial productiva prácticamente desaparece, se cierran los espacios de encuentro públicos y privados. Se agotan las mascarillas y productos desinfectantes, los supermercados se vacían y los bulos crecen por doquier mezclándose con la información que puntualmente nos llega a través de las fuentes oficiales.

Un agente invisible, un diminuto virus cuya verdadera magnitud se desconoce, nos demuestra que en este nuevo escenario todo puede ocurrir, porque además sabe aliarse con otros compañeros de destrucción. “Nuestra época ha vivido bajo un espejismo de seguridad, reflexiona el profesor de Filosofía Eduardo Infante. Creemos que tenemos un poder absoluto sobre la naturaleza, el mundo es como lo conocemos y no debe cambiar si no nos interesa. Hemos creído que la realidad era una mercancía más que se puede producir y consumir, olvidando que la realidad es, precisamente, aquello que se resiste a nuestro deseo. Hemos crecido pensado que somos la generación escogida y que nuestra tarjeta de crédito puede comprarlo todo, incluidas las certezas. Nadie se sorprende de que los hombres de otras épocas tuvieran que enfrentarse a situaciones límite como guerras, depresiones económicas o pandemias. ¿Por qué nuestra generación debía ser diferente? Hemos vivido considerando no solo que nada malo podía sucedernos, sino que el universo debía ser justo y bueno con nosotros en todo momento. Pero la naturaleza manifiesta una absoluta indiferencia hacia nuestras metas personales y muestra que no todo está bajo nuestro control. La crisis del coronavirus nos invita a recuperar aquella antigua sabiduría helena que no solo sabe distinguir las expectativas de la realidad, sino que, sobre todo, sabe cómo actuar ante ella”.

“Nadie se sorprende de que los hombres de otras épocas tuvieran que enfrentarse a situaciones límite como guerras o pandemias. ¿Por qué nuestra generación debía ser diferente?”

(Eduardo Infante, filósofo)

El individuo no existe

Si observamos a la naturaleza vemos que todas las criaturas están clasificadas en grupos y eso no es debido a una organización previa que haya hecho el hombre si no que funcionan así por su diseño original, lo llevan impreso en el ADN. Abejas u hormigas, por ejemplo, llaman la atención por su organización que obedece fundamentalmente a una inteligencia grupal, un trabajo que realizan en equipo del que luego se beneficia toda la comunidad.

El ser humano, aunque en ocasiones no lo parezca, no tiene un diseño diferente al resto de la naturaleza: todo en nuestro cuerpo funciona de manera perfectamente sincronizada.

Labores de desinfección de la UME
Labores de desinfección / Foto: UME

“El Covid-19 hace que nos cuestionemos la creencia de que nos bastamos a nosotros mismos y de que no necesitamos a los demás para solucionar nuestros problemas. El microrganismo nos desvela la existencia de un instinto de cooperación social que es el que siempre nos ha ayudado a sobrevivir. Existe una fuerza más poderosa que la conservación de la propia vida: el apoyo mutuo”, recuerda el filósofo Infante.

En estos días son muchos los que se están relacionando de forma más estrecha con vecinos con los que antes solo intercambiaban un ‘buenos días’ en la escalera. Con motivo del confinamiento se están multiplicando las redes vecinales de apoyo: los más jóvenes se preocupan por los mayores del edificio, hacen las compras, les sacan la basura. Hay canguros improvisados para cuidar a niños, bingos vecinales en los patios interiores, hasta culines de sidra tirados desde el balcón más alto para disfrute de todos. Cada día a las ocho de la tarde apoyamos con un sonoro aplauso la labor de los profesionales sanitarios que se están dejando la piel, de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, hasta de los reponedores y cajeras de supermercados, profesionales de la limpieza o los cuidadores, todos han dejado de ser invisibles y personas corrientes, para convertirse en héroes y formar parte de nuestras vidas.

Cada día a las ocho de la tarde apoyamos con un sonoro aplauso la labor de los profesionales sanitarios que se están dejando la piel, de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, reponedores, cajeras de supermercados…

Esta crisis nos ha igualado, porque todos estamos en cuarentena y eso hace que no nos cueste ponernos en la piel del otro y seamos sensibles a sus necesidades. En momentos difíciles como los que estamos viviendo, la respuesta de los ciudadanos está siendo grupal, no como individuos, porque nos afecta a todos. Y esto que ha surgido de manera espontánea puede tener mucha trascendencia, como explica el filósofo Eduardo Infante. “Este sistema económico neoliberal ha ido desmantelando poco a poco las instituciones que velaban por el bien común. Lo público ha ido languideciendo en beneficio de lo privado. La propia felicidad es una responsabilidad que recae en el individuo, cada cual se ha de buscar la vida y decidir un modelo de existencia que no se interponga en el de los demás y si no es capaz de construirlo por sí mismo el mercado le ofrece una variedad de opciones lista para el consumo. Nuestros problemas han dejado de ser ‘nuestros’ para convertirse en ‘tus problemas’, y por tanto han de ser resueltos individualmente. Cuando todo esto pase, que pasará, será el momento de conservar estos gestos de solidaridad y de compromiso con el bien común. Los ciudadanos tendremos que apoyarnos, ayudarnos y resguardarnos mutuamente. Será el momento de reconstruir la comunidad y las instituciones que nos protegen. Será el momento de dejar atrás esa sociedad del ‘sálvese quien pueda’ para construir la que de verdad queremos.

El ser humano necesita encontrar otra manera de vivir para sobrevivir y eso lo hemos de buscar como colectivo. Esta es una de las grandes lecciones que nos trae el Covid-19”.

Unidad Militar de Emergencias con sanitarios
Foto: UME

Economía, nada será igual

Lo sucedido en estos últimos días ha sido todo tan rápido y de tanto calado que parece que de repente hemos entrado en una nueva época. Hace unas semanas nadie se hubiera atrevido a aventurar que el mundo iba a pararse por la epidemia, ni tampoco que se precipitaría el principio del fin de este modelo capitalista que ha permitido que nos desarrollemos técnicamente como sociedad, pero ignorando a las personas. Quizá el coronavirus ayude a volver a poner en el centro de todo a las relaciones humanas, a articular medidas colaborativas y un amplio espacio de lo común, de lo que es de todos. “La economía no ha de olvidar nunca que debe estar al servicio de las personas, recuerda el catedrático de Economía Aplicada y ex rector de la Universidad de Oviedo, Juan Vázquez. En todo caso, los economistas y las políticas económicas tendrán que incorporar en sus modelos una nueva variable que no han contemplado hasta ahora, la de las crisis sanitarias, porque ya se ven los efectos demoledores que tienen y porque creo que entramos en una era y un futuro en que podrían repetirse las pandemias. Creo además que esta crisis debería reforzar el valor de lo público y de unos sistemas de protección social que, seguramente, habrá que redefinir”.

La Comunidad de Madrid es una de las más afectadas por la epidemia. Su sistema de salud se ha puesto a prueba después de varios años de duros recortes que han destruido miles de puestos de trabajo, en concreto, tres mil trescientos profesionales en los últimos años según datos del Servicio Madrileño de Salud. Estas medidas se traducen en sobrecargas de trabajo, falta de rapidez en la atención de los pacientes, instalaciones colapsadas, unidades especializadas desbordadas, falta de aparatos y nuevas tecnologías… Efectos que han quedado más que patentes con esta crisis.

Manifestacion en Madrid en defensa de la sanidad pública
Manifestacion en Madrid en defensa de la sanidad pública / Foto: Santi Vaquero

La Comunidad de Madrid es una de las más afectadas por la epidemia. Su sistema de salud se ha puesto a prueba después de varios años de duros recortes que han destruido miles de puestos de trabajo. Estas medidas se traducen en sobrecargas de trabajo, instalaciones colapsadas, unidades especializadas desbordadas…

“Una de las transformaciones económicas más inmediatas es poner todos los recursos económicos que sean necesarios al servicio de la salud, para vencer esta pandemia. Las consecuencias económicas ya empezamos a atisbarlas, aunque su verdadero impacto es difícil todavía de precisar, amenaza con ser de enorme importancia y gravedad. Estamos ante una crisis de oferta, de demanda y posiblemente de deuda, todas juntas y a la vez. La de oferta, es decir la ruptura de las cadenas de suministro y la paralización de la producción, no podrá empezar a solucionarse más que lentamente y cuando hayamos logrado vencer al virus. Y para las de demanda y deuda, no habrá otras recetas que inundar de liquidez (como ha empezado a hacer el Banco Central Europeo), dotar de coberturas a los trabajadores, autónomos y empresas, poner en marcha potentes políticas fiscales expansivas (que deberían impulsarse en el conjunto de la UE) e incurrir en unos déficits públicos que algún día habrá que ver como revertir y pagar. Pero además de eso, aventuro grandes cambios en la economía y me parece que esta emergencia va a contribuir decisivamente a profundos cambios en un futuro en el que ‘nada será igual”, reflexiona Vázquez.

Sacar provecho a la cuarentena

Chica en pijama La frase ‘Yo me quedo en casa’ se ha hecho viral. Estaremos recluidos en nuestros hogares como consecuencia de la prórroga del Estado de Alarma hasta el 11 de abril, o más. Pero no es el fin del mundo. Aunque el chándal y el pijama se hayan convertido en las prendas estrella de esta cuarentena, nos aconsejan gestionar bien este confinamiento para no dejarnos llevar por hábitos perezosos. Para ello nos sugieren crear nuevas rutinas, nuevas actividades para mantenernos activos, como buscar apoyo afectivo en el entorno, recuperar el contacto telefónico con familiares y amigos; no estar obsesionados con las noticias, no minimizar la situación, pero tampoco llegar al borde de la tragedia y sobre todo, centrarnos en lo positivo. Realizar tareas que siempre hemos querido hacer y no encontrábamos hueco; leer nuestros libros preferidos, escuchar música, salir al balcón a relacionarnos con nuestros vecinos, hacer ejercicio en la medida de lo posible y sobre todo, ser conscientes de que este esfuerzo especial de estar recluidos es colectivo, porque esta guerra la vamos a ganar juntos, #EntreTodos.

Aunque el chándal y el pijama se hayan convertido en las prendas estrella de esta cuarentena, nos aconsejan gestionar bien este confinamiento para no dejarnos llevar por hábitos perezosos. Para ello nos sugieren crear nuevas rutinas, nuevas actividades para mantenernos activos

Nos han prohibido salir, pero a cambio estamos descubriendo que tenemos todo un universo para descubrir y a eso hay que sacarle provecho. “Uno puede tener como objetivo simplemente pasar el tiempo, consumiendo programas banales de televisión, comiendo comida basura y siendo una cadena de transmisión de Fake News y así, cuando se levante la cuarentena saldrá de casa más gordo y más estúpido. O en cambio, puede decidir vivir este tiempo como lo hizo Cicerón: no como una penosa condena, sino como una oportunidad para desarrollar actividades que le hagan crecer como persona”, comenta el filósofo Eduardo Infante.
Una oportunidad de oro para darle a nuestros días una lógica diferente a la del trabajo, al ajetreo frenético y a la búsqueda de la rentabilidad de cada minuto. Una oportunidad para descubrir a los demás, a los que tenemos al lado. El tiempo es nuestro y podemos invertirlo en lo que de verdad nos importa y nos hace crecer. “En las ‘situaciones límite’ surgen ‘preguntas límite’, preguntas por los fines, por lo vital, lo fundamental, que deberíamos atrevernos a resolver. Hegel afirmaba que es a través de los conflictos como la sociedad avanza. La cruenta guerra contra un minúsculo patógeno nos puede estar ofreciendo la oportunidad de reorganizarnos desde lo fundamental y avanzar hacia un modelo de sociedad más justo y humano. Leonardo Boff apuntaba que somos seres compasivos en un mundo que alimenta el odio; ésta puede ser la oportunidad de construir un mundo que alimente la compasión”, comenta Infante. Unidos como personas, cuidándonos como humanidad y, como dicen algunos, echando humor a la situación, convirtiendo el pijama en el nuevo uniforme revolucionario.

Interconectados

Las nuevas tecnologías nos están permitiendo seguir conectados con nuestros amigos y seres queridos, nos ofrecen infinitas opciones de ocio y han evitado con el teletrabajo tener que parar en seco la economía del país. Estamos dentro sin dejar de estar fuera.

La tecnología no solo se ha colado en nuestros hogares, sino que está teniendo gran importancia en esta crisis. Todo parece indicar que ha venido para quedarse. “Las nuevas tecnologías, comenta Juan Vázquez, van a romper los paradigmas tradicionales y alterar los fundamentos del sistema en la formación de precios, la organización y el funcionamiento de las empresas, la comercialización y distribución, las relaciones laborales, las estrategias de negocio y, en fin, en casi todos los ámbitos de la vieja economía. Algunos de esos cambios ya comenzamos a percibirlos en estos días de encierro en nuestro hogar. Hemos empezado a familiarizarnos con unos sistemas de teletrabajo que en el futuro se generalizarán, alterando profundamente los modos de organización de la actividad económica, empresarial, de relación con el empleo y el desempeño profesional.

Es más que posible, también, que se consoliden canales alternativos de consumo, por ejemplo, los envíos a domicilio, o las formas de participar del ocio, que pueden llevar al cierre de cines y el aumento de las plataformas digitales o a contemplar más espectáculos culturales desde el sillón de casa que en directo. Todas las crisis hacen desaparecer actividades y, al mismo tiempo, impulsan otras nuevas. Y en esta ocasión, la consecuencia que preveo es una regresión de lo presencial y una enorme expansión de lo virtual y digital, que será uno de los grandes ganadores de esta crisis”.

Jóvenes haciendo videollamada

Si esta epidemia se está viviendo de forma muy diferente a cualquier otra es también gracias a la tecnología. Ningún otro brote en la historia ha podido ser tan rastreado, investigado con tanto detalle, casi en tiempo real, como el Covid-19. El Big data y las apps han sido fundamentales para monitorizar, evitar contagios o atender a los afectados; la inteligencia artificial para secuenciar el genoma del virus ha permitido que las investigaciones avancen más rápido que nunca. Se han puesto en marcha robots que limpian, esterilizan o distribuyen alimentos en hospitales, ayudando a reducir así el contacto entre humanos para evitar posteriores contagios. También drones policías que transportan pruebas sanitarias… La tecnología junto con la cooperación se está revelando como instrumentos esenciales en esta lucha contra el Covid-19. Si algo está quedando claro en esta crisis es que ningún país es capaz de vencer por sí solo una pandemia de esta magnitud.

Un nuevo orden mundial

En opinión de los expertos, las proporciones de este descalabro son abrumadoras y sus impactos transcienden lo económico. Las bolsas mundiales se desploman, el precio del crudo está en caída libre, el tejido empresarial ha cesado prácticamente su actividad, no hay previsión de gestión de riesgos que haya calculado un escenario de esta índole.

El catedrático de Economía Juan Vázquez presagia que hemos de prepararnos para dos cosas principalmente. “Por un lado, para las dificultades económicas que se derivarán del impacto de esta crisis en la actividad, la producción, la supervivencia de empresas y negocios, el aumento del desempleo y el fuerte crecimiento del déficit. ¿Un hotel, un negocio, una empresa con la persiana bajada hoy, la podrá levantar pasados unos meses en iguales condiciones y con la misma facilidad?

Por otro lado, me gustaría pensar que esto es solo un paréntesis tras el cual todo volverá a la normalidad, pero me parece que entramos en una ‘nueva era’, con cambios de gran alcance e impacto, del tipo de los que hemos ido comentando y muchos otros más, que transformarán la economía tal como la conocemos hoy. Como siempre, en épocas de profundas transformaciones, la cuestión está en adaptarse a los cambios. Ése será el gran desafío para cuando comencemos a salir de esta situación. Las crisis provocan efectos dolorosos y negativos, pero encierran también oportunidades que hemos de saber aprovechar. Por eso creo que, como decía Eduardo Galeano, hay que ‘dejar el pesimismo para tiempos mejores’ y, de momento, centrarnos en vencer al virus y seguir cuidando por nuestra salud”, concluye.

En definitiva, deberemos identificar los aspectos positivos que podamos extraer de esta crisis si queremos transformarla en una nueva oportunidad. Y eso hemos de hacerlo entre todos.

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