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viernes 29, marzo 2024

Armando Menéndez. Fundación DAF. “Cuando te empapas del tercer mundo, te avergüenza ser del primero”

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Es médico especialista en dolor y presidente de la Fundación DAF. Creada en el año 2004, esta organización con sede en Gijón se ha centrado en trabajar con los más necesitados en India al mismo tiempo que profundiza en una búsqueda espiritual.

Desde muy joven, este médico gijonés, sintió que estaba en este mundo porque tenía algo que hacer. Buscó, viajó, se formó, conoció otras culturas y ejerció la medicina en sitios en los que vivir ya era un auténtico milagro. Como suele afirmar la sabiduría popular “Dios escribe en renglones torcidos” y su caso fue un claro ejemplo. En uno de sus viajes a India sintió la desesperación y la impotencia de ver que no podía hacer nada frente a tanta miseria. Sentado en un parque vio una cagada de vaca en la que habían nacido unas cuantas briznas de hierba y eso significó para él una revelación. Si algo tan sumamente humilde podía generar vida, él también podía hacerlo. Ese fue el primer paso de muchos.

La Fundación DAF trabaja fundamentalmente en India y posee una filosofía que une la compasión y el amor altruista con la acción traducida en el desarrollo sanitario, económico y formativo. Ayudar a los demás como una forma de crecer y formarse espiritualmente. Una forma activa de vivir el amor.

Pacientes con COVID en el hospital de Bakhtiyarpur, Patna (India)
Pacientes con COVID en el hospital de Bakhtiyarpur, Patna. «Y nosotros nos quejamos».

-Actualmente la India se ha vuelto protagonista en las noticias por la situación que está generando el Covid. ¿Podemos hacernos una idea de cómo están siendo allí las cosas?
-Hay tres vertientes, la humana con el sufrimiento que supone ver a tus padres y a tus seres queridos enfermar y morir. La sanitaria con la gestión de los cadáveres que está siendo un caos total y absoluto. Por otra parte, la social es tremenda porque está habiendo mercado negro de vacunas falsas y de oxígeno. A todo esto, se suman los alimentos, el agua potable y todo lo que se te pueda ocurrir. Por un tema de ignorancia y de superstición, está pasando lo mismo que pasó en la Edad Media con las grandes epidemias que, cuando una familia enfermaba, tapiaban su casa por fuera para que no pudiese entrar ni salir nadie. Esto está pasando en la India y es lo que me cuentan los niños desde allí. También es cierto que es lo que se vive allí de manera normal, pero ahora está elevado al cuadrado.

-¿Te sientes más realizado con tu labor allí que aquí?
-Tengo sesenta y tres años, me quedan dos años para jubilarme de mi trabajo en esta parte del mundo y todos los demás que me queden de vida para jubilarme de la India. Donde realmente soy feliz es allí. Aquí lo tengo todo menos aquello. Pero teniendo aquello, que es menos, lo tengo todo. Sobre todo, vivo esa sensación de ser plenamente humano y esto para mí significa dar el 100% de mí. Aquí todo, hasta las relaciones humanas, están llenas de transacciones. Cuando das, siempre esperas algo a cambio, incluso si se trata de solidaridad. La solidaridad que da un banco o un ayuntamiento no tiene nada que ver con la que ejerce un voluntario en la India. En un sitio con este yo creo que no eres solidario, estás dando amor, das todo a cambio de nada. Simplemente sale de ti. Para mí, la diferencia entre solidaridad y amor es que la primera entra dentro de lo esperado, del pensamiento noble de alguien comprometido; pero la bondad es fruto del amor y de la compasión de ver a alguien que está pasándolo muy mal.

“Me quedan dos años para jubilarme de mi trabajo en esta parte del mundo y todos los demás que me queden de vida para jubilarme de la India”

-Tu forma de actuar ¿es la mejor carta de presentación de tus creencias y valores?
-Me defino como médico del tercer mundo porque desde los 25 años ejercí en los peores sitios. Con 29 años estuve trabajando en el Bronx, de voluntario, con un programa contra el sida, también estuve en Los Ángeles, China mucho tiempo, Cuba, Santo Domingo y siempre trabajando en hospitales pobres. Cuando te empapas del tercer mundo, te avergüenzas de ser del primero. Comprendes que el origen de la pobreza no son ellos sino nosotros. La realidad es que Dios no interviene en la sociedad, pero sí lo hace en ti. Te hace sensible, inteligente y comprometido. Otra cosa es que tú mires para otro lado. Si me preguntas si soy muy religioso, te diría que soy muy espiritual. Religioso significa estar adscrito a algo concreto y yo, aunque soy de cultura cristiana, te puedo decir que soy católico aquí, budista allí… puedo ser cualquier cosa. Nuestra Fundación no trata de convertir a nadie sino solamente de amar, de dar ejemplo o de estar ahí cuando se nos necesita. La conversión es un proceso individual y nunca lo haces porque alguien te convenza, sino porque tú quieres hacerlo.

Pasando consulta en la Dr. Armando Medical Seva Kendra de Calcuta, financiada por DAF.
Pasando consulta en la Dr. Armando Medical Seva Kendra de Calcuta, financiada por DAF.

-Dados los tiempos que corren, ¿se necesita más acción que oración?
-La teoría se queda muy hueca, que es lo que está pasando con muchas iglesias actualmente. La gente levantó el telón y vio que detrás no había nada, que todo era palabrería. La iglesia cristiana se está salvando por los misioneros. La diferencia que hay entre la diocesana y la misionera es abismal. La primera está perdiendo clientela y en las iglesias solo hay cuatro viejos los domingos. En cambio, en el tercer mundo, las iglesias están a tope porque dan esperanza. Están ahí, al lado de la gente y esa es la espiritualidad que nosotros queremos y que no tiene apellidos. De lo que estamos hablando es de ponerte en la piel del otro. Aquí lo llamamos empatía, el budismo lo llama compasión. No es una sensiblería, nace del amor profundo. Nosotros decimos: el corazón pacífico alberga el amor. Tienes que buscar esa paz, esa quietud, por eso en nuestra web hablamos de la meditación y a través de ella descubres que eres capaz de amar de verdad. Cuando ese amor se encuentra con el sufrimiento de otro, se convierte en compasión. Y cuando ese amor encuentra la felicidad, se convierte en alegría. Siempre me dicen que siempre estoy de cachondeo, pero lo que estoy es alegre. Mi base es seria, son mis fundamentos y considero que llevo desde los 25 años trabajándolos, incluso desde mucho antes porque todo nace en la adolescencia. Puedes ver y valorar eso, pero no estás viendo mis raíces y estas se nutren de humanidad, de vivencias. Yo te cuento lo feliz que fui en los sitios, aunque lo haya pasado mal, porque esa es la verdad, el resto son las aventuras. Eso es la consecuencia de vivir en base a mis principios, con entrega.

“Todo puede hacerse, aunque te consideres lo más inútil, humilde y desgraciado de la Tierra. A tu alrededor puedes crear cosas”

-¿Qué fue lo que hizo que surgiese en ti ese vínculo con la India?
-Era muy joven y estaba en Calcuta sentado en un parque. Ahora ya me he acostumbrado, pero, cuando llegas allí por primera vez, te quedas espantado porque ves que todo está lleno de mierda. Tienes que tener mucho cuidado con lo que comes, con lo que bebes, dónde te acuestas… La situación es terrible porque en cualquier sitio que mires ves millones de pobres o gente muerta por las calles. Aunque seas médico y aquí te creas omnipotente, allí te das cuenta de que eres súper pequeñito porque no puedes ayudar a nadie. No hay medicinas para todos, tampoco hay medios de diagnóstico, todo es a ojo. Son millones y aunque lo tuvieras todo no podrías atenderlos. Como te contaba, yo estaba en ese parque rodeado de aquella absoluta desolación y pensaba: “Esto es una mierda, me voy para Gijón porque aquí no puedo hacer nada ni como médico ni como ser humano. Lo único que puedo hacer es palmarla y encima no ayudé a nadie. Lo mejor que hago es largarme”.
De pronto, en medio de aquel desierto lleno de basura, vi una cagada de vaca que tenía hierba a su alrededor. Tan solo eran cuatro briznas verdes, pero era el único sitio en el que había vida y en ese momento me iluminé. Si una humilde cagada era capaz de crear vida en medio de aquella desolación horrible, yo, que era otra cagada, también podía hacer lo mismo, aunque fuera algo pequeño. En ese momento fue cuando decidí quedarme y que creciese hierba a mi alrededor. Con esta mentalidad he llegado hasta los sesenta y tres y sigo con ese mismo espíritu, sintiéndome maravillosamente orgulloso de este descubrimiento. Todo puede hacerse, aunque te consideres lo más inútil, humilde y desgraciado de la tierra. A tu alrededor puedes crear cosas.

"Nuestros niños del SUSWM, de Calcuta ya no duermen por las calles"
«Nuestros niños del SUSWM, de Calcuta ya no duermen por las calles».

-Y, tras esa revelación, llegó el trabajo duro de conseguir financiación, levantar centros, formar a gente…
-Existía un orfanato gestionado por unos budistas donde morían muchos niños y que no tenían médico. Me preguntaron si yo podía ir a ayudar por las tardes y para allá me fui. Cuando llegué me encontré un sitio sucísimo, a cuarenta grados de temperatura, con estanterías de esas metálicas que hay en los almacenes llenas de niños apilados, muchos con fiebre, otros muriendo, un montón de mosquitos. El monje, que estaba allí al cargo y que ahora es el que nos lleva allí las cosas, me preguntó si les podía ayudar y yo le respondí que, a lo único a lo que les podía ayudar, era a enterrarlos y que a esas horas yo no estaba dispuesto a hacerlo. Fui bastante duro y despectivo porque no quería que pensasen que de pronto llegaba allí el hombre blanco y que con una píldora mágica les iba a cambiar la vida a esos niños. Aquello necesitaba unos cambios bestiales; un edificio limpio, unas ventanas con mosquitera, agua corriente para lavarse y para beber, buena alimentación… Entonces va el tío y me dice que haga yo el edificio, ya te puedes imaginar cuál fue mi respuesta. No se echó para atrás y preguntó: “¿y si te pongo yo el terreno?” Ahí ya me crecí y le dije que siendo así tal vez podríamos hacer algo. Fíjate lo que es la providencia, que el ayuntamiento nos donó un terreno así que, después del farol, me tocaba a mi cumplir mi parte. Me volví a Asturias y me puse en contacto con varios empresarios y, como soy un atracador, fui atracando a todas las empresas asturianas y fueron aportando. Con todo lo recaudado me fui para allá y construimos el primer edificio. Ahora ya tiene seis plantas, alberga a un montón de niños y allí trabajan tres médicos que son insuficientes, pero de momento no hay dinero para más.

“Nuestra Fundación no trata de convertir a nadie sino solamente de amar, de dar ejemplo o de estar ahí cuando se nos necesita”

-¿Qué es lo que debe girar en la sociedad india para que las cosas cambien de verdad?
-La gente agradece el trabajo que estamos realizando, pero siempre les digo que eso es suyo, de la India. Ni en los papeles ni el corazón, nos pertenece a nosotros. Nuestra riqueza son ellos y su cariño. Pero me gusta que tengan claro que esto que nosotros hacemos es un compromiso, un regalo envenenado porque a ellos les compromete a mantenerlo, a hacer labor social en el barrio, a colaborar con la recogida de niños huérfanos. Su país lo van a cambiar ellos, el colonialismo empieza por su pasividad. A India la liberó un hombre que se llamaba Gandhi a base de perseverancia, tesón, honradez, ética y ellos tienen que cambiar su sociedad porque cada uno es el Gandhi de su familia. Ellos nunca van a tener que devolvernos el dinero, se lo tienen que devolver a su sociedad. No somos un banco, el lema de la Fundación es de mi alma a tu alma, pero es un compromiso. Un dinero que no produce cambios sociales es un dinero tirado. Te aseguro que cuando les hablo soy muy duro. Ellos tienen claro que como vea pasividad se acabó. Yo llevo dinero para que sus niños y niñas estudien una carrera, no para que vivan mejor sin trabajar.

“Nosotros ayudamos al ser humano, nunca le preguntamos de qué religión es”

-¿Nos puede salvar alguna mano que no sea la nuestra?
-El cambio tiene que ser hacia un modelo mucho más moral, ético y justo. No podemos vivir en este sistema económico depredador que se carga el medioambiente, esclaviza a las personas y no tiene escrúpulos. Hay que buscar ese consenso entre producción, consumo, felicidad y sostenibilidad. Esto tiene que ser a nivel mundial y se debe exigir desde abajo, como hizo Gandhi. Es la sociedad la que debe plantarse y decir que se acabó lo de degradar todo para tener unas comodidades que no nos hacen felices porque no podemos disfrutarlas. Necesitamos tiempo para descubrir que somos buenos, tenemos que callar la mente para darnos cuenta de que podemos amar y ser amados. Vivimos en un mundo en el que solo triunfa el más hábil y esto no puede ser. El mundo es de todos y tiene que haber aire, agua pura y tierra cultivable para todos y, sobre todo, hay que decirle a la gente que no va a ser más feliz por tener el último IPhone o porque tenga un mejor coche. Lo que necesitamos es acceso a la cultura, a la formación, a una ciudad segura donde todos cuiden de todo y de todos. Esto se consigue a base de educación en las escuelas, en el hogar y en los medios. ¿Qué pasa con el padre y la madre que están luchando por sacar unos niños adelante? ¿Qué pasa con esa gente anónima que no sale en la foto? Esta es la que está sosteniendo al país y no el guapito que cuenta su vida en la tele o el futbolista famoso. Hay que sacar los valores reales del ser humano y volver a ponerlos en el sitio que les corresponde.

Armando Menendez en el St. Mary´s Convent School
«La mayoría de estos niños del St. Mary’s Convent School, serán profesionales gracias a muchos asturianos»

-¿Por qué consideras necesario mover proyectos en la India cuando en Asturias hay gente que lo está pasando mal?
-Aquí las cosas son de otra manera, hay unas instituciones que funcionan. También porque empecé allí hace muchos años y ahora no los voy a dejar plantados. Y por último porque ellos puedan ver que, desde la nada, se puede crear vida y que en la sociedad se tienen que reestablecer unos códigos morales que se están perdiendo. Sin embargo, este año, la Fundación invirtió mucho dinero en Asturias porque no podíamos mandarlo a India porque bloquearon las cuentas y creíamos que ese dinero había que moverlo. Donamos dinero al Albergue Covadonga de Gijón, al Principado le dimos cincuenta mil test de coronavirus, a Pedro García de la Clínica El Molinón lo llamé y le dije que necesitaba dos enfermeras y un médico para irnos a hacer test por Laviana y no se lo pensó dos veces. Estuvimos en Laviana haciendo, en un día, quinientos test a los hosteleros. Estamos comprometidos con Asturias, pero yo no puedo llegar a los colegios que tenemos en la India y decirles que todo se acabó.

-¿Somos más pobres nosotros que ellos?
-Hay una frase de Oscar Wilde que me encanta: “¿Quién siendo amado es pobre?”. Cuando hablo de esto me refiero a lo humano, a la solidaridad entendida como compromiso, a la compasión que se distingue de lo frío y lo burocrático. La solidaridad va de arriba abajo. El amor va de tú a tú, es horizontal porque en el otro te ves a ti mismo. No ves a un ser al que tienes que ayudar y te haces la pregunta que se hacía la Madre Teresa ¿por qué tú y no yo? Este es el gran misterio y la gran maravilla.

“Ellos son muy permeables a todo lo que viene de fuera, lo integran sin renunciar a lo de ellos. La mentalidad india es que todo aquello que fortalezca el espíritu es bueno”

Armando Menéndez (Fundación DAF) con el monje BUDDHA PRIYA
«El monje y el médico misionero. Aquí nació la Dr. Armando Medical Seva Kendra. Nuestro primer orfanato-clínica de India. El monje se llama Buddha Priya, y yo soy el médico misionero. Desde esa foto ya han pasado 20 años»

-Puede ser que desde esta parte del mundo miremos en ocasiones a otros países con condescendencia, pero ¿qué tienen ellos que no encontramos en nuestra sociedad?
-Los indios tienen una cultura muy sólida de la que no reniegan. Son muy permeables a todo lo que viene de fuera, lo integran sin renunciar a lo de ellos. La mentalidad india es que todo aquello que fortalezca el espíritu es bueno. Para ellos su biblia está viva, pero también son unos amantes de los evangelios y muchos indios te hablan de San Juan o de San Mateo. Allí siempre encuentro con quien hablar cosas muy interesantes que hacen creer que nos podamos salvar de esta devastación humana, moral y también ecológica. Como se siga así la tierra va a entrar en un punto de no retorno y ¿qué les vamos a decir a los africanos cuando no tengan agua? ¿Se van a quedar allí muriéndose de sed? En un futuro, el negocio será venderte agua y un poco más adelante venderte aire. Esto se basa en la depredación, en la falta de moral. Hay un grupo humano, a los que Iker Jiménez llamaría reptiloides, que están abrasando a la humanidad y esto es una llamada para decir que la ciencia ha fracasado porque está al servicio del mismo poder. La ciencia es mercenaria, lo que nunca lo puede ser es la moral, con lo cual nuestros científicos necesitan formación moral.

-¿Qué es lo que tiene que cambiar aquí para que cambie algo allí?
-Nosotros ayudamos al ser humano, nunca le preguntamos de qué religión es. Los niños que tenemos allí, a los que llamo mis hijos, no están pidiendo un donativo, están pidiendo que se rece por ellos. Parecerá una majadería, pero rezar significa una reflexión, una voluntad, un dejar todo en manos de algo que te supera que es ese amor que solo encuentras en el silencio y el recogimiento. Ellos ya no tienen salvación, mejorarán un poco su vida, la de su familia o la de sus amigos. Quizá en la tercera generación se vea más el fruto y ellos lo saben. El cambio social se va a hacer cuando recemos y eso significa aspirar a algo que está por encima. Como dijo Gandhi el consuelo de todas estas personas es que son hijos de Dios y lo que estamos implorando a través del rezo es, que los demás hijos de dios, les consideren hermanos con los mismos derechos. Estos son los valores que nosotros defendemos.


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Cuerpos enterrados en las orillas del río Ganges
Cuerpos enterrados en las orillas del río Ganges

En India la pandemia está haciendo estragos y al drama de los miles de muertos se suma el de la «gestión» de los cadáveres. ¿Qué hacer con los miles de los cuerpos que se amontonan en casas, hospitales y calles?

Este panorama dantesco tiene dos vertientes: la humana y la sanitaria. La sanitaria es horrorosa. Cuerpos sin incinerar flotando por el Ganges, devorados por perros y rapaces. Enterrados en las orillas de los ríos, apenas cubiertos por arena que los animales descubren y el agua esparce. La putrefacción es la puerta de entrada de otras epidemias. Contaminación de acuíferos, tierras de cultivo y solares sin edificar.

La humana no es menos importante. Familias que no se hacen cargo de los cadáveres por miedo al contagio y por no saber qué hacer con ellos. Otras con síntomas del coronavirus condenadas a morir de hambre porque nadie se les acerca por temor al contagio. La superstición aumenta el temor lógico haciendo que la gente reaccione irracionalmente. Y entre todo este caos, surgen los oportunistas que quieren hacerse ricos a costa del dolor de los demás: se cuadruplican los precios del agua potable, de las ambulancias, de los medicamentos, del oxígeno que no queda…

Estudiantes del St. Mary´s Convent School (India)
Estudiantes del St. Mary´s Convent School

Todo esto que detallo anteriormente, es lo que me cuentan mis niños del St. Mary´s Convent School, colegio financiado por la Fundación DAF. Hace unos días le pedí a Binu George, el director del St. Mary´s, que invitase a los niños a que me contasen cómo vivían la pandemia en su familia, en el barrio, en las calles. Que se convirtiesen en pequeños reporteros de «guerra» y me enviasen fotos y sus experiencias por escrito. Los pequeños periodistas narran lo que viven, lo que sienten, su dolor, su duelo, y sobre todo su miedo.

Les prometí que los niños asturianos les escribirían mostrándoles su apoyo y su cariño. Me gustaría que mis niños no se sintieran tan solos, abandonados, olvidados… Que el horror que están viviendo al menos tenga el consuelo de que alguien les envía un abrazo y una caricia, aunque sea virtual. Desde DAF invitamos a los niños asturianos a que les mimen y abracen por mail ahora que muchos han perdido a sus padres, abuelos y amigos. Me gustaría que este terrible contraste pudiese ayudar a los niños asturianos a «expandir su conciencia» y «compartir amor». Por supuesto que para nuestros niños será maravilloso que desde el otro extremo del mundo alguien les acaricie.

Armando Menéndez. Presidente Fundación DAF


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1 COMENTARIO
  1. Con gente así vuelve a nacer en nosotros la esperanza de un buen mundo y es que la esperanza al igual que la fe, son virtudes teologales y nos situan a los hombres en los universos de Dios. La esperanza está en esos niños que serán capaces de crear nuevos fármacos, e inventos que liberen a la humanidad. Viva la vida y gracias a Armando por hacer lo posible para que en esos niños pueda nacer la esperanza y puedan crear ese mundo mejor. Felicidades de L. Rey.

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