“Si la golondrina quiere volar, desde ‘infantil’ debe aprender a soñar”, y esto es precisamente lo que Eva Fernández quiere conseguir con sus alumnos de primera infancia en Andolía (golondrina en fala) Montessori Place. Una propuesta educativa humanista donde todo gira en torno al niño y sus necesidades de desarrollo, con el inglés como idioma vehicular.
-Hace un año que pusiste en marcha este proyecto, ¿cómo te van las cosas?
-Estoy muy contenta, la verdad. Va muy despacín, como era de esperar, pero creo que a ritmo perfecto. Tengo a 8 niños ahora mismo, empecé con tres, creo que es una buena progresión teniendo en cuenta que estamos en un entorno rural.
-¿Cómo se te ocurrió poner en marcha esta iniciativa precisamente en El Franco?
-He vivido en Londres, Madrid, Valencia y llegó un momento donde me saturé de tanta ciudad. Yo nací aquí, soy rural y necesitaba una vuelta al origen, salirme un poco de lo fácil porque la realidad es que yo tenía trabajo en Londres y además me gustaba mucho. Me vine a España en 2021 con la idea de buscar un trabajo por aquí. Entre medias me quedé embarazada y decidí no trabajar hasta que naciera el bebé. Ahí fue cuando se me ocurrió montar algo. Lo fácil era irse a Oviedo o Gijón donde este proyecto podía funcionar mejor, pero algo dentro de mí se rebeló: ¿por qué todos los proyectos chulos estaban en las ciudades?, ¿por qué los niños del entorno rural no podían tener las mismas oportunidades? Así que me atreví a ponerlo en marcha.
“Pensé, ¿por qué todos los proyectos chulos estaban en las ciudades?, ¿por qué los niños del entorno rural no podían tener las mismas oportunidades? Ahí nace Andolía”
-Este espacio tan luminoso nace a partir de un pajar…
-Sí, mi familia tenía un pajar de aperos de esos de toda la vida y mi marido que es aparejador, me comentaba que este sitio era perfecto, ‘solo haría falta rehabilitarlo’, me decía casi en broma. Cuando mi familia vio que aquello iba en serio me animaron y apoyaron para hacer realidad este sueño.
-¿Cómo llegó Montessori a tu vida? ¿Cómo fue tu preparación?
-Empecé trabajando en la escuela tradicional en Madrid, estuve tres años. Fue mi primer trabajo en Infantil, antes lo había hecho con Secundaria. En ese tiempo vi cosas que a mí me parecía que podían funcionar mejor si se apoyaban en la experiencia. Por ejemplo, no poner un vaso de agua a cada niño a una hora determinada, sino dejarla en un espacio accesible para que ellos acudan cuando quieran beber. En ese cole había unas fichas que tenían que hacer los alumnos a lo largo de cada trimestre. Pensé por qué en vez de marcar cuándo han de hacerla, se la dejaba disponible para que la hicieran cuando quisieran. Observé que algunos hacían veinticinco veces la misma ficha, es decir, había necesidades que no estábamos cubriendo. Era como todo muy pautado, no les dejábamos decidir. Así que busqué otras pedagogías alternativas, investigué, y vi un cursillo de fin de semana de introducción al método Montessori. Me pareció fascinante. Era una pedagogía basada en el sentido común, en línea a lo que es la naturaleza del ser humano. Me quise formar en esta corriente educativa y me dijeron que la escuela de Londres era la que había diseñado María Montessori. Así que para allí me fui. Estuve un año intensivo, con clases de 8 de la mañana a 5 de la tarde, más las tareas, solo hice eso. De allí salí con trabajo, estuve un año en Valencia, luego regresé a Londres donde estuve cinco; primero como tutora y luego como coordinadora del centro. En la pandemia me vine para España y es cuando empiezo a dar forma este proyecto. Como mi experiencia había sido con niños de 3-6 años, aproveché el embarazo y el postparto para especializarme en la etapa de 0-3 años y comenzar con los trámites para solicitar la subvención para empezar las obras.
“Montessori es una pedagogía basada en el sentido común, en línea a lo que es la naturaleza del ser humano”
-¿Qué beneficios aporta la pedagogía Montessori a cada niño a la hora de enfrentarse al mundo?
-Desde el momento que un bebé llega al mundo ha de adaptarse a la sociedad en la que nace. El método Montessori busca apoyar al niño en ese proceso, ¿cómo? Adaptando todas las tareas que tiene que hacer un ser humano durante el día a la edad y particularidad del cada niño. Así pelarán y cortarán fruta para ellos y para los demás, la comerán juntos, esto también les ayuda a desarrollar la empatía por el otro; desarrollarán la fuerza de sus manos al utilizar distintos utensilios de la vida real; fregarán los platos con una mini esponja, jabón y agua; barrerán y recogerán la mesa…, estas actividades no solo les ayudan a adaptarse al mundo sino que también les introduce a las matemáticas porque tienen que calcular la cantidad de agua que hay que echar en un vaso para que no caiga para fuera o aprenden lenguaje, en este caso inglés y español. En la pedagogía Montessori se considera beneficioso que los niños cometan errores, que al final es lo que tienes que hacer en el mundo real. A través de los errores los niños tienen oportunidad de experimentar, reflexionar y descubrir las cosas por sí mismos. El error está ahí como maestro y por tanto no lo dramatizamos.
-¿Cómo preparar a un niño de 5 años que viene de formación Montessori para pasar a una escuela de educación tradicional?
-Es fácil porque ellos están acostumbrados a lidiar con la frustración, a adaptarse a las circunstancias de cada momento. Cuando llegan a la escuela tradicional tienen una capacidad muy grande de adaptación, saben socializar, porque en el método Montessori tienen libertad para moverse, para hablar cuando lo necesitan. La adaptación es sencilla porque poseen las herramientas que necesitan y han desarrollado previamente.
-¿Cuál es el aspecto que más te gusta de este método?
-Lo que más me atrae es poder observar a seres humanos formarse sin obstáculos. Montessori prepara el ambiente conforme a las necesidades e intereses individuales de cada niño para que tengan acceso a lo que necesiten en cada momento, y luego dejar que fluya todo. Ver cómo se desenvuelven te aseguro que es muy fascinante. A veces casi adivinas hasta lo que están pensando.
“La educación tradicional se diseñó en el siglo XX con la Revolución Industrial para que el ser humano se preparase para producir en masa. Ahora se ve que esto no funciona”
-¿Por qué crees que este método está ahora tan de moda cuando hace más de cien años que se creó? Incluso acaban de hacer una película con la vida de Maria Montessori… ¿Por qué tanto interés?
-Creo que ya veníamos necesitando un cambio. La educación tradicional se diseñó en el siglo XX con la Revolución Industrial para que el ser humano se preparase para producir en masa. Ahora se ve que esto no funciona, se necesitan mentes creativas, con poder de adaptación porque la sociedad actual cambia muy rápido y hay que estar preparado para todo, para crear sobre la marcha. Creo que pedagogías alternativas como Montessori ayudan a eso.
-Ella transformó el concepto de educación y tuvo que pagar por ello.
-María Montessori fue muy perseguida porque luchaba contra la idea de crear seres humanos fotocopia. Creía que cada ser humano tenía que seguir lo que le marcaba su propia naturaleza y formarse de manera única. Estuvo bastante tiempo en el exilio por defender estas ideas y creo que ahora, por fin, cada vez más maestros nos damos cuenta de que precisamente este es el camino, no tantas pantallas. Si dentro de veinte años mi hijo necesita saber trabajar con pantallas, aprenderá a usarlas porque está preparado para adaptarse a lo que venga.
“Casi todos los días hacemos un grupín para cantar y leer un cuento, para que también cuenten ellos cosas que a veces se les entiende y otras no. No es algo que esté estipulado como rutinario para no interrumpir el ritmo de cada niño”
-¿Cómo es un día cualquiera en Andolía?
-Hay niños que llegan y se ponen a hacer cosas, y otros a lo mejor se quedan sentados cuarenta minutos mirando el horizonte mientras despiertan. Eso es lo maravilloso de Andolía que cada persona puede seguir su propio ritmo. Unos se ponen a cortar fresas, mientras otros a lo mejor echan unas carreras. Todas las mañanas hay un momento donde están todos haciendo algo, lo que quieran: leer, limpiar cristales, cantar, tocar el xilófono. Casi todos los días hacemos un grupín para cantar y leer un cuento, para que también cuenten ellos cosas que a veces se les entiende y otras no. No es algo que esté estipulado como rutinario para no interrumpir el ritmo de cada niño. A estas edades son muy impulsivos, se guían por su instinto. Lo que sí hay todas las mañanas sobre las 11 es el momento del aperitivo que no lo perdona ni uno. A veces es un batido de frutas, galletas de avena y plátano, bizcocho, fruta cortada en brochetas. Cuando uno pone la mesa van todos detrás. Después del desayuno se recoge la mesa, se barre el suelo y se preparan para salir a la calle. Eso les gusta a todos. Fuera regamos el huerto, llevamos las sobras de las frutas a las gallinas, corremos, saltamos, vamos a la casa de al lado a ver a las ovejas… El otro día recogimos guisantes, también recolectamos fresas, regamos el abeto de Navidad que lo plantamos y ahora le están saliendo hojas nuevas y eso les emociona. Luego se preparan para ir a casa.
-En este primer año de funcionamiento, ¿cuál ha sido tu mayor satisfacción y tu mayor reto?
-La mayor satisfacción ha sido ver cómo se han ido vinculando conmigo, cómo se han adaptado a esta nueva situación. Yo no lo había vivido antes porque en Londres trabajaba con niños mayores y esto ha sido toda una experiencia. Estos tan pequeños están acostumbrados a mamá, papá, abuelo o abuela y quedarse en el aula con una persona desconocida no deja de ser algo duro para ellos. La verdad es que funcionó muy bien, cada niño tuvo el tiempo que le hizo falta hasta que se vinculó conmigo y pudimos hacer una adaptación sin lágrimas.
El mayor reto ha sido la Administración. Optaba a una subvención y había unos plazos, tenerlo todo listo para esa fecha me generó muchísima ansiedad: la licencia del ayuntamiento, la autorización del Principado, antes de eso ha de estar la obra terminada y tiene que venir una persona a confirmar el fin de obra. Vamos, una locura.
“María Montessori fue muy perseguida porque luchaba contra la idea de crear seres humanos fotocopia. Creía que cada ser humano tenía que seguir lo que le marcaba su propia naturaleza y formarse de manera única”
-También impartes cursos y talleres. ¿En qué consisten y a quiénes van dirigidos?
-Cuando vine a España empecé a impartir cursos y talleres a personas adultas para dar a conocer el método Montessori y para darme a conocer yo. Los cursos son de temáticas concretas: cómo preparar un ambiente Montessori en el hogar; cómo debe ser un adulto que quiera tener una relación estilo Montessori con su hijo -respeto, sentido común, amor y firmeza-, cómo observar al niño para saber qué es lo que necesita ya que a esas edades sólo se comunican a través de los actos. En definitiva, se trata de acercar a los adultos al mundo de la infancia que, aunque todos la hemos vivido, no está en nuestros recuerdos. Los cursos van dirigidos a docentes y adultos en general que quieran comprender cómo es el mundo de un niño.
-Eva, ¿qué has descubierto dentro del alma infantil?
-Que todo lo que hace un niño es con la intención de aprender a adaptarse a este mundo. Cuando llaman la atención o parece que están provocando, en el fondo, es porque necesitan asegurarse de que seguimos estando ahí, disfrutan cuando los miramos, valoramos lo que hacen, eso les da seguridad y fortalece su autoestima. Si a lo mejor estamos distraídos hablando por teléfono o con otra persona y se acercan, es como para preguntarte, ¿vas a seguir prestándome atención?, ¿puedo seguir vinculado a ti? Ellos necesitan sentirse parte de su grupo. No creo en las malas intenciones de los niños, no tienen malicia, son todo amor a pesar de que a veces estos reclamos pueden llegar a saturar a los padres.
-Con frecuencia hablas de tu tribu, ¿quiénes forman parte de ella?
-Toda la gente que me ha apoyado. Sabía que mi familia lo haría desde el principio porque es de diez, pero me sorprendió el interés que despertó este proyecto cuando vine al pueblo, organicé los primeros talleres y acudieron tantas familias de vecinos. Sabía que había aprendido muchas cosas, pero no era consciente de lo mucho que tenía dentro para aportar. No sé si será un poco el ‘Síndrome de la impostora’ (risas). Mi tribu son todas las personas increíbles que desde el principio han creído en mí, las que de forma altruista comparten mis publicaciones para que se me conozca, las que han hecho posible que haya podido hacer este sueño realidad.
“Mi ‘tribu’ son todas las personas increíbles que desde el principio han creído en mí y me han apoyado”
-¿Por qué el nombre de Andolía?
-Quería un nombre que representara un poco el sitio en el que estábamos. Andolía es una palabra en fala que significa golondrina. En ese pajar que hoy es la guardería, anidaban muchas veces. Para mí representan libertad, recorren el mundo, se adaptan a diferentes circunstancias con facilidad, mientras son pequeñas permanecen en el nido y cuando se valen por sí mismas vuelan con total independencia, igual que les pasan a estos neninos que ahora están en el nido, en Andolía.
-¿Qué proyectos de futuro tienes?
-Mi sueño era este y ahora lo estoy viviendo y disfrutando. Con que funcione, soy feliz. Me gustaría formarme como asesora de lactancia para apoyar a las mujeres en el embarazo-parto y, sobre todo, en el postparto. Pero de momento es imposible por falta de tiempo. Estoy entregada totalmente a Andolía.