Durante mucho tiempo, Asturias fue tierra de despedidas, de abrazos que se alargaban en estaciones y puertos, de maletas llenas de sueños y nostalgia. Hoy, sin embargo, algo está cambiando. Asturias se está convirtiendo en un puerto de regreso. Y ese cambio no es casual: es fruto de una voluntad política, de un compromiso emocional y de una comunidad repartida por todo el mundo que nunca dejó de sentirse parte de esta tierra, aunque viviera a miles de kilómetros.
Estuvimos en la clausura del Congreso Mundial de Asturianía celebrado en Villaviciosa el pasado fin de semana (del 7 al 9 de noviembre) que reunía a representantes de 40 centros asturianos y casas regionales repartidas por todo el mundo. Allí se respiraba un ambiente contagioso que te hacía sentirte bien; hacía diecinueve años que no se reunían y se notaba la necesidad del encuentro. No fue ajena a ello la vicepresidenta Gimena Llamedo, “aquí se han abrazado generaciones, han mezclado acentos y se han compartido historias que, aunque separadas por miles de kilómetros, laten al mismo ritmo. Y ese latido es el que impulsa las nuevas iniciativas del Principado para facilitar el retorno de quienes un día tuvieron que partir”.
Es el caso de la Oficina de Retorno, que –tanto físicamente como online– facilita y favorece el regreso a Asturias de emigrantes y sus descendientes. A esto se suman –esto es nuevo– dos delegaciones más en Mendoza (Argentina) y Caracas (Venezuela) para ampliar cobertura.
La Escuela de Asturianía es otro de nuestros puntales. A través de ella se difunde nuestra cultura y tradiciones desde la educación, el arte o la memoria. Como novedad, a partir de ahora, también dispondrá de una Escuela Online para reforzar los vínculos con la comunidad asturiana en el mundo.
Por último, el programa Orígenes que reúne a jóvenes descendientes de emigrantes asturianos en América Latina para que conozcan la región.
Este impulso institucional no solo pretende saldar una deuda histórica con quienes emigraron, sino que también proyecta una visión de futuro donde la identidad asturiana se reinventa desde la diversidad. El retorno no es solo físico, es cultural, emocional y generacional. Es un espacio donde las segundas y terceras generaciones, que quizás nunca pisaron Asturias, están encontrando una puerta abierta para descubrir sus raíces, para entender que pertenecer no siempre implica haber estado, sino sentir en el corazón.
Además, el impacto de la llamada Ley de Nietos ha sido rotundo: miles de descendientes de asturianos han iniciado el proceso para obtener la nacionalidad española, lo que representa no solo un reconocimiento legal, sino también una oportunidad para reconectar con la tierra de sus abuelos. Violeta Alonso, presidenta del Consejo General de la Ciudadanía Española en el Exterior –presente en el Congreso–, calculó que la avalancha de solicitudes de nacionalidad en estos momentos en todo el mundo es de 2,3 millones de peticiones, –un millón solo en Argentina–, y “para tramitar toda esa avalancha administrativa los consulados no tienen ni personal ni espacio físico para dar servicio a este volumen”, que dependen de los ministerios de Exteriores y Justicia”. Un incremento de población que dispararía la población actual española y, por supuesto, la asturiana.
En ese futuro, los jóvenes tienen un papel esencial. Así lo expresó Manuel de Barros, presidente de la Federación Internacional de Centros Asturianos, al término del congreso: “Los jóvenes necesitan ser partícipes de los retos actuales. Si queremos que tomen el relevo, hay que darles responsabilidades. Y tienen derecho a equivocarse como también nos pasó a nosotros”. También subrayó la importancia de que las juntas directivas incluyan mujeres y jóvenes, como parte de una renovación necesaria y justa. Porque la asturianía no puede construirse sin quienes la van a heredar.
Pero Barros también fue claro en su petición: “Las conclusiones tienen coste económico. Lo que pedimos es que esas conclusiones tengan nombre y apellidos en los Presupuestos Generales de Asturias. Si no hay presupuesto, serán papel mojado”. Su mensaje fue directo, apelando al compromiso del Gobierno con los 148.000 asturianos que viven fuera: “Nos lo merecemos. Porque somos esa Asturias exterior que emprende y lleva siempre la bandera de Asturias tatuada en la piel y en el corazón”.
El congreso termina, sí. Pero el camino que se ha abierto continúa en cada casa, en cada familia, en cada historia que vuelve. Porque Asturias se comparte. Y hoy más que nunca, Asturias abraza.