Las aguas del Narcea o las del río Pigüeña, que recorren el concejo de sur a norte, configuran rincones idílicos para la práctica de la pesca recreativa. Este es uno de los grandes atractivos que posee el concejo de Belmonte de Miranda.
La pesca mueve en Asturias unas cifras altísimas de participación, porque como dice el dicho popular ‘la pesca no es un deporte, no es una afición, es una forma de vida’. Así lo entienden en concejos del suroccidente asturiano, territorios como Belmonte de Miranda que han crecido a la vera de los ríos, auténticas arterías de vida desde tiempos inmemoriales. La llegada del salmón a la Ría Miranda ha sido siempre un motivo de alegría, especialmente en épocas de hambruna en las que este se convertía en un elemento fundamental de la dieta alimentaria. Y aunque los datos de capturas no atraviesan su momento más álgido debido a un considerable descenso en las poblaciones ictícolas, la apertura de los cotos de pesca sigue siendo una excepcional noticia para los amantes de este deporte.
En Belmonte de Miranda los caudales protagonistas son el Narcea, que establece el límite superior del concejo con el vecino municipio de Salas, y el Pigüeña que recorre toda la geografía local de sur a norte. Este último, entra por tierras somedanas y se despide al desembocar en el Narcea en las proximidades de la localidad de Oviñana.
Los pescadores que van a los salmónidos frecuentan el Narcea, que en Belmonte tiene algunos de los cotos más importantes de la península, con nombres propios como Las Mestas, La Llonga, La Tea, Bárcena, Villanueva, Juan Castaño, etc. Los que eligen la trucha o el reo recorren el Pigüeña en su desplazamiento por todo el concejo, en un recorrido de veinticinco kilómetros.
En la escuela de pesca asentada en Selviella se enseñan técnicas relacionadas con este deporte como el lanzado de mosca, la confección de nudos y el montaje de moscas.
La mejora de las comunicaciones permite un rápido acceso al concejo desde el centro de la región y contribuye a que pescadores de diferentes partes de Asturias no duden en desplazarse hasta esta ubicación. En apenas treinta y cinco minutos desde Oviedo y algo más desde Gijón es posible llegar a un concejo que sorprende por su riqueza paisajística y natural. No hay que olvidar que Belmonte es la puerta de entrada al Parque Natural de Somiedo, y parte de la zona suroriental del concejo está incluida en este espacio protegido, con el que comparte su abundante diversidad faunística y vegetal.
El culto a especies piscícolas es más que evidente en este municipio, que llegó a dedicar un monumento al salmón -hoy desaparecido por un acto vandálico- y que también es protagonista en una de sus rutas más conocidas: la del salmón, con una duración aproximada de dos horas y escasa dificultad, que recorre nueve kilómetros. Se inicia en la localidad de San Cristóbal y discurre por el margen izquierdo del río Pigüeña hasta llegar a Belmonte.
Joaquín Alperi, presidente de la Real Asociación Asturiana de Pesca explica «que la Consejería de Medio Rural nos ha concedido un permiso que nos permite ir a lanzar al río sin anzuelo. Lanzamos la mosca sin el gancho y sin pisar tampoco el agua. Solo hasta que se abre la temporada, después ya no podemos continuar allí porque es un coto de pesca».
Cuando la climatología es adversa la actividad se desarrolla en el interior de la escuela. «Les enseñamos a hacer nudos, los distintos tipos de caña que hay y cómo se elaboran las moscas de pesca».
El río ocupa un lugar destacado entre los belmontinos que, desde niños, se han acostumbrado a realizar actividades en este entorno.
La Asociación colabora habitualmente con el Ayuntamiento de Belmonte complementando con actividades relacionadas con la pesca otros eventos que se organizan. «En ocasiones, el Ayuntamiento programa rutas de senderismo y nosotros hacemos una colaboración, de forma que cuando terminan la excursión bajamos al río y les enseñamos a lanzar».
El compromiso con el entorno también les conduce a organizar, conjuntamente con Cogersa, actividades de limpieza en el río en la que colaboran los habitantes del concejo. Alperi añade que todavía está por acordar con el Consistorio cómo será la que se efectúe este año, pero posiblemente se realice en la misma localidad belmontina «porque es donde más basura se acumula».
El río ocupa un lugar destacado entre los habitantes del concejo, que desde niños se han acostumbrado a realizar actividades en este entorno. Como ejemplo, la suelta de alevines de trucha que cada mes de junio organiza el colectivo de Joaquín Alperi en colaboración con los responsables de la mina de oro del concejo, y en la cual son los propios alumnos del colegio los que proceden a la repoblación, «les damos calderos con pequeños ejemplares que ellos van soltando en el agua». Pinche aquí para ver más reportajes de este concejo