La apertura de la Casa del Lobo es la gran novedad turística de este año en Belmonte de Miranda, y ha generado una gran expectación entre vecinos y turistas. El paseo hasta el cercado de los lobos, a un kilómetro de la villa, permite completar la visita y convertirla en una experiencia única.
Lo primero que recibe al visitante al entrar en la Casa del Lobo son los aullidos. Los sonidos de la naturaleza en estado puro indican que entramos en territorio salvaje, y a partir de ahí se desarrolla un recorrido en el que escenografía, materiales audiovisuales e interactivos se dan la mano para generar la sensación de caminar en compañía de estos animales. Las explicaciones sobre el ecosistema en el que se mueven, su hábitat, sus costumbres y morfología, se completan con una zona dedicada a la complicada relación entre el lobo y el hombre, siempre polémica; por último, un apartado se ocupa del folclore, desde el cuento de Caperucita Roja hasta las leyendas locales.
El museo aprovecha también para aportar datos sobre el concejo, especialmente las zonas con figuras de protección del territorio.
El museo, o centro de interpretación, aprovecha también para aportar datos sobre el concejo de Belmonte de Miranda, y especialmente las zonas con figuras de protección del territorio: Xenestaza-Peña Manteca, en la vertiente derecha, y Montovo-La Mesa, en dirección a Somiedo, lindando ya con el Parque Natural de las Ubiñas. Por último, se está habilitando una zona de merchandising de materiales relacionados con el museo y el entorno.
Escenografía, materiales audiovisuales e interactivos se dan la mano para generar la sensación de caminar en territorio salvaje.
Una vez resuelta la licitación de este equipamiento, se espera que la empresa gestora lo ponga en marcha cuanto antes, con el compromiso de mantener la exposición abierta durante todo el año. La intención es captar visitantes interesados en el medio natural, especialmente los que acuden al vecino Parque Natural de Somiedo, que para llegar deben pasar por Belmonte.
El camino hasta el cercado es un agradable paseo de aproximadamente un kilómetro. Una vez allí, se puede observar a los animales desde dos miradores de madera, o incluso desde la misma valla que protege el cercado.